Cultural

Discipline in doing and in being ... that is the achievement!
Disciplina en el hacer y en el ser ¡he ahí el logro!
Autor: Lucila Gonzalez de Chavez
29 de Octubre de 2015


La experta en Lenguaje, Lucila González de Chaves, comparte con nuestros lectores reflexiones importantes de valores fundamentales en el proceso de formación humana.



Ricardo Vera Pabón nació en Titiribí (Antioquia), en 1951. Estudió Derecho en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín y cursó una especialización en Derecho Penal y Criminalística en la Universidad de Medellín.

lustración Oscar Valencia

De acólito a fiscal:


Me encanta esta primera definición para dar comienzo a una semblanza de Ricardo Vera Pabón en la que quiero sintetizar, reconocer y aplaudir la gran labor y la vida del titiribiseño ilustre. Es una muy clara trayectoria vital que las jóvenes generaciones deberían hacerla su referente.


Un niño titiribiseño, despierto y travieso, preguntón y observador, es además acólito en el templo de Nuestra Señora de los Dolores, la patrona de su amado terruño. 


Sus travesuras de niño no impidieron que fuera el más cumplido y respetuoso de los acólitos. Hoy, es también el más cumplido y respetuoso de los amigos, de los profesionales, de los cabeza de familia...


Tiene casi sesenta y cinco años.


Alguno de sus mayores, viendo tan devoto y servicial acólito, ¿pensó que pasados los años, sería un fiscal probo?


Ese niño que corretea todas las empinadas calles de su tierra, que ataja novillos para torearlos con la camisa, pues  es la diversión preferida de los chiquillos de nuestro Titiribí, el muchachito pueblerino que se mete en los tumultos para indagar lo que pasa y luego salir corriendo porque su curiosidad lo ha retardado en el camino a la escuela; ese niño es el brazo derecho de su señor cura párroco: conoce los secretos de los rincones de la sacristía, del vino de consagrar, de las hostias, de los toques de campana en el momento sublime de la celebración eucarística, pero no por mucho tiempo: termina su educación primaria y secundaria, y está ya en Medellín, en la Universidad Autónoma Latinoamericana destacándose como el mejor estudiante de Derecho y Ciencias Políticas; se especializa, luego, en Derecho Penal y Criminalística y empieza a ejercer con devoción su profesión de abogado.


Se siente bien y vivificado, y esa ruta de estudio y de servicio es ya su honrosa “hoja de vida”. La fidelidad y entrega a esa escala de valores lo instalan muy pronto en el responsable, difícil y sensible  cargo de fiscal.


Pero, ha aprendido a sopesar la vida y a conocer sus mil caras. Por eso  dicta con acierto sentencias, estudia y analiza minuciosamente casos espinosos, y acierta siempre porque tiene una perspicaz claridad. Este es el actual fiscal de Santa Rosa de Osos (Antioquia).


Panorámica de Titiribí, Antioquia.


De fiscal a poeta:


El  fiscal Vera es también un soñador, un idealista. Junto al fiscal está el poeta que escribe poemas inspirados en el diario vivir: el amor, el dolor por los despreciados de la fortuna, la dolida protesta por los caídos en combates o atacados por la injusticia, por la barbarie; el dolor de la patria envuelta en luchas, rencores, mentiras, traiciones, promesas incumplidas... Todos estos temas son el material de su  libro de poemas La tierra me dijo bienvenido.


No necesita metáforas, ni símiles, ni hipérboles, ni connotaciones. Su lenguaje es directo. Cada vocablo está en el sitio que le corresponde, y con su significado preciso.


El poeta-fiscal (o, ¿el fiscal-poeta?) está uncido a la realidad vivida, sin adornos, sin contemplaciones: desde su profesión de abogado viene oteando el devenir de los hechos, de las emociones que guarda celosamente en su corazón sereno, sencillo, generoso, abnegado; y en tardes de descanso y en noches de desvelo los ha ido plasmando con una contenida y sutil elegancia, con una delicadeza de espíritu, con un pudor lingüístico:


“Soy un bardo porque aún creo en el amor,


Porque odio que discriminen el viento


Porque peleo para que no sigan torturando la palabra,


Porque sólo acepto los lenguajes puros


Y los mensajes ciertos.


Soy poeta porque también soy amigo de todas las tristezas,


Porque he sobrevivido a la crueldad del hombre


Y a los plazos escalonados de sus muertes.


Porque acaricio con ternura la palabra


Y disfruto con pasión los besos


Y porque versifico sueños y esperanzas”.


De poeta a historiador:


El carácter sereno, elegante, discreto del doctor Ricardo Vera Pabón no le ha permitido desbordamientos ni en su trabajo, ni en sus relaciones con amigos, familiares y conocidos y, mucho menos en sus escritos, bien en prosa, bien en verso.


Un temperamento perfecto para el estudio, la investigación; para hacerles pacientemente el seguimiento a hechos, fechas, personajes, acontecimientos de la historia.


Tengo en mis manos su más reciente obra de historiador: Parroquia de Titiribí, doscientos años de evangelización y progreso (15 de septiembre de 2015). En él expone todo el acontecer de la fundación de tan importante población de Antioquia y la ya larga trayectoria de servicio en favor de la fe, de innumerables sacerdotes, desde la erección en parroquia -1815, 17 de abril, 2015.


¡Qué placer ha sido leer el nacer y el vivir de mi pueblo adoptivo, en palabras  y en estilo de un investigador respetable!


Un libro en el que se siente el vibrar del amor, del recuerdo, y la admiración de un muchacho que un día ayudó a decir misa, y que ahora nos alienta a prolongar, mediante sus textos, nuestro amor y recuerdo por espacios y servidores que honran la historia.


¡Qué añoranzas mirando las muchas y bien logradas fotografías! 


Ellas se deben a la capacidad fotográfica de José Betancur Yalí, Luis Alfonso Caicedo Mesa, Luis Eduardo Vásquez Betancur y Ricardo Vera Pabón.


En la evocación que hace de uno de los más eficientes, discretos e inteligentes hijos de Titiribí, de noble cuna, alta preparación artística y encumbrado espíritu, nuestro muy recordado gran amigo, Elí Posada Vélez, en su evocación  -digo-  el autor lo define así: “Era un hombre bienaventurado porque en él se conjugaban los axiomas de los iluminados, el resplandor de los humildes y lo refrescante de aquellos que desdeñaban la hipocresía”. (P.148).


Otros importantes ensayos históricos del doctor Vera Pabón son: La campana del conde de Bourmont, un sonoro filón en sitio viejo;  Fernando Vélez Barrientos, de Hatoviejo a la jurisprudencia de América; Luciano Restrepo Escobar, un visionario de la República;  y Titiribí, cuna de la copla; literatura y folclor titiribiseños.


De historiador a académico:


Vera Pabón es un estudioso e investigador incansable y miembro de número de los Centros de Historia de Envigado, Bello, Santa Rosa de Osos y El Santuario. Sus escritos investigativos han sido publicados en varias revistas y numerosos boletines, por lo valioso y serio de sus contenidos que son un muestreo del escritor, investigador y notario de hechos y vidas notables.


 Ha escrito un ensayo de corte académico, analítico y filosófico sobre la gran obra de Cervantes; su título: Don Quijote de la Mancha: la sabiduría perdurable, que debiera ser conocido y estudiado.


Por todo ello, la Academia Antioqueña de Historia lo llama ahora a ocupar un destacado lugar entre los más notables historiadores de nuestra tierra. Su discurso de posesión: El corazón del juez humaniza la justicia, es inquietante:


1.“(...) es dable justificar la justicia, más allá de esa espada de Damocles del prevaricato o de ese castigo... como el de Prometeo, derivado de la piedad humana”.


2.“(...) en un Estado Social  y Democrático de Derecho, un rasgo de humanismo enaltece al juzgador”.


Deseamos al amigo y profesional, el doctor Ricardo Vera Pabón, muchos éxitos en su nuevo compromiso de ser un respetable académico: el comprometido escudriñador de la historia y de las letras; sus honrosamente adquiridos méritos lo han dispuesto así...


Los titiribiseños aplaudimos sus logros y lo acompañamos en ese fecundo futuro  que lo espera.




Titiribí

Este municipio de Antioquia limita al norte con Armenia y Angelópolis, por el este con Angelópolis y Amagá, por el sur con Venecia, y por el oeste con Concordia.


Historiadores relatan que fue fundado el 17 de abril de 1775, por el señor Benito del Río, en territorios de los indios Nutabes, entonces dirigidos por el Cacique Titiribí, de quien la población deriva su nombre. 


Fue erigido como municipio en 1815.


Su importancia ha estado ligada a la minería, especialmente del oro, que atrajo a importantes familias de Medellín y del mundo a sus territorios. El actual Museo del Oro alberga el vestigio de Titiribí como el mayor proveedor de oro de la época hispánica en Colombia. Aunque el oro ya se fue, dejó una importante historia y construcciones que son reflejo de sus años de esplendor.