Del archipiélago como metáfora

Autor: Úrsula Ochoa
23 enero de 2019 - 01:29 PM

La oferta artística de Medellín se hace cada vez más extensa; cada tanto aparecen espacios y eventos con la intención de fortalecer las dinámicas expositivas para los artistas que se esmeran por ser elementos activos en el arte local y nacional; así la exposición Archipiélago Medellín muestra a los diferentes públicos un fragmento de las producciones artísticas que coexisten desde la multiplicidad de enfoques, técnicas y lenguajes.

Medellín

Algunas estrategias expositivas se enfocan en la contextualización de las obras más que en sus exploraciones formales, convirtiéndolas probablemente en situaciones pedagógicas donde las obras y los discursos operan como una especie de “tesis de autor” (Anna María Guasch) que fomenta la reflexión y el debate sobre el arte que estamos produciendo ahora. La exposición Archipiélago Medellín derivada del seminario Compromiso D. ofrece a los espectadores una mirada sobre los intereses y proyectos de un número importante de artistas de la ciudad.   

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La pregunta ahora es la siguiente: ¿Hay unos rasgos particulares que determinan la producción de los artistas de Medellín? Los modos de producción, los diferentes intereses personales y teóricos, y la manera en que se desarrolla formalmente cada acto de creación son tantos y sus perspectivas tan diversas que la voluntad de etiquetarlos no sería posible. No obstante, la exposición procuró a través de tres ejes temáticos: lo urbano, la condición biológica y la memoria, conjugar de manera coherente las propuestas de más de 40 artistas que participaron en las dos primeras versiones del seminario. Con la organización de Alexa Halaby y la curaduría de Karen Grimson y Alejandra Sarria, la muestra se trabajó sobre la metáfora de “archipiélago” para señalar la diversidad de planteamientos y expresiones formales que cada artista desarrolla en su producción, entendiendo, según la curaduría, que cada trabajo se puede concebir como una isla que, sin embargo, establece relaciones con los otros trabajos para conformar una colectividad. Sobre esto podemos señalar que este modelo de propuesta expositiva debe considerarse bajo una premisa de calidad homogénea aun concibiendo la participación equivalente de los artistas, esto, con la finalidad de evitar un desequilibrio en la calidad y el protagonismo de unas obras frente a otras; por lo tanto, la conexión entre las piezas advierte una complejidad de relaciones que para algunos espectadores se podría presentar como una dificultad para discernir la claridad museográfica de la muestra.

Johnnathan Cano, Colere Monopolium// 2017

Johnnathan Cano, Colere Monopolium// 2017

La exposición está conformada por medios como pintura, dibujo, fotografía, escultura, performance, video e instalación. Algunas propuestas enfocadas al trabajo específico con el espacio son limpias y sutiles como la intervención en el piso de Ana Mejía Macmaster Impermanencia (2018), que produce un especial efecto tornasolado ubicada en el centro de la sala; la interesante pieza de Marcela Calderón Hongo (2016), que consiste en la intervención en una de las esquinas del espacio expositivo con agujas de acupuntura; la obra de John Mario Ortiz Batimiento (2010-2012), que alude a las transformaciones de los espacios físicos para plantear una lectura crítica de las convenciones del lenguaje arquitectónico; o la instalación de Laura Tobón Cántaros de Luz (2018), que desde un interés poético suspende una serie de cuencos de vidrio de tamaños diversos con agua y luz en su interior;  no obstante, durante la visita la pieza se halló apagada. Continuando con esta observación, una obra aparecía retirada antes de la clausura y sumado a ello, los videos y aparatos electrónicos se encontraron apagados salvo por la obra de la artista Sara Echeverri, con lo cual, el visitante se pierde una parte muy importante de la muestra.

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Por otra parte, el conjunto contiene bastantes piezas destacables como Punto de cruce (2018) de Ana Isabel Diez, Roberto (2015) de Sara Echeverri, Ejercicios de mnemotecnia (2018) de Alejandro García, M.D.E (2016) de Ana María Velásquez, Presos (2018) de Margarita Pineda; Cuerpo textual ( 2017) de Daniela Serna; 9 de Abril (2018) de Andrés Vergara; Estudio de anatomía botánica (2014) de Marcela Cárdenas, Colere Monopolium (2017) de Jonnathan Cano, la serie de piezas del artista Andrés Mauricio Rojas, entre otras.

obras de Alejandro García,  Claudia Velásquez, Ana Isabel Diez, y John Mari Ortiz

Vista de la exposición. En la imagen obras de Alejandro García,  Claudia Velásquez, Ana Isabel Diez, y John Mari Ortiz.

Que el arte es un lenguaje no hace falta discutirlo, es así como Archipiélago Medellín puede verse como un efectivo registro de experiencias y obras que se presenta como el fragmento de un importante manifiesto del arte que se produce en la ciudad.

Esta exposición estará abierta al público hasta el 22 de febrero en la Sala de arte de Suramericana.

 

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