En días de este mes, hace medio siglo, se conocieron personajes y eventos que alteraron radicalmente el panorama mundial y el mundo de las ideas. La imaginación pretendía entonces llegar al poder a fin de remodelarlo, propósito que exigía no confiar en alguien que tenga más de treinta años pues la condición reaccionaria de su temple se figuraba incurable.

Cohn Bendit y la rebelión estudiantil en Paris provocaron hechos y tendencias que alteraron no sólo la fisonomía de la sociedad francesa; tuvieron resonancias en múltiples rincones del mundo, desde México a Vietnam, desde Praga a Nueva York. Insurrección juvenil y universitaria que trastornó hábitos y tendencias con lemas que predicaron una nueva ética. " Prohibido prohibir " fue acaso el estribillo más elocuente para una generación que consideraba a los mayores de treinta años entidades regresivas y reaccionarias, ineptas para entender y tomar parte en los múltiples escenarios de la Redención revolucionaria.

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Pues no se intentó sólo levantar barricadas en las calles de Paris para encarar a las policías- sirvientes de la gran burguesía. Ni se limitaron a protestar por la violencia rusa en las calles de Praga o declarar un duelo universal por la muerte del Che en Bolivia, un final acorde con su laica santidad.  

La rebelión fue más lejos y tuvo inesperadas consecuencias. Ejemplos para recordar: la masacre en My Lai que puso al desnudo los crímenes norteamericanos en Vietnam; la muerte de centenares de universitarios en México cuando se rebelaron contra una dictadura presidencial que pretendía ocultar abusos al calor de los juegos olímpicos; el asesinato de Martin Luther King y de Robert Kennedy, dos personajes que osaron poner en tela de juicio la desigualdad racial y el arbitrario credo político norteamericano.

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" Un nuevo cielo, una nueva tierra": aspiración que no se limitó a temas políticos y militares. La protesta femenina por siglos de servidumbre y obligada pasividad se escuchó en múltiples calles del mundo; el consumo de drogas difundió experiencias que desnudaron dimensiones humanas apenas conocidas; versos, sonidos y vestimentas pusieron en jaque a la odiosa y mediocre burguesía; y la Revolución- la última y definitiva – parecía por fin antojarse en el horizonte. Inclinaciones e espejismos que en parte habrán de modelar nuestra cultura hasta estos días.

Múltiples intelectuales animaron y enriquecieron estos escenarios. Uno de los más importantes es el británico E. J. Hobswam quien en su celebrada Historia del siglo XX puso al desnudo las perversiones de múltiples gobiernos y políticos. Otro es el psicoanalista Eric Fromm que acertó a explicar las raíces de la tentación totalitaria y la deliberada complicidad de no pocos que prefieren la abstinencia y la pasividad en lugar de la rebelión y de la denuncia en los momentos críticos de la sociedad. A su turno el filósofo y lingüista N. Chomsky pondrá al desnudo el engaño y las contradicciones del convencional discurso político, y el sociólogo C. Bauman enhebrará objeciones radicales al hueco discurso socialista que entonces legitimaba tiranías en Europa oriental. Planteamientos rebeldes que serán enriquecidos por Hanna Arendt con sus indagaciones sobre las modalidades totalitarias que presiden al moderno Estado, sin olvidar la revisión radical del marxismo por Lucien Goldman que entonces tuvo amplios ecos en las calles no sólo de Paris.

En suma: medio siglo desde aquel mayo de 1968 que alumbró ideas y actitudes que nos ponen a prueba en estos días. Viraje radical que puso al descubierto una vez más las dosis de rebeldía que una inquieta generación puede incubar y difundir con la ayuda de intelectuales que- sin engaños y sin la complicidad con los poderes establecidos- es capaz de animar en sociedades secularmente estancadas y pasivas.