Nada es más revelador del oscurantismo reinante que la perplejidad y falta de decisión para la participación de los ciudadanos en la próxima jornada electoral, igual pasa con las anteriores para que no nos hagamos ilusiones. Somos un país a la deriva conducido por tuertos y cegatones, pero en verdad algunos sí sabemos quiénes que van a apropiarse de los recursos comunes, empezando por el ahorro sagrado de toda una vida de los trabajadores. Y es que hemos llegado a la simplicidad total, al fondo del tazón y eso se expresa en quienes sencillamente van a votar por el que diga tal o por cuál y eso sólo aumenta la perplejidad y el desconcierto.

Lea también: Convicciones ciegas

Carentes de toda autonomía y capacidad de juicio como minusválidos mentales millones solo aceptan que un líder de pacotilla decida por ellos. Votar tan ciegamente no está lejos de la situación de muchas mujeres que en el siglo pasado votaban lo que dijeran sus maridos. Y por contraste hay que saludar a las que ahora se preparan a conciencia para tratar de hacer política de otra manera. Les daré mi voto. Pero volvamos a atrás y miremos que millones votan sin pensar, lo hacen por el que diga ese líder y ese liderazgo, bueno es recordarlo, en su pobreza y en toda la calamidad acarreada, también expresa pobreza espiritual, limitación mental, falta de información para tomar decisiones.

En épocas de oscurantismo renacen las creencias en los horóscopos, la voz que se le cede a los brujos, se impone la irracionalidad reinante que niega la evolución y desprecia la ciencia y encumbra el misticismo y la pasión como camino. Por ello, y hace muchos años, los votantes van como zombis profundizado una tiranía que no es otra que la de la plutocracia dominante, aquí y en el planeta. Y si miramos el asunto de las visiones de sociedad y de futuro ahí sí estamos clavados y solo repetimos los atavismos enajenantes. En toda América Latina estamos fritos, volcados hacia el pasado, queriendo reencauchar héroes y nos negamos a descubrir por medio de la investigación sus pies de barro, sus errores garrafales, su mediocridad cubierta por décadas de mentiras y los hemos entronizado sin mayores merecimientos.

Le puede interesar: Ética y política

Nuestra tragedia como naciones está en la escasa visión de futuro que nos lleva a la ruina de los trabajadores y los desposeídos. Todo esto que acabo de enumerar es lo que se observa en la campaña electoral actual, en ella han primado de nuevo la descalificación inmediata, los insultos, la negación, la superficialidad, la ignorancia crasa de muchos de los candidatos a las corporaciones y a asumir los cargos ejecutivos en municipios y gobernaciones. Todo esto es un claro indicador de la ignorancia generalizada, somos un país sin ilustración y la afirmación puede extenderse también a casi toda Latinoamérica que como cuerpo enjaulado se sacude en espasmos agónicos que parecen desatar energías sin conducir a puerto sano.