Cuando el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, se atrevió a exponer “los ocho errores de Hidroituango” explicó que la casa de máquinas tenía las proporciones de la catedral de Medellín. Hoy todo el país clama por la verdad de lo ocurrido: academia, ingenieros, entes de control, pobladores del cañón del Cauca, alcaldes locales, la ciudadanía, necesitamos que la dirigencia de Hidroituango y las “ías” respondan a las preguntas que vician el ambiente. Durante la licitación varios de los proponentes se retiraron denunciando irregularidades en el proceso (Ideas Verdes, Juana Afanador, 13/12/2018); quedaron dos y fue escogido el consorcio CCC que presentó, casualmente, la oferta más baja; no obstante que Coninsa (miembro del consorcio) había realizado asesorías y estudios previos, lo que lo invalidaba para licitar. Finalmente en el transcurso de la ejecución, vía sobrecostos, primas y reajustes se sobrepasaron con creces los valores de cualquiera de las propuestas denegadas. Este es el primer frente por dilucidar de parte de los entes de control.

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En el Estudio de Impacto Ambiental-EIA se establecen Planes de Manejo–PM para las múltiples variables que constituyen el conglomerado cañonero (del cañón del Cauca), desde las medioambientales y sociales, hasta infraestructura y servicios, de los cuales no se conoce su real cumplimiento. El nivel del restablecimiento de las condiciones de vida a los pobladores, a la fauna y la flora y al Patrón Mono (como nombran los indígenas nutabes al río Cauca) deberían ser prioridades dentro de la agenda de la obra de manera inaplazable, no quedarse solo en el papel; y de su cumplimiento debe dar cuenta la Anla. Cómo se aplicaron los PM al entorno, clasificado como bosque seco tropical, con amplia diversidad de especies animales (mamíferos, aves, mariposas, anfibios, reptiles) y forestales; los impactos sobre el cuerpo de agua del río Cauca, sus afluentes y su tributo al Magdalena, ciénagas y humedales y sus cambios morfológicos; impactos sobre la riqueza íctica durante y después del proyecto. Compensaciones y medidas de mitigación de todos estos componentes.

El mejoramiento y construcción de carreteras, puentes y hasta un quimérico ferry, que hacen parte del listado de promesas de los PM no han sido noticia aún. Lo mismo puede decirse de la reubicación de la población que debió evacuar por sus propios medios, en 2015 Orobajo y Barbacoas; y forzosamente por la creciente de 2018 Puerto Valdivia, que todavía hoy deambulan sin rumbo; perdieron sus enseres y sus medios de subsistencia, sus saberes ancestrales, sus costumbres dependientes de los ciclos de crecientes y bajas del caudal del río y las historias de vida enterradas en él. Los centros educativos, centros de salud ¿están funcionando? La vida, la cultura, el trabajo, las familias, sus animales de compañía, fueron hechos trizas, podríamos estar hablando de una verdadera tragedia humanitaria. Hoy que el gobierno colombiano y el país se conmueven por los desplazados de Venezuela, deberían estar mostrando la misma solidaridad con estos connacionales que han sido aplastados por una locomotora llamada Hidroituango y minimizados por toda una cadena mediática. En contraste, EPM levantó el ostentoso campamento Tacuí (5 estrellas), en el sitio que fue asentamiento de una comunidad indígena que fue desalojada. A qué costo, lo ignoramos, pero es una afrenta a las comunidades desatendidas. Todo esto sería un amplio frente de investigación para las “ías”.

Ríos Vivos se queja de que no convocaron a consultas previas con la comunidad en todos y cada uno de los doce municipios y veredas aledañas, para enterarlos de manera diáfana acerca del proyecto. Está por verse cómo censaron a la población y qué políticas, programas, medidas arrojó dicho empadronamiento. ¿Se cobijó a los 113.000 habitantes del cañón habida cuenta de su diversidad para las medidas de compensación: campesinos, pescadores, barequeros, comunidades indígenas, arrieros, finqueros, negociantes, transportadores? ¿De qué manera reconstruir la actividad económica de toda esta población que se alimentaba de actividades alrededor de un río que fue trastocado hasta la médula; así mismo, bajo qué parámetros se tasó el precio de la tierra para indemnizar a los pobladores y cómo se llevó a cabo la enajenación y abandono de los predios?, ¿acaso de manera consensuada?

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El colmo de la improvisación se reflejó en el absurdo manejo que se dio durante la sequía provocada por el cierre de compuertas en febrero. Es irracional creer que recoger peces en baldes era el método de salvar la riqueza íctica que se afectó. Si de verdad se hubiera tomado en serio lo escrito en los PM se tendrían montados todo un sistema de monitoreos, recolección, estanques, etc., con los mismos pescadores y asesores de universidades; más aún, la recuperación de condiciones del lecho como: plancton, camarones de río, microorganismos, sedimentos, han dicho pescadores e investigadores “puede que nunca se logre” el color verde del agua aguas abajo lo dice todo, porque el sedimento se está quedando filtrado en la represa. Y rematan “el río está muerto”.