Dago García es un vendedor de emociones

Autor: Giselle Tatiana Rojas Pérez
26 junio de 2018 - 03:00 PM

Un hombre sin reglas, quien se describe creativo en todo lo que hace, así es Darío Armando García Granados, más conocido como Dago García. 

Medellín

Lo llaman El Rey Midas del cine colombiano y él, pensándolo mucho antes de responder, aseguró más bien que es un vendedor de emociones.

Ostenta el récord de taquillas en el país, seis de sus filmes están anclados en la lista de las cintas colombianas más taquilleras de la historia, tras superar, ampliamente, el millón de espectadores. Sólo por referenciar una de ellas, según las estadísticas de Cine Colombia, su comedia El paseo 4 ha superado a producciones nacionales históricas como La estrategia del caracol (dirigida en 1993 por el cineasta y director Sergio Cabrera) y Rosario tijeras (basada en el libro del mismo nombre escrito por Jorge Franco, que se estrenó 2005). Este filme superó el 1.652.722 espectadores, y aún tiene ese récord como la película colombiana más vista de toda la historia.

Él, introvertido como siempre se le ve, aseguró estar tranquilo, esa es una cifra que no lo desvela.

Muchos críticos lo han sentenciado por recurrir al chiste fácil, si embargo, él se defiende apelando que lo que hace en entretenimiento emocional, lo cual no considera que sea malo. Y, más bien, confesó que hace muchos años no le presta atención a los críticos de cine, tal vez por eso será que sigue haciendo “lo contrario”, lo diferente; sigue haciendo aquello en lo que cree en su cine, aquí se debe dejar claro que él aún no se considera un cineasta.

Este autor cinematográfico ha sabido cómo lograr estrenar cada año, desde 1999, al menos una película. Lo hace todos los 25 de diciembre.

Se trata del guionista, director y productor bogotano Dago García.

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Pero, ¿cuál es una buena historia para él? O ¿cómo logra identificar cuál historia puede tener éxito? Estas y otras preguntas más sobre la idea de entretenimiento que vende y la concepción cinematográfica de sus obras respondió el productor Dago García a la sección Vida y Cultura de EL MUNDO.

 

Características de una buena historia

¿Qué características o cuál es la virtud que usted encuentra en la que llama una buena historia?

Personalmente creo que la intensidad es una de las características que no puede dejar tener una buena historia. Creo que las buenas historias son las conectan fácil con el público. 

Además, una buena historia debe tener identificación, es decir, que la persona que ve la historia de una u otra manera se siente representada, ya sea en un personaje, en un conflicto, en un desarrollo, en lo que sea, pero que encuentre en el desarrollo algo que lo remita a una emoción propia.

Yo soy un convencido de que las buenas historias deben terminar bien, y eso no quiere decir final feliz; deben terminar bien en términos de su construcción. 

A veces uno puede empezar una historia no muy bien, puede comenzarla de una manera confusa, poca intensa, lenta, pero estoy seguro de algo y es que las historias perdonan empezar mal, pero no perdonan terminar mal.

En síntesis, una buena historia para mí debe ser intensa, debe tener poder de identificación y debe tener un remate de historia bien construida.

¿Usted hace cine, televisión, teatro, en todos esos campos del arte aplica el anterior argumento?

Este argumento aplica para teatro, cine, televisión, para las canciones, para la música, para todo lo que sea narrativo.

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Al revisar sus producciones en cine pareciera que se ha dedicado a mostrar la parte jocosa de la idiosincracia colombiana. Pero, ¿cómo lo ve Dago García? O, más bien, ¿sí lo ha hecho así?

Yo a veces pienso que lo que he hecho es exprimir un poquito la memoria, mí propia memoria.

Caso todas las películas mías comienzan con un recuerdo de infancia o de juventud, no quiere decir que sean películas autobiográficas, porque finalmente con ese primer impulso construyes ficción, pero siempre como que el primer impulso, la primera chispa que me lleva a escribir los guiones es un recuerdo propio.

Entonces, ¿en sus películas vemos una parte de lo que es Dago García?

Sí. Yo creo que cuando uno hace entretenimiento, lo que uno vende es emociones, y cuando uno hace eso lo que tiene que hacer es un acto de sinceridad. 

El primero que tiene que emocionarse con lo que uno hace es uno mismo, en el entendido que si uno se emociona con lo que hace, pues de pronto alguien más se emocionará, pero si uno no se emociona con lo que uno nace, creo que difícilmente va a encontrar alguien que se emocione.

Le voy a copiar esto a alguien, escuché una vez que la comedia siempre es tragedia más tiempo. Uno termina riéndose de las cosas que alguna vez le causaron dolor.

Foto: Estefanía Posso Soto.

En el caso mío, yo vengo de una clase media, que parece que es bastante representativa, la clase media colombiana es la gran mayoría, entonces, recurriendo como a esa memoria emotiva que tengo y un poco escribiendo sobre mis propias experiencias, elaborándolas, pues parece que eso ha logrado que muchos se identifiquen y se identifiquen específicamente por el lado del entretenimiento y el humor.

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Bueno, y continuando con los argumentos de las buenas historias, ¿cómo ha logrado los varios capítulos de una misma historia, como El Paseo (2010, 2012, 2013 y 2016) o Uno al año no hace daño?

Eso depende del carácter del concepto y de la historia. 

Digamos, cuándo hice el primer El Paseo, y después de su éxito, me dije: ‘oiga, esto aguanta para hacer una segunda parte’. Y me puse a analizar qué era lo que era El Paseo 1, y ahí está el viaje Bogotá-Cartagena, pero qué pasó después de llegar allá, no lo sabíamos, y ahí me surgió la idea de El Paseo 2, por eso esa película empieza cuando ya llegan y es todo lo que pasa en Cartagena. 

Y para seguir, como le fue bien a El Paseo 2, dije: ‘hay que hacer el regreso’, eso es El Paseo 3, porque también un paseo tiene regreso y ahí pasan muchas cosas. 

Y ahora, este año, voy a estrenar El Paseo 5, el viaje de los compañeros de la oficina.

Depende siempre del carácter de la historia, hay historias que pueden tener más de un desarrollo y otras que no. En el caso de El Paseo, la naturaleza de la historia posibilita que se haga más de una versión.

Dago, ¿usted ha trabajado con comediantes consagrados en sus películas, ellos ¿qué le han aportado a sus filmes?

Muchas cosas. Finalmente lo que la gente ve en pantalla no es un gión, no es una idea, si no unos actores o unos personajes interpretados por unos actores, quienes son los encargados de llevarle al público las historias.

Cuéntele a los lectores de EL MUNDO ¿cómo consigue a los actores perfectos para cada historia?

Yo siempre me cuido mucho de encontrar para los personajes los actores óptimos para contar las historias escritas. Independientemente si son actores famosos, con recorrido, reconocimiento o si son actores populares o nuevos, siempre mi prioridad es que asean los actores ideales para convertir en una realidad eso que se está contando.

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Para mí sí es fundamental escoger los actores que son, y creo que eso es vital para la buena recepción que pueda tener una película.

Ya hemos explorado cómo concibe las ideas de sus películas, pero aún no sabemos quiénes le han ayudado a materializar esos éxitos en el cine colombiano, ¿de quién se rodea Dago García para grabar sus producciones?

Tenemos ya un equipo que a través de los años ha adquirido un training, ya tiene la experiencia adecuada porque han cualificado sus oficios.

El productor, Iván García (su hermano); fotógrafos como Sergio Iván Castaño o Diego Jiménez; sonidistas como Carlos Lopera; directores de arte como Hernán García (otro hermano).

Digamos que casi siempre trabajo con las mismas personas y la continuidad ha permitido que nosotros mismos vayamos creciendo con las películas.

Ahora digo, por fortuna hemos tenido continuidad y hemos logrado hacer ya bastantes películas, y eso ha redundado en beneficio del equipo, porque se ha fortalecido. 

Finalmente, ¿qué idea le surge de Medellín para una producción cinematográfica?

Siempre me ha inquietado el carácter. Yo siento que el paisa tiene ‘una melancolía cómica’ y no sé si existirá ese sentimiento, que curiosamente es muy parecido a cierto espíritu que hay en el Caribe.

Siempre he pensado que si hiciera una película paisa sería una que combinara la melancolía y el humor.

No sé cómo expresarlo, pero cuando pienso en la región paisa no pienso en historias, pienso es en ese sentimiento. Algún día lo convertiré en historia y ya veremos.

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