El Sinifaná necesita formalizarse

Autor: Adrian Marcelo Buitrago Gallego
27 febrero de 2017 - 09:34 AM

Los mineros de la cuenca del Sinifaná le apuestan a la formalización, a conseguir mejores precios por el carbón y más seguridad en las minas, tras múltiples accidentes y numerosos muertos. Por su parte, las administraciones locales buscan fortalecer el agro como alternativa a la actividad extraccionista.

Suroeste

Antioquia no es un departamento fuerte en la minería del carbón, si se compara con la producción del Cesar o La Guajira, donde se concentra la mayor industria carbonífera del país y la facilidad portuaria para su exportación. Sin embargo, los municipios de la cuenca del Sinifaná (Venecia, Amagá, Angelópolis, Fredonia y Titiribí), en el Suroeste, son altamente dependientes de la extracción de esta roca sedimentaria.
Johan Serna, director de Gestión Ambiental y Minera de Amagá, señaló que este municipio es 90% minero, “la minería formal es rentable, la informal lo es poco, pues los mantos son muy pequeños, el espesor del carbón es de 80 a 90 centímetros; además, la mayoría no pagan seguridad social. En el municipio tenemos de 60 a 70 mineros informales”.
Actualmente en la cuenca de la Sinifaná hay 73 títulos mineros, 38 de explotación de carbón,   por encima de las areneras y las minas de oro.
 Héctor Taborda es minero desde hace más de 30 años. En su juventud decidió seguir con las prácticas de sus ancestros. A los 17 años inició a trabajar para una de las principales minas de carbón de la región, allí estuvo 21 años. Ahora, a los 50, tiene su propia empresa minera en Amagá, El Trapiche, la cual está en proceso de formalización.
“La minería nuestra es poco sofisticada, pero la estamos trabajando con  buenos montajes, los mineros tienen su linterna, ya no es con velas. Hay menos accidentes que antes. Hemos fallado en cosas, pero ahora estamos tratando de hacer las cosas bien. Es curioso que las grandes empresas legales son las que más muertos han colocado en la zona, en la pequeña minería el número es mucho menor”, indicó Taborda, quien sustentó esta afirmación en los 73 muertos en la mina San Joaquín de la empresa Carbones San Fernando, el 16 de junio de 2010, tras una explosión por acumulación de gases.
2010 fue un año en el que la Gobernación de Antioquia calificó de alarmante la accidentalidad minera, ya que hubo 2.168 accidentes y 78 casos fatales, casi en su totalidad en el Suroeste.
Jhon Jairo Tabares, camionero que hace viajes sacando carbón, estuvo de acuerdo con que las minas que más muertos han causado son las grandes, destacando el caso de la empresa Carbones San Fernando, donde han llegado a trabajar medio millar de mineros y han sucedido numerosos accidentes.
Contrario a esto, Antonio Romero, docente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, afirmó que “la inseguridad en las minas se debe a la informalidad”. De acuerdo con un estudio realizado por esta institución, el 95% de las minas de Antioquia incumplen con los protocolos de seguridad requeridos.
Liz Álvarez, secretaria de Minas de Antioquia, indicó que actualmente se adelantan procesos de formalización, aunque señaló que por los altos riesgos que conlleva ese tipo de minería las autoridades deben ser muy rigurosas al dar un título minero. Ella precisó que para garantizar la seguridad de los habitantes han hecho numerosos cierres, pero también hacen acompañamiento y capacitaciones a los mineros.
La secretaria especificó que “según los estudios y caracterizaciones realizadas por la Secretaría de Minas y la Agencia Nacional de Minería, en la cuenca de La Sinifaná se han identificado alrededor de 120 unidades mineras que ejercen su actividad sin el amparo de un título minero”.
Según los registros que se tienen en la Secretaría, en los últimos años ha disminuido la producción de carbón en la zona, debido, principalmente, a la caída en la demanda. La producción anual estimada de carbón proveniente de los municipios de la Cuenca de la Sinifaná está alrededor de las 550 toneladas, iincluyendo minería con título y minería informal.
Delsy Mazo, presidenta de la Asociación de Mineros de la Cuenca del Sinifaná (Asomicsi), creada por la Gobernación de Antioquia en 2009, explicó que “el año pasado presentamos propuestas para legalizar minas que cumplen con la normatividad; no hemos tenido respuestas viables, pese a eso seguimos trabajando en cumplir los requerimientos. Esperamos que este año sea posible y nosotros seguiremos empujando esos procesos. También buscamos que haya mejores precios”. 
“Somos unos 40 asociados de toda la cuenca del Sinifaná, para buscar mejores precios en la venta del carbón, no lo hemos logrado pero estamos en ese proceso, yo creo que para este año vamos a lograr esa meta, para que el minero no dé el carbón tan barato, para que pueda pagar seguridad social, salud ocupacional y cumplir con normas que exige el Gobierno”, precisó Taborda, quien también hace parte de Asomicsi.
Carlos Augusto Mejía, secretario de Gobierno de Angelópolis, indicó que ese pueblo tiene una tradición minera de más de un siglo, “con el tiempo se fue tecnificando y haciendo más fácil la extracción del carbón. En la década de 1990 iniciaron requerimientos de seguridad y ambientales, pues iniciaron a cobrar importancia los recursos naturales”.
Mejía indicó que, debido a numerosos accidentes, conformaron en 2013 la Mesa Minera para la Cuenca del Sinifaná. Después de ello, la Universidad Eafit realizó un estudio en las minas de carbón de la región.
Los expertos sugirieron que, de las 150 unidades mineras evaluadas, 49 debían ser clausuradas por su condición de inactividad y riesgo; 64 minas arrojaron un riesgo alto, por lo tanto recomendaron suspender las actividades en los socavones y someter a las 37 minas restantes a un plan de mejoramiento. El estudio evaluó siete tipos de riesgo en las minas, tres principales: explosión, inundación y derrumbe, y cuatro secundarios: descarga eléctrica, incendio, riesgo ergonómico e intoxicación con gases.
Con el cierre de estas minas, centenares de personas se quedaron sin empleo en estos municipios, principalmente Amagá y Angelópolis, ante lo que algunas minas con orden de cierre continuaron operando.
El secretario de Gobierno de Angelópolis precisó que en 2016 una de las minas que debió ser cerrada se inundó y murieron cuatro personas, “días después el dueño de la mina envió a otros mineros para que recuperaran las herramientas, allí murió otra persona. Fue un infierno. Todos nos reclamaron porque esa mina estaba abierta, pero es muy complicado para nosotros controlarlo”.
Titiribí es otro municipio minero de la cuenca. Su situación es muy diferente a la de Amagá o Angelópolis. Jhonatan Tamayo, secretario de Gobierno de esta localidad, explicó que “tenemos dos minas y ambas están legalizadas, no tenemos minería ilegal y se hace control constante para que no haya daños al ecosistema”. 
En Amagá “el impacto visual es muy grande, los pequeños mineros siempre el estéril lo arrojan a un lado, a veces junto a quebradas, lo mismo sucede con las areneras y las canteras”, enfatizó Serna.
Por su parte, Taborda apuntó que “seguimos recomendaciones para evitar contaminar. Yo sembré guaduales y más allá unos guayacanes para conservar las fuentes hídricas. Queremos hacer la minería bien hecha”.
Valor agregado
“El carbón es rentable y los precios están mejorando, pero necesitamos el apoyo del Estado. Además, el gas tiende a acabarse. Del carbón se puede sacar muchos derivados”, dijo Taborda.
Farid Chejne, profesor del Departamento de Procesos y Energía de la Universidad Nacional, aseguró que “Colombia está haciendo una minería de carbón de hace 300 años, en la que se explotan los recursos naturales sin valor agregado. (...) Del carbón se pueden obtener más de 50 productos derivados, entre los que se destacan oletinas, parafinas, fertilizantes, combustibles líquidos como el diésel y gasolina, químicos sólidos como el carbón activado, nanotubos, nanocompuestos, partículas en grafito, y dentro de los gases, hidrógeno y metano sintético”.
De hecho, el carbón activado es importado en grandes cantidades, ya que se usa en la purificación de aguas en las plantas de tratamiento de todo el país y en la industria alimenticia.
“En Colombia se exporta el carbón como un producto bruto, mientras que con mayor valor agregado se pueden tener quince, 20 e incluso hasta 50 veces más utilidades”, concluyó el docente.

Alternativas
Carlos Augusto Mejía, secretario de Gobierno de Angelópolis, apuntó que “cuando se cierra una puerta aparece otra. Por eso nació el proyecto Angelópolis Sale a la Luz; de la oscuridad del socavón a la luz del campo. Estamos buscando que personas tradicionalmente mineras se dediquen a la agricultura”.
Amagá también le apuesta a un cambio de vocación de la minería a la agricultura. Serna conluyó que “estamos buscando una transformación de cultura, apostarle a lo agrícola, que es el segundo  renglón del municipio. Pero la trasformación de cultura en un municipio ancestralmente minero es muy difícil, hay que coger a los hijos de los mineros a que miren otras alternativas para que no vuelvan a ser mineros”. 

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