Las elecciones que todas las democracias realizan a mitad del período presidencial, son un termómetro para medir la aceptación de los distintos partidos.
La propuesta que actualmente discute el Congreso de la República para unificar elecciones de presidente y Congreso con las de autoridades regionales y locales y para obtenerlo ampliarle el período a los actuales gobernadores y alcaldes, es como mínimo un despropósito y parece a todas luces una jugarreta política para buscarle la continuidad al alcalde de Bogotá e impedir, como parece ser, que llegue a ese cargo una persona afecta al centro-izquierda. Esta antidemocrática razón la han adobado y presentado con dos argumentos: Una sola elección y no dos, es más económica para las finanzas de la nación y esa unificación facilitaría que se armonizaran los programas de gobierno de todas las autoridades ejecutivas del país.
Contestaría como lo hizo un guasón en las redes sociales: “Es más económica una dictadura” y al segundo argumento bastaría responderle que los planes de desarrollo, obviamente, tienen que ser diferentes. No son lo mismo las necesidades de un municipio que las de un departamento o de la nación. Incluso, no son semejantes los problemas de un municipio en Nariño que los de uno del Atlántico. Pobre argumento el que esgrimen.
Las elecciones que todas las democracias realizan a mitad del período presidencial son un termómetro para medir la aceptación de los distintos partidos, es decir, los de gobierno y los de oposición, con la opinión pública. Es lo que hemos dado en llamar aquí unas elecciones de mitaca. En Estados Unidos están próximos a celebrar elecciones de una parte del Congreso y el período presidencial del señor Trump apenas va por la mitad. Antaño el período de la Cámara de Representantes era apenas de dos años y el de los senadores era de cuatro años. Esos períodos tenían por objeto realizar las llamadas elecciones de mitaca. Finalmente se optó por unificar los períodos de Senado y Cámara. El constituyente de 1991 separó las elecciones regionales y locales de las nacionales y lo hizo con el buen criterio de desligar las primeras de las segundas. Así la gente no votaría “por un combo”, que es a lo que nos quieren llevar. Es decir, colgarle a un candidato presidencial seis o siete candidatos más y así falsear las democracias locales y regionales. Sería un atentado terrible contra la democracia colombiana.
Ampliar los períodos es otro despropósito de la iniciativa. El pueblo de cada municipio o de cada departamento votó por un alcalde o por un gobernador para que ejerciera el cargo durante cuatro años. Nunca votó para períodos de cinco o seis años. El Congreso, so pretexto de unificar períodos, no los puede ampliar. Eso sería una sustitución constitucional y para hacerlo la única competente sería una asamblea constituyente, ni siquiera por vía referendo se puede hacer.
Otro error craso que se está cometiendo con la propuesta es cambiar las reglas de juego sobre la marcha. La reforma constitucional que se está tramitando saldrá del parlamento a mediados de junio del año próximo y las elecciones regionales y locales están programadas para octubre. No olvidar el precepto de que el sistema electoral requiere reglas claras para resultados inciertos.