La renuncia del fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, la semana pasada puede tener muchas aristas, que en los medios de comunicación se han ido exponiendo en estos últimos días. Una de ellas puede interpretarse como la “papaya puesta” bajo una supuesta salida digna en relación con los casos de Odebrecht, otros también dicen que fue para evitar una parálisis que se podría dar dentro de la entidad por presión de los sindicatos gracias a la tensión generada en todos los niveles de la organización, que algunos, incluso hablan de acoso laboral y otros, lo asumen como un acto prepolítico, de inicio de campaña electoral para el mediano plazo.

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Pero más allá de esas motivaciones, el tema de la Fiscalía es preocupante. Hablar con personas que prestan sus servicios allí y en consenso expresan su júbilo, casi que hacen fiesta a la par, cuando él estaba presentando su renuncia públicamente, dice mucho de la calidad gerencial del Dr. Martínez. Muchos casos de fiscales llorando en audiencias por la sobrecarga laboral revelaron la tensión interna en el ente acusador.

El presidente de la República tendrá un gran reto para designar la terna, ésta deberá ser conformada por expertos penalistas, pero, que estén al margen de relaciones contractuales con sectores susceptibles de ser investigados, pero a su vez, qué no estén bajo la protección política de algún partido, la justicia merece ser respetada y sus acciones transparentes.

Durante todos estos años, la Fiscalía ha sido dirigida por personas externas, es el momento de darle la oportunidad a fiscales de carrera que conocen sus intríngulis, quienes por años han conducido los procesos penales, conocen sus debilidades y fortalezas para que desde el interior se generen cambios importantes que impacten realmente en la justicia como un servicio social de derecho.

Para el nuevo fiscal el reto es grande, más allá de lo jurídico, es reconstruir la confianza al interior de la misma entidad, generar climas y microclimas de trabajo conducentes a la productividad, y no se puede seguir pensando que la institución es una “fábrica de decisiones” que, por el afán resultadista, muchas veces van en contravía del derecho, lo que conlleva investigaciones disciplinarias para quién conduce el caso.

También es importante llevar de nuevo las investigaciones y las decisiones a su escenario natural, los estrados judiciales, y sacarlos de la justicia mediática. La noticia judicial debe darse a la opinión pública una vez los vinculados estén enterados de las decisiones tomadas. Existe el principio constitucional de la presunción de inocencia y qué todo implicado debe ser vencido en juicio, principios que se enturbian cuando son desarrollados por el afán mediático de la alta dirección del ente acusador, en ese afán de impactar con supuestos buenos resultados en la opinión pública.

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Llegó el cuarto de hora para hacer un cambio de fondo en la conducción de la Fiscalía, los últimos fiscales generales de una u otra manera han sido salpicados por acontecimientos que deslucen la misión de ella.

Comentarios:

María Eugenia
2019-05-23 10:36:19

Estoy absolutamente de acuerdo con la tesis que presenta Lázaro Tobón! Creo que es hora que se tenga en cuenta la carrera en cada uno de los estamentos que requieren técnicos, no políticos. Lo mediático está acabando con las verdaderas acciones y gestiones! Hemos visto casos de personas nombradas en puestos personas no idóneas...solo en política y de ahí la politización.

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