Una propuesta en pandemia y después

Autor: Pbro. Emilio Betancur
19 julio de 2020 - 12:08 AM

Algunos biblistas consideran que la explicación del Reino de los cielos como una mujer que mezcló la levadura con tres medidas, artesas, de harina, y con solo eso fermentó la casa (evangelio), como la parábola Reina

Medellín

Del domingo pasado a éste hemos tenido una semana en la que nos hemos sentido más temerosos porque según los datos parece que nos haya cercado más la muerte a nosotros y a los otros; con serias dudas que colapse el sector de las UCI y no tengamos el recurso humano suficiente, los profesionales de la salud para atendernos. Hechos como el de la explosión del carro tanque de gasolina cuando estaba siendo saqueado o el del propietario de un carro asaltado para robarle todo el pescado; además de no tener ninguna justificación, carecían todos de “una renta básica” de subsistencia.

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A la gravedad de la situación podemos agregarle que la cuarentena en casa es una excelente experiencia de cuidarnos entre nosotros y los más cercanos para ser más egoístas, porque lo que les está ocurriendo a los demás lo vemos por televisión; a casi todos nos conmueven las malas noticias pero, no alcanzan a cambiarnos el corazón de piedra por un corazón solidario

Con la Palabra en la liturgia de este domingo, el Resucitado quiere proponernos a la multitud tres parábolas para comprender qué es y qué interés tiene para todos el Reino de Dios. Este nombre hacia parte del lenguaje de Jesús desde su uso en la primera Alianza, A.T, como un modo de ser de Dios al interior de las personas intentando impregnarlas. Quien sienta que Dios actúa en su interior progresivamente está teniendo la experiencia del Reino de Dios. Pues bien, el reino de Dios es como una buena semilla sembrada en un campo durante el día, cuando todos se durmieron el enemigo sembró mala yerba en medio del trigo y se fue. En la biblia ese Mal, enemigo se llama diablo (dia-bolos), porque es el que separa, el que divide. El mal es diabólico no porque provenga de una fuente externa al hombre sino, porque lo encuentra indefenso, impotente, degrada tanto al hombre que de responsable lo hace irresponsable, echándole la culpa al otro, por culpa tuya o de los tuyos… nunca por culpa mía o de los nuestros. La cizaña y el trigo están mezclados en nuestro interior. Es en la libertad humana donde florece la cizaña, amenaza a la buena semilla, razón para que Jesús nos pida que la cizaña no se arranque en cuanto empieza a brotar trigo, porque Dios tiene la paciencia de esperar que el trigo nazca; sólo al final se sabrá quién es quién; entre tanto demos testimonio por nuestra manera de vivir que en nuestro interior hay más trigo que cizaña, procurando ser más humanos y solidarios. Esta lucha interior la vivió primero Pablo que la comunidad cristiana: “Lo que realizo no lo entiendo, porque no hago lo que quiero (trigo), sino que hago lo que detesto (cizaña). Ahora bien, no soy yo quien hace eso, sino el pecado (dia-bolos) que habita en mí. El deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. No hago el bien que quiero, sino que practico el mal que no quiero. Pero si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo ejecuta, sino el pecado que habita en mí.” (Ro 7,15-20)

El pasado domingo la tierra, nuestro interior o corazón podía dar respuestas diferentes a la palabra sembrada; hoy el Reino de Dios sea como sea crece incluso donde el maligno haya sembrado una malévola semilla. Los oyentes de Jesús estaban acostumbrados a comparar el reino de Dios como reino de los cielos, con los cedros del Líbano que se elevan hasta el cielo pero, jamás de imaginar que el reino fuera como una semilla pequeña, uno o dos centímetros solo con un gramo de peso que se convirtiera en un arbusto en cuyas ramas descansaran los pájaros. ¡Hasta dónde llega el reino de Dios en nuestro interior casa de descanso! (evangelio).

Algunos biblistas consideran que la explicación del Reino de los cielos como una mujer que mezcló la levadura con tres medidas, artesas, de harina, y con solo eso fermentó la casa (evangelio), como la parábola Reina. Jesús es el primero que experimenta a Dios creciendo en su interior hasta saturarlo como Reino de Dios en Él. Dios por el Bautismo en el Espíritu satura al ser humano; luchando desde nuestro interior, para que nos abramos y seamos semejantes a Jesús en el servicio solidario a los demás. Ésta fue la experiencia fundamental de la fe antes de cualquier otro escrito.

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La experiencia de Jesús que es la nuestra la confirma el libro de la Sabiduría: “Teniendo dominio sobre todos, puedes tener de todos compasión, obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo, creyente, puede ser humano con los otros; y colmaste a tus hijos de esperanza, (trigo) pues, cuando han pecado, (cizaña), les das oportunidad de conversión” (trigo, reino de los cielos). (primera lectura). El correr de la vida es sembrar, crecer y cosechar, no hora por hora, sino ahora en pandemia, intentando dejar de ser como hemos sido masa; sino para el resto de vida ser levadura por experiencia de lo ocurrido pero, ya corregido. Hermanos: El Espíritu santo viene en ayuda de nuestra debilidad, gime en nosotros aún sin palabras intercede en favor de los fieles para que estén de acuerdo con lo que Él desea para nuestro bien” (Segunda lectura)

 

Lecturas del Domingo 16º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Domingo, 19 de julio de 2020

 

Primera lectura, Lectura del libro de la Sabiduría (12,13.16-19)

Salmo. Sal 85,5-6.9-10.15-16a

Segunda lectura. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,26-27)

Evangelio. Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-43):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero."»

Les propuso esta otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secretos desde la fundación del mundo.»

Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»

Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los corruptos y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre. El que tenga oídos, que oiga.»

 

Palabra del Señor

 

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