Tras el alzamiento civil del martes 30 de abril, el país petrolero se debate entre las necesidades, el temor y la incertidumbre.
“La situación del país es lamentable. Los servicios públicos no funcionan, la escasez de comida cada día es mayor y los precios van por las nubes, la economía cada vez está peor, el sueldo mínimo lo aumentan cada que hay una protesta, pero ni así alcanza para nada. En cambio sí crece la desesperanza, eso se refleja en los rostros de la gente”, relata un estudiante de Maracaibo que pidió no ser identificado y a quien por motivos de seguridad llamaremos Sebastián.
Según su relato, “hay desesperanza porque ya la gente está pensando y sintiendo que con marchas y piedras los opositores no van a ser capaces de sacar a Maduro, que sigue firme con el respaldo de los militares y de una minoría que se hace sentir porque tienen el respaldo de las fuerzas armadas y los colectivos”.
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Pero el país está hundido en el caos, cuenta Sebastián, “y con el alzamiento civil del martes pasado todo quedó en peores condiciones, más división, más polarización, porque aunque la oposición tiene la mayoría, eso tampoco se refleja y no tiene mucho peso porque a la gente le da miedo salir a protestar”.
Alzamiento que la oposición llama Operación Libertad y el oficialismo intento golpista, y que dejó al menos cuatro jóvenes muertos a bala y decenas de heridos tras la represiva respuesta de las fuerzas armadas y los colectivos civiles, brazo armado del régimen chavista.
Una jornada en la que el presidente encargado Juan Guaidó y el liberado opositor Leopoldo López convocaron al pueblo a salir a las calles a reclamar el “cambio de gobierno y el cese de la usurpación de Nicolás Maduro en el poder”,
Según Sebastián, hay otra buena parte de la población, entre quienes se incluye, “que estamos cansados de tanto enfrentamiento y nada de soluciones, no somos ni de un lado ni del otro, pero la situación es insostenible, inaguantable, el país está invivible y se necesita un cambio urgente”.
“Con el alzamiento podría decirse que la oposición ganó un escalón, pero no se logró el cambio definitivo que se esperaba. Y eso sólo se logrará el día que los incentivos y las garantías que les ofrezcan a los militares sean tan sólidos que les permitan cambiar de bando o para que al menos permitan el proceso de transición que necesita el país”, considera Olmer Muñoz Sánchez, magíster en Ciencias Políticas y docente de la UPB.
Y cuando habla de garantías se refiere al país adonde pueden ir esos militares, a que la justicia internacional no los persiga y a que puedan mantener seguro su dinero y la seguridad de sus familias.
Por eso, advierte el docente, después del alzamiento “Venezuela quedó en un escenario de incertidumbre”, que desafortunadamente sólo se podrá aclarar cuando las condiciones sean mucho más precarias y el pueblo no aguante más.
“Suena horrible, pero como está planteada la situación, falta mucha hambre y más muertes todavía para que se dé un cambio en Venezuela, porque si la gente no sale a protestar, es porque todavía de alguna manera son capaces de resistir la precaria situación en la que están”, opina Juan David Escobar, director del Centro de Pensamiento Estratégico de Eafit.
Posición que también comparte Germán Darío Valencia, profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UdeA: “La situación no se resolverá a corto plazo. Puede darse en la medida en que al pueblo venezolano le toque sufrir más por falta de alimentos, agua, luz, medicinas, que haya mayor represión del gobierno, eso agota a un pueblo, pero hay que mirar hasta dónde son capaces de resistir. Por ahora el proceso de transición será de largo aliento”.
Presión internacional
Pero el conflicto va más allá, porque si bien internamente Venezuela está fragmentada, las posiciones se polarizan aún más con la presión internacional. De un lado Rusia, China y Cuba en apoyo del régimen chavista y del otro Estados Unidos y el Grupo Lima que apuntan al cambio en el país vecino.
Una lucha de poderes que aumenta la tensión. Estados Unidos y América Latina denuncian que la presencia militar rusa en Venezuela es una amenaza para la región y los rusos califican las posiciones de esos países y las sanciones económicas a Venezuela como una injerencia en asuntos internos del país petrolero.
Según el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, el papel de Rusia en Venezuela es “desestabilizante” de la nación y “de la relación bilateral EEUU-Rusia”.
Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, denunció esta semana el apoyo de Washington a la oposición venezolana en su intento de tomarse el poder.
Según Lavrov, sólo el pueblo venezolano tiene derecho a determinar su destino y a decidirlo en un proceso democrático, pero no explica la presencia de los militares rusos y cubanos en Venezuela.
“Además de los económicos, Rusia tiene unos intereses muy claros en Venezuela. Es un juego geopolítico que quiere defender y por el que hará todo lo posible, aunque en el fondo ellos saben que tarde o temprano el régimen caerá, pero están sosteniendo el pulso para ver qué más pueden conseguir”, opina Juan David Escobar.
“Rusia busca en Venezuela una posición estratégica en América Latina, empezar a ejercer cierta relación de dominio sobre los países del área, por lo que la negociación de Estados Unidos tendría que contemplar garantizar un pago mucho más efectivo de la deuda de Venezuela a sus acreedores rusos”, dice por su parte Olmer Muñoz Sánchez.
Orden de captura
Como lo anunció Nicolás Maduro tras el alzamiento civil del pasado martes, la justicia venezolana revocó la medida de “detención domiciliaria” al líder opositor Leopoldo López y ordenó su captura.
El Tribunal Quinto de Ejecución de Primera Instancia de Caracas explicó que la decisión se tomó luego de que López violara flagrantemente su arresto domiciliario el pasado martes.
“El juzgado en su decisión libra orden de aprehensión dirigida al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en contra del ciudadano Leopoldo López”, señaló en un comunicado el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
El Tribunal Quinto ordenó que López, del partido Voluntad Popular, siga “cumpliendo su pena de 13 años de prisión (de los cuales ha cumplido cinco años, dos meses y 12 días) en el Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde”, donde inicialmente había sido recluido, hasta que la presión internacional logró cambiar la medida por “casa por cárcel”, a partir del 8 de julio de 2017.
Desde el mismo martes, Leopoldo López se hospedó en la Embajada chilena en Caracas y desde el jueves está en la Embajada española, por lo que se estima que, por ahora, el régimen no podrá detenerlo.
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