En la vida real lo más grave es cuando en lugar del “o” se aplica el “y”, es decir cuando en una entidad, o en una administración, o en una dirección, o en el desarrollo de un contrato, se combinan la ineptitud con la corrupción
Es conveniente empezar recordando que: hace varios años en el desarrollo de un importante proyecto de infraestructura social, se empezaron a presentar muchos hechos anómalos que no correspondían a la calidad necesaria. Se violaban los procedimientos establecidos, se irrespetaban las normas y especificaciones técnicas, se utilizaban malos materiales y así por el estilo. Se concluyó que el profesional encargado de la dirección del proyecto era inepto, porque no demostraba tener la idoneidad y capacidad necesarias, o corrupto, porque actuaba en contubernio con los contratistas, y entonces se decidió prescindir de sus servicios: ¡lo echaron Juanito!
En la vida real lo más grave es cuando en lugar del “o” se aplica el “y”, es decir cuando en una entidad, o en una administración, o en una dirección, o en el desarrollo de un contrato, se combinan la ineptitud con la corrupción. Puede ocurrir que la ineptitud trae a la corrupción o viceversa. En ambas circunstancias terminan por obrar simultáneamente. En pocas palabras cuando se mezclan esas dos características: la corrupción con la ineptitud su combinación es tan letal como la tantas veces mencionada combinación de alcohol con gasolina.
Un ejemplo, tristemente célebre, ocurre con la “corrupción de la sal” que se presenta en la administración de justicia, y cabe preguntar si el “cartel de la toga” en las altas cortes y la JEP no tiene como origen la “mezcla fatal” de la corrupción y la falta de idoneidad.
La comunidad se pregunta también si, en el fondo, esa “mezcla fatal” es la causa raíz, expresión muy de moda, de desastres como Reficar y el Túnel de la Línea, y en tantos otros proyectos de menor cuantía.
Entendiendo que la politiquería, el clientelismo, la mermelada y el “amiguismo” constituyen la corrupción de la política, es razonable pensar que dicha corrupción es la que le ha dado entrada a tanta ineptitud en muchos proyectos. Esto abarca desde los contratos en donde se “adjudican pleitos a dedo”, hasta la exaltación de gobernantes que han brillado por sus malas ejecutorias.
Un ejemplo cumbre es lo que ha pasado en años pasados con la Alcaldía de la ciudad de Bogotá, y sería entonces preciso entrar a analizar la forma como, en este caso, se ha mimetizado la corrupción que es una de las tantas formas de lucha del mamertismo: se fomenta la corrupción y los malos manejos para después pretender llegar, cual salvadores, a enseñar como se “hacen bien” las cosas.
Saliendo de estas “profundidades filosófico-políticas” es preciso analizar algunos casos locales para sembrar la inquietud entre la comunidad en vísperas de un proceso electoral que resultará en nuevos gobernadores, alcaldes, asambleas y concejos.
En tiempos, no muy lejanos, habría que repasar la historia del relleno sanitario de Moravia y el aplazamiento indefinido de la vía regional, a lo que habría que agregarles las vías circunvalares del Valle de Aburrá.
Más recientemente y a nivel nacional, se tienen los ya mencionados casos de Reficar y el Túnel de la Línea y habría que analizar el desarrollo de obras de infraestructura como la carretera al Llano y la vía a Buenaventura que se han transformado en verdaderos “toneles sin fondo”. ¿Sera que la causa raíz es la combinación letal de la corrupción con la ineptitud?
A nivel local, es preciso empezar con la Biblioteca España, y como lo “jurídico ha desplazado a lo técnico” se ha llegado a un aplazamiento indefinido de una gran inversión que, según se informa, exigiría duplicar el valor de la inversión inicial.
Es necesario proseguir con el proyecto Parques del Río, cuyo desarrollo ha causado el titular de un diario local que dice así: “Parques del río se traga más plata”, porque ahora se informa de “otro” otrosí, y es preciso analizar el hecho como se emprendió este proyecto para “dotar de más parques” a la ciudad, teniendo abandonados los parques somo los cerros tutelares de El Volador y Nutibara. ¿Cuál será la causa raíz para que se sigan “soterrando” tantos millones?
Sobre el “gran dolor de cabeza” con que terminan las administraciones locales, el proyecto Hidroituango, aunque no se ha determinado oficialmente la “causa raíz”, sí existen muchos indicios que permiten sospechar (todo a la manera de Sherlock Holmes) que la presencia de un mal contratista debido quizás a malos términos de referencia e interventorías ocasionó un retraso que motivó reacciones politiqueras y decisiones técnicas cuestionables, que, a su vez, dieron origen a la contingencia. Entonces cabe la sospecha de que se haya presentado una combinación de politiquería y amiguismo con la ineptidud de algunos funcionarios. El tiempo lo dirá si las “asustadorías” asumen, aunque tardíamente, su papel.
Como “no hay que ser negativo” debe reconocerse que la inauguración de la mitad del proyecto Túnel de Oriente demuestra que la obra se ha hecho con gran calidad, pero surgen los interrogantes:
¿No sería la causa raíz de la suspensión por más de dos años la combinación de la politiquería con la ineptitud? Al contrastar, además, la mala calidad del diseño de la doble calzada a las Palmas con la del tramo a cielo abierto inaugurado recientemente: ¿Podrá atribuirse esta diferencia a la combinación letal de politiquería con ineptitud?
Lo mismo ocurre con el tratamiento a última hora y en forma insuficiente de la Glorieta de San Diego para mejorar la movilidad de la zona.
Para las próximas elecciones, es preciso tener en cuenta que muchos candidatos han “estado ahí” en las administraciones y pretenden seguir estando. Por ejemplo: un concejal que aspira a la alcaldía, o un expersonero que tiene la misma aspiración y un exgobernador y exalcalde que quiere repetir gobernación, la comunidad debe analizar profundamente los desempeños que se tuvieron en sus administraciones, para estar tranquilos que no estuvieron influidas por la combinación letal, sin olvidar que se puede fallar no solo por acción, sino que también por omisión. ¡El que entendió, entendió!