Columnistas

Alertas con los embalses
Autor: José Hilario López A.
21 de Septiembre de 2016


El auge de los megaproyectos hidroeléctricos que en su mayor parte requieren grandes embalses ha puesto de manifiesto los impactos ambientales sobre el medio ambiente y la salud,

El auge de los megaproyectos hidroeléctricos que en su mayor parte requieren grandes embalses ha puesto de manifiesto los impactos ambientales sobre el medio ambiente y la salud, amén de las afectaciones socioeconómicas a las comunidades rivereñas y a las obras de infraestructura. En Colombia recordamos los conflictos con la población de El Peñol inundada por el embalse del mismo nombre en la década de los 70, así como los recientes conflictos con las comunidades por los embalses de Porce IV y El Quimbo.


Los grandes embalses hay que evaluarlos dentro de un entorno sanitario y socioeconómico amplio ya que, aunque teóricamente se afirme que generan una energía limpia, a menudo se subestiman las afectaciones a los sistemas fluviales intervenidos y a las comunidades asentadas en su área de influencia.


Empecemos por los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por los embalses. Tal como sostiene El profesor Philip M. Fearnside de la Universidad de Michigan, es un error llamar a las hidroeléctricas energía limpia, ya que “por desgracia los embalses, especialmente en el trópico, emiten grandes cantidades de GEI”, a lo cual agregaríamos comparables a las carboeléctricas. Así lo demuestran recientes estudios de la Universidad Nacional Sede Palmira en el embalse de Riogrande II, en el cual se midieron 108.000 toneladas anuales de emisiones de CO2 equivalente, casi un 5% de las que se generan en todo el Valle Aburrá.


Ahora el caso del mercurio, que se libera como metilmercurio (MeHg) por la descomposición de la materia orgánica sumergida al momento del llenado del embalse y la que siguen aportando sus tributarios, metal que es fácilmente asimilado por la biota y la cadena alimenticia. Así lo demostraron estudios de Hidroquebec en la década de los 80, con mediciones de los contenidos de mercurio en los peces dentro de los embalses del norte del Canadá y en la población nativa que depende de la pesca. Estudios similares de 2009 de José L. Marrugo de la Universidad de Córdoba mostraron concentraciones de MeHg en los peces dentro del embalse de Urrá, que exceden los límites aceptables por los humanos. Cuando las laderas circundantes a los embalses están sometidas a intensos procesos de erosión, como es el caso de la cuenca Magdalena-Cauca, son mayores los incrementos de MeHg en al agua embalsada.


Por otro aspecto aguas abajo de los embalses, el río desprovisto de sedimentos se convierte en una corriente muy erosiva que produce cambios en su lecho y orillas; lo mismo sucede con sus tributarios, una vez mitigadas las crecientes provenientes de la cuenca aguas arriba de la presa. Esto significa alto riesgo de destrucción de las vegas con los mejores suelos agrícolas y ganaderos, así como de las obras de infraestructura cercanas al río.


Ahora veamos los riesgos del proyectado embalse de Cañafisto al cual en buena hora el Anla le ha negado la licencia ambiental pero Isagén, mediante recursos de reposición, sigue insistiendo. Este embalse, de llegar a construirse, como lo muestran nuestros estudios geomorfológicos para ISA en el suroeste antioqueño, rápidamente sería colmatado por los sedimentos provenientes de la cuenca inmediatamente aledaña, lo que significaría reducción de su vida útil y acelerado incremento del MeHg en las aguas. A esto se agrega la inundación de Bolombolo y otros caseríos rivereños, la Parcelación Cauca Viejo, extensas y valiosas vegas, 77 kilómetros de la carretera marginal del Cauca en el tramo Anzá-Puente Iglesias y la Central Hidroeléctrica de Agua Fresca. Demasiados daños y destrucción para una central que aportaría poco en la regulación del sistema hidroeléctrico nacional.


Ahora miremos el futuro embalse de Hidroituango, idealmente sin Cañafisto, que acumulará en su cola aguas arriba de Liborina los sedimentos aportados por toda la cuenca del río Cauca aguas abajo de la presa de Salvajina, situada al sur de Cali y las basuras de una de las regiones más pobladas del país. Desde hace años hemos estado insistiendo ante Hidroituango en la urgencia de adelantar un plan de control de erosión y de manejo de subcuencas que mitigue los procesos erosivos de la hoya aportante, en especial de los terrenos del suroeste antioqueño. Esperamos que este nuevo llamado ahora sí sea atendido.