Prohibiciones fatales

Autor: Eufrasio Guzmán Mesa
22 febrero de 2018 - 12:10 AM

Para nadie es un secreto que la actual actividad prohibicionista con las drogas ha puesto a la nación colombiana en una situación terrible.

La captura de algunos cabecillas de una sofisticada red de narcotráfico que producía marihuana de alta calidad y otras sustancias psicodélicas plantea de nuevo un tema central de la cultura humana. No es irrelevante pues la reinante prohibición a las drogas psicoactivas ha tenido el efecto colateral de generar una actividad ilícita de alta rentabilidad que ha desarrollado sistemas avanzados de comercio logrando vulnerar los controles más estrictos. El problema no es solo con las drogas, la lección que se dio EEUU a sí misma como nación durante más de medio siglo, pujando por prohibir el alcohol y luego reconociendo su importancia, parecen lecciones no aprendidas ni por ellos mismos

Para nadie es un secreto que la actual actividad prohibicionista con las drogas ha puesto a la nación colombiana en una situación terrible; al ser epicentro de la producción y comercio hemos puesto miles de víctimas y los dineros ilegales han alimentado el conflicto al ser usados esos dineros por la guerrilla y las bandas criminales para aumentar su poder.

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Las sustancias psicoactivas son parte del proceso evolutivo del ser humano y parecen tener estrecha relación con interacciones similares a las de la alimentación. Es un hecho que somos el resultado de adaptaciones al medio ambiente y las dietas, lo que es bueno para comer, es una mezcla de actividad selectiva, disponibilidad e interacciones orgánicas que han moldeado nuestro sistema digestivo y nuestra dinámica energética. Sin lugar a dudas algo similar ha pasado con los enteógenos, término adecuado para denominar los narcóticos. El término, relativamente nuevo, sigue siendo vago pues decir que algo genera entidades en nuestra mente es quizás tan vago o difuso como decir que los alimentos nos aportan calorías o nutrientes.

Nuestras relaciones con el entorno son más profundas, complejas y delicadas de lo que nos imaginamos y así como no hay sustancias psicoactivas universales tampoco podemos ingerir discriminadamente cualquier alimento. El yagé y la coca son tan americanas como la papa y el tomate y si bien las segundas son alimento universal las primeras están en proceso de reconocimiento y asimilación extendida. Y es una verdad de Perogrullo pero hay que repetirla: una cosa es la mamá coca, la hoja que se mambea y otra el clorhidrato que los laboratorios alemanes precipitaron químicamente hace un siglo. La literatura técnica y artística ha dejado registro de esa profunda diferencia. La experiencia mundial con el consumo de alcohol es un buen ejemplo, un espejo quizás, de lo que es erróneo en el trato político económico y el diseño de políticas públicas. Lo que sí parece comprobable es que una actitud prohibicionista y un falso ascetismo son erróneos

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Las consecuencias negativas de la prohibición las pagamos todos, consumamos o no. Es un negocio rentable que no va a dejar de existir y se está quedando en las manos de las mafias, de los ricos de siempre, las cofradías siempre dispuestas a todo y un historial de muertes violentas incalculable. Pese a la contundencia de los datos, el panorama en Colombia es otro. El debate de la legalización tiene pocas caras visibles y hasta el momento ninguno de los candidatos presidenciables que están en el sonajero tiene el tema en su agenda. ¿Quién pierde con la legalización? Con el narcotráfico parecen estar ganando todos los dueños de la sartén y del mango. Y la humanidad no avanza en el tema pues el pasaje del Génesis sobre la prohibición del fruto no ha sido comprendido.

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