Semejante o de lo íntimo como categoría. Una exposición de Male Correa

Autor: Úrsula Ochoa
6 octubre de 2019 - 04:26 PM

El mundo personal, lo íntimo, los recuerdos y los fragmentos de las vivencias cotidianas, han servido durante muchos años como insumos de trabajo para que los artistas des-oculten y compartan su mundo interior, a veces como una catarsis o como una estrategia para entenderse a sí mismos; en ese sentido, la artista Male Correa nos presentó en una casa alquilada en el barrio Manila, un conjunto de piezas donde reflexionó sobre su infancia a través de una exploración identitaria al recomponer su historia y la de su padre.

Medellín

Definir el concepto de “lo íntimo” para entender el curso desde donde yo lo abordaré en este texto, es necesario. Para este caso, lo íntimo vale decir no es “lo privado” pero lo presupone, en tanto que podemos pensar lo íntimo como un estado; es decir, como una actividad vivencial reflejada o como un modo de estar en el espacio. Lo íntimo tampoco es lo “intimista”, y sobre esto, el profesor Luis Puelles Romero ya nos había dado una luz cuando señalaba que: “Lo intimista alude a un modo de la caracterización estilística al que nos referimos cuando, por ejemplo, calificamos de ‘intimista’ a la pintura de Bonard, Vuillard o Matisse”; así las cosas, mientras que lo íntimo podrá configurarse como una categoría, lo intimista sería una cualidad en el arte.

Hey

Hey, Male Correa

Entrando en materia, el pasado 10 de septiembre, en una casa alquilada por la artista Male Correa en el barrio Manila de El Poblado (aquí la importancia de lo íntimo como “un modo de estar en un espacio” ), se inauguró la exposición Semejante, en la cual, ha recurrido a la reconstrucción de sus más profundos recuerdos de infancia para proponer una obra donde las ficciones y los hechos reales se conjugan y nos llevan de la mano en su búsqueda de los afectos fragmentados por una niñez vivida sin la presencia de su padre.  Con la curaduría de Julián Posada y un texto de Melissa Aguilar la muestra explora uno de los tópicos estéticos que ha sido discutido por siglos cuando se empezó a debatir sobre el vínculo entre el arte y la vida y la necesidad del autor por representar su mundo interior, aquello que en el horizonte nietzscheano encarnó la convicción de que no hay intimidad aislada de sus representaciones exteriores, o dicho de otra forma, la experiencia interior  entendida como una experiencia representacional.

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Por otro lado, justo por la alusión a sus acontecimientos familiares y a la semejanza con su hermana, su trabajo adquiere formalmente, al menos en esta exposición, una afinidad poética con la que recordamos el trabajo de la maestra Ana Patricia Palacios quien ha traspasado las nociones de lo personal, lo íntimo y lo privado, para dar fuerza a una obra que se pregunta lucidamente por las condiciones de la identidad. Ahora bien, cuando Male Correa convierte lo autobiográfico en obra, este conjunto de piezas se eleva por encima de la categoría del mero reportaje o la memoria y se hacen un sitio entre las jerarquías de los géneros literarios; pues recordemos, además, que la artista también transita en el mundo de la escritura. En relación a lo formal, Male Correa utilizó una diversidad de materiales como acrílico, óleo, tintas sobre papel tensado en bastidores, así como objetos que evocan comunicación y al mismo tiempo distancia; en palabras de Melissa Aguilar: “la soledad parece ser la poética a la que recurre la artista para lograr que el espectador sienta la invención de una vida”.

Vale decir, además, que la muestra estuvo planeada para ubicar al espectador desde una doble lectura; por un lado, se propone una lectura de la obra como ficción y, por otro, de la obra como una experiencia vivenciada. En este caso, el conjunto de obra presentada no estuvo realizado para que ficción y autobiografía funcionen como una polaridad, sino que, por el contrario, la muestra permaneció indeterminada por la fragilidad poética del caso. En este sentido, el uso de la metáfora no responde únicamente a las necesidades poéticas de la artista, sino, a la necesidad de poder realizar efectivamente la transferencia de los términos de la realidad a la forma plástica, de reconocer la importancia del material simbólico en la selección de los datos del mundo para la elaboración de cada pieza y cada pintura, y finalmente, para compartirnos su preciado mundo interior. 

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