Los premios

Autor: Eufrasio Guzmán Mesa
17 octubre de 2019 - 12:04 AM

El mundo y el gusto son injustos, se han hundido en las sombras del olvido excelentes creadores por haber tenido abiertas y publicas simpatías políticas a causas que habían sido objeto de un repudio general. Ese parece ser el caso de Peter Handke

Medellín

Eufrasio Guzmán Mesa

Los premios al trabajo literario no son concedidos con parámetros universales de calidad y las instituciones que los conceden ni siquiera aspiran a la objetividad. Se dice con frecuencia que las obras de lenguaje no pueden ser juzgadas con relación a otra cosa que a los cánones. Hay textos y gramáticas literarias atentas a las semánticas y sintaxis dominantes y son una suerte de referencia para premiar las obras. Es difícil establecer estándares objetivos de calidad basados en la aceptación o el éxito comercial.

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Está por otro lado el tema del sesgo político; en particular los premios Nobel siempre han estado rodeados de una atmósfera de clara simpatía con posturas “políticamente correctas” y eso ha facilitado que reciban premios personas como nuestro Gabriel García Márquez, o que se le hubiera sistemáticamente negado a un escritor brillante y universal como Jorge Luis Borges. No hay premio que sea totalmente ajeno a la intriga. En muchos casos se promueven candidatos y especialmente los editores tienden a invertir energías y dineros para lograr el premio para los títulos de su catálogo. En poesía en español la Editorial Visor ha sido reiteradamente cuestionada por la forma como interviene en la concesión de premios de poesía en lengua española. Hay que descartar entonces la objetividad total pues los factores políticos, sociales y los amigos gestores cumplen un papel central en estos procesos. Me atrevería a afirmar que los concursos literarios están en su gran mayoría tergiversados por la presencia de intereses y sesgos que pueden ser muy molestos, sobre todo para quienes mereciéndolos nunca los reciben.

Quienes han estudiado el tema del reconocimiento lo consideran tan importante como la alimentación y sin duda lo asimilaría al ejercicio del impulso jerárquico inherente a la naturaleza humana. Por ello hay personajes que en su afán de reconocimiento niegan de manera destructiva la honra y la imagen de escritores o poetas. En Colombia, un excelente traductor, ensayista y poeta, jamás recibirá premios destacados pues ha sido no solo crudo y directo, sino que se ha ensañado agriamente contra poetas y escritores que en el pasado le tendieron la mano. Igual se sabe que hay premios que han sido asaltados por la misma camarilla o grupo y parecen organizados como puertas giratorias, creadores actúan de jurados unas veces y de candidatos otras.

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Por supuesto que todo esto que acabo de decir no les quita valor a los premios, para los editores el reconocimiento se refleja en ventas y para los creadores es un cimiento que jalona toda la obra y le concede seguridad a quién lo recibe. Quisiera concluir afirmando que la dimensión política de un escritor o de un poeta es irrelevante, lo que importa son las fuerzas que sea capaz de conjugar, la capacidad de nombrar y dar voz a lo invisible. Sin embargo, el mundo y el gusto son injustos, se han hundido en las sombras del olvido excelentes creadores por haber tenido abiertas y publicas simpatías políticas a causas que habían sido objeto de un repudio general. Este parece ser el caso del premio Nobel dado al austríaco Peter Handke, algunos no lo consideran merecedor por la forma como se relacionó con el genocida Milosevic. Opino que la calidad de su trabajo lo sitúa por encima de esa polémica.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-10-18 16:40:56
Es completamente correcto, desafortunadamente, lo escrito por Don Eufrasio. Y no sólo se dan las"palancas" en los premios literarios locales, sino, aún más, en los premios Nobel, donde se manejan unas intrigas pavorosas, sea en las letras como en el premio de Paz, por ejemplo, sino que lo diga el hecho de que el año pasado hubo filtraciones y abusos, por lo que el Nobel de Literatura del 2018 apenas fué entregado ahora a Olga Torckazuk.

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