Los hombres del agua

Podemos comenzar contando una historia como se relatan los cuentos de hadas, de príncipes y castillos… “Erase una vez hace miles de años un grupo de hombres y mujeres vinieron caminando desde el sur del continente suramericano , atravesando los macizos, abriendo espesas selvas y buscando siempre el agua, las orillas del mar, de las quebradas, de los ríos, de aquí que se llaman “hombres del agua” y se cree que vinieron del Asia. A nuestro país entraron por las selvas del Amazona del Brasil a Nariño, cruzaron nuestras tierras siempre buscando el agua de sur a norte, hombres, mujeres y niños de rostros trigueños, todos muy parecidos como calcados en su fisonomía, de cabellos lisos y muy negros. Caminando de sol a luna, llegaron a Tierralta, Córdoba y allí construyeron sus tambos con madera de roble.

Son felices por naturaleza, su vida de alimento es principalmente la pesca y la cacería de la guagua, del armadillo, del venado que preparan ahumado, asado o cocido. Dominan las selvas húmedas. También siembran el plátano, el maíz, la yuca y el fríjol. Si se enferman llaman al curandero que los cura con plantas. Se visten de paruma y no es tan importante la prenda interior. En la antigüedad, la paruma de los hombres era hecha de tela de corteza de árboles. Ellas consiguen telas vistosas de muchos colores para su corpiño y su paruma que se cruzan en la cintura dejando al aire libre su crecido vientre. Es muy importante saber que para ellas el vientre tiene el gran significado de la maternidad, por eso es un honor lucirlo. Ellas y ellos se pintan el rostro y el cuerpo con una preparación que hacen de la fruta de la jagua. Esta fruta la rallan, la exprimen y la mezclan con carbón, con esta tinta se dibujan figuras de acuerdo al estado emocional que tengan. Ellas adornan sus cuellos y manos con hermosos trabajos que ensartan con chaquiras de colores. Este trabajo motivó la historia central de esta comunidad matriarcal que celebra en sus tradiciones los quince años de cada mujer. Para ellos la unión matrimonial a su estilo, es una ceremonia donde se cruzan las manos para que sean felices, es ceremonia de baile, es fidelidad para siempre, no admiten la infidelidad. Si se dan cuenta que el hombre tiene otra mujer lo acusan al cabildo, no se aguantan un mal marido y si esto ocurre la mujer tiene todo el derecho y lo hecha. La tierra es de ellas y su mandato es hacia adentro, el del hombre es hacia afuera. Ellas cuidan los hijos con esmero”.

Esta comunidad del Alto Sinú, en Tierralta, ha sufrido y vivido situaciones difíciles por estar sus tierras en medio del conflicto armado, paras, guerrilla, narcos y ahora el clan del golfo. Además desde hace 20 años el desarrollo de la represa de Urra, les quitó su “proteína” como le llaman ellos al pescado. Pero hoy día la responsabilidad social empresarial Urra ESP, dio el giro de apoyo a un proyecto que conjuga un esfuerzo de varios actores que vienen de diversas orillas. Es así como la alianza entre la Asociación de Mujeres Artesanas Embera Katío del Alto Sinú, la orientación de los diseños de Perla Dávila, diseñadora de Montería; la parte estratégica de moda de Código Malva que con su equipo se fue  por largos días a trabajar con ellos para darle las herramientas a los indígenas artesanos para que el producto final pudiera tener la calidad que exige hoy día un mercado nacional e internacional.

Talleres, capacitaciones, tardes de mucho sol, patronaje, técnicas de diseño, innovación, mejoramiento de procesos, visita de diseñadores reconocidos como una María Luisa Ortiz y un Juan Pablo Socarrás.

El resultado… Una colección con el nombre de “Ébéra Néka” que al verla desfilar en la ciudad de Montería, sacó más de una lágrima a los asistentes. Una colección impecable en su confección, armoniosa en el trabajo de las artesanías aplicadas a cada pieza, estampados ceñidos a la simbología de figuras y signos de la cultura Embera, prendas de siluetas sueltas muy fáciles de llevar. Accesorios como verdaderas joyas que solo ellas, las mujeres de la Asociación saben hacer desde hace cientos de años por herencia de sus madres, complementos de zapatos y carteras al compas de los coloridos, inspiración que ven en las guacamayas, micos, sapos, pájaros, árboles, frutas. Todo en el oficio de bordados, recamados, trabajo de molas, tejido con chaquiras.

El objetivo
Lo que se quiere es que el  esfuerzo de estas mujeres de la Asociación, miembros de la comunidad embera katío, puedan ingresar con elementos contundentes propios de su cultura al mercado de la moda y tengan sustento propio. Este es el verdadero camino hacia donde debe ir la moda en un sentido social. Sentido de apoyo, enseñanza de técnicas y aprendizaje de labores de una cultura de miles de años como es el magnifico trabajo de las chaquiras.

La frase de ellos
“Cuando un hombre da un paso es solo un paso, pero cuando una comunidad camina de la mano, este es un verdadero viaje”