A la pregunta de por qué la alcaldía de San Luis no está ubicada en el parque principal como en la mayoría de los pueblos de Antioquia, Kelly Ochoa, quien ha vivido toda su vida allí, explicó que hace veinte años la administración municipal, la Registraduría y otras instituciones públicas estaban en un mismo punto, pero fueron bombardeadas por la guerrilla. Tras eso, las reconstruyeron en puntos distintos del pueblo para evitar otra tragedia.

Esa fue uno de los muchos episodios violentos que vivió esa comunidad, a manos de grupos paramilitares, de grupos guerrilleros e incluso de la Fuerza Pública. Ella no está segura quiénes fueron los principales responsables de las repetidas tragedias, lo que sí sabe es que los muertos no se diferencian por colores ni ideologías, lo que sí sabe es que las balas son igual de mortíferas sin importar quién las dispare.

San Luis, un municipio de 403 kilómetros cuadrados, sufrió, según datos del Centro de Memoria Histórica, seis masacres que dejaron un saldo de 27 muertos. Los habitantes de esta localidad también sufrieron atentados terroristas, daños a bienes civiles, asesinatos selectivos y una largar lista de males que los hicieron optar por abandonar el territorio.
José Maximinio Castaño, alcalde de San Luis, señaló que en 1999 había cerca de 16.000 habitantes, “antes de recrudecerse la guerra”. En pocos años, según afirmó el mandatario, “cerca del 80% de la población se desplazó”. 

Para 2005, este municipio tenía una población total de 11.009, para 2017 está proyectada en 10.929, según cifras del Dane. Castaño apuntó que está proyección poblacional no hace justicia al actual número de habitantes que, según él, estaría próximo a los 16.000 nuevamente, debido a los procesos de retorno a la tierra, desminado y recuperación económica.

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“Desde hace unos seis años que vivimos en un relativa tranquilidad en la región, la gente ha retornado, después de haber vivido la guerra con toda la crudeza. El retorno ha sido constante, hoy la mayoría de la gente que se desplazó retornó. Las veredas están otra vez pobladas, hay personas que no han retornado, pero no por la inseguridad sino que ya hicieron vida en otros lugares”, puntualizó Castaño.

Otros municipios de la subregión de los bosques y del Oriente como tal han experimentado procesos similares. 

San Francisco fue declarado en 2015 territorio libre de minas. Serbulo Guzmán, alcalde de esta localidad, indicó que desde el 2007 fue iniciado un proceso de desminado humanitario, “en muchas de nuestras veredas no hay minas, sin decir que se exploró todo el territorio. En casi el 100% de municipios, las comunidades han podido retornar, la amenaza de minas ya no es latente. Los campesinos incluso a veces las detectan inservibles, pero no han ocurrido accidentes. Eso ha facilitado mucho el retorno a sus tierras”.
Guzmán especificó que en San Francisco “se ha dado un proceso de retorno, aunque sin los debidos protocolos contemplados en la ley, han sido retornos voluntarios, sin acompañamiento técnico del Estado, más bien recurriendo a la administración municipal para reiniciar sus unidades productivas”.

El mandatario local, coincidiendo con alcaldes de otros municipios cercanos, explicó que el proceso de retorno ha sido exitoso, “a diferencia de otras regiones, las tierras no fueron apropiadas por grupos ilegales”.

Otros municipios como San Carlos, el más golpeado por la violencia en la región con por lo menos 23 masacres, también avanza en el proceso de retorno y acompañamiento a las víctimas. 

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La primera masacre registrada en el Oriente por el Centro de Memoria Histórica entre 1980 y 2012 fue en Sonsón, a manos de las Farc; la última, en San Carlos, por grupos paramilitares, responsables de la mayoría de estos actos en la región.

Y es que todo el Oriente, en menor o mayor medida, sufrió los vejámenes de la guerra, incluso en Rionegro hubo una masacre, según el  Centro de Memoria Histórica.
Actualmente, tras años de violencia y muerte, el Oriente se recupera y no sólo económicamente, también lazos sociales que fueron destruidos por las balas de todos los bandos han renacido.