Las personas exponenciales

Autor: Ricardo Ernesto Torres Castro
12 mayo de 2019 - 11:32 PM

¿Cómo entender un poco el tipo, perfil, de personas que requieren las organizaciones exponenciales?

Medellín

Ricardo Ernesto Torres Castro

En el 2014 Salim Ismail escribió el famoso libro Organizaciones exponenciales. En este libro se nos prepara para asumir la administración de las organizaciones de hoy. Las instituciones han cambiado y con ellas las forma como se lideran. Esta realidad de cambio ha dificultado, sobre todo a las instituciones tradicionales, entender el cambio y en que consiste la administración de las organizaciones hoy. Nunca como ahora, pensar en una organización exponencial nos conduce a preguntarnos por el tipo de personas que las deben integrar. Resulta que en la actualidad hacer declaraciones de propósito superior o estrategia sin tener en cuenta a las personas termina siendo poco asertivo. La muy conocida máxima de “las organizaciones son las personas que la integran”, nos permite comprender a mayor profundidad que una organización que busque ser exponencial, “ya que su resultado es desproporcionadamente grande” (Ismail, 2014) por el uso de técnicas administrativas – organizacionales y tecnologías que generan mayor desarrollo, no podrían ser tales si no es por el capital humano que las desarrollan. Así es que, si las empresas son las personas, las organizaciones exponenciales están integradas por personas igualmente exponenciales. ¿Qué es una persona exponencial? En primer lugar, es un iluminado por la información. Un mundo que dejo de desarrollarse en torno al conocimiento y que pone su acento en la información, genera no solo niveles de superficialidad bastante evidentes, sino que, cambios rápidos y desmedidos que impide detenerse a procesar detenidamente la cantidad de datos que se generan en el día a día de las organizaciones. Más grave aún, cuando la información de las organizaciones y las personas estuvo al acceso fácil de todos, se fueron perdiendo en el camino valores y un profundo sentido humano que nos expuso a todos a someternos a un grado muy alto de vulnerabilidad. La democratización de la información fue mal entendida y los grados de abusos generados han obstaculizado el desarrollo de líderes capaces de situarse al ritmo de la tecnología. Vamos más lento porque estamos más expuestos a niveles de información que nos hostigan, nos agobian y hasta nos hacen desorientar.

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Una persona exponencial, es un relacionista. En una lógica del mundo donde, “cuanto más tuvieses – es decir, cuanto más valor `poseyeses´- más rico y poderoso eras. Para gestionar este activo, por supuesto, necesitabas personas. Muchas personas. Si una parcela de tierra era el doble de grande, necesitabas el doble de personas para cultivarla o protegerla. Afortunadamente, nuestro ámbito de control no se extendía mucho más allá del horizonte, por lo que este sistema funcionaba perfectamente.” (Ismail, 2014.) Este hecho definió las estructuras de poder, los mecanismos de organización de las personas involucradas, las estrategias de correlación y de sobrevivencia, los mecanismos de autorregulación y control, las normas de convivencia y de estas el fundamento de una ética que nos posibilitaba para la convivencia, y como consecuencia de todo, la capacidad de adaptación frente a cada situación que iba acelerando las formas de ser rentable, pertinente y suficiente. Con la automatización de procesos, hoy las mentes confundidas, muchas de ellas inmóviles por el miedo, frustran toda posibilidad de reinvención y se esconden detrás de los muros de las organizaciones tradicionales que aún no han comprendido por donde van las cosas, por donde se pueden hacer las más profundas, como las más espontáneas, disrupciones que son las que en definitiva abren camino a la innovación. El desarrollo de las organizaciones exponenciales, lo dije al inicio, va de la mano con el desarrollo de las personas exponenciales. Si el capital humano busca evolucionar a partir de las restricciones, muy posiblemente en vez de tener un capital disruptivo nos encontramos con uno trasgresor. Igualmente, las organizaciones que bajo el lema de la “austeridad” hacen evolucionar sus procesos, dicha organización lejos de ser disruptiva se convierte en trasgresora, inclusive para ella misma. Si una persona, por el contrario, evoluciona conectada a un mundo que le genera y le posibilita canales de información y abundancia en sus mecanismos, será un potencial exponencial para las organizaciones que persiguen el mismo propósito. “si logramos escalar la tecnología; ahora es el momento de escalar las organizaciones”.

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Ahora bien, ¿cómo entender un poco el tipo, perfil, de personas que requieren las organizaciones exponenciales? Cada vez más la educación, aunque lenta y muchas veces paquidérmica, va comprendiendo que la formación por competencias se hace más urgente. Ya no se trata de abstraer pesados conceptos sino de hacerlos posibles para las organizaciones. No se trata de hacer una carrera para conseguir títulos, y a más cantidad de títulos es errado entender hoy los conceptos de inteligencia y experiencia. Estos dos conceptos también han cambiado. La inteligencia, antes entendida como erudición o instrucción, hoy tiene un componente amplio de adaptabilidad al cambio y capacidad de procesamiento de datos entorno a las situaciones. Así es que ya no es más inteligente quien más contenidos sepa, sino quien mejor se relacione, quien mejor se desarrolle entorno a las ideas, quien mejor sepa adaptar los contenidos a las técnicas y quien mejor sepa desinstalarse para asumir los cambios. Igualmente, poco cuenta que hayas estado 30 años en una organización, seguramente haciendo lo mismo. La experiencia, entendida como el cumulo de años invertidos en función de un proceso hoy no cuenta mucho. Las personas que una vez hicieron algo bien y lo replicaron un número x de veces durante muchos años, son repetidores de algo que en algún momento hicieron bien, quizá ya no son personas de experiencia sino acumuladores de las mismas prácticas. Hoy, tener la capacidad de hacer algo bien, mejorarlo, sistematizarlo, escribirlo, ejecutarlo, corregirlo, pensarlo nuevamente, enseñarlo, para volverlo a mejorar, constituye esa cadena de valor que construye el concepto de experiencia que se requiere hoy día. Solo estas personas, formadas en esas capacidades, que parten de la inteligencia y la experiencia son las únicas que hacen de sus organizaciones comunidades de aprendizaje, que comparten los mismos propósitos, creencias, recursos, preferencias, necesidades, riesgos y otros elementos, ninguno de los cuales depende de la proximidad física. Por eso, las organizaciones exponenciales requieren de personas dotadas de un fuerte sentido de lo humano, transformadores eficientes, anclados a estrategias y con alto nivel de motivación. Así, que nunca como ahora el liderazgo es el componente fundamental de las personas que requieren las organizaciones exponenciales. Liderazgo transformador, humano, coherente con sus declaraciones.

 

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