El poder de la mentira

Autor: Eufrasio Guzmán Mesa
6 febrero de 2019 - 09:04 PM

Luchar contra la mentira, desconstruir su poder, es crear condiciones nuevas para una paz verdadera que empieza en el propio corazón y la mente serena.

Cuando replicamos cadenas o mensajes de dudosa procedencia estamos permitiendo que la mentira se tome el poder en nuestras vidas y en la sociedad. Cada ciudadano debería estar alerta para no replicar información falsa. La mentira y la falsedad suelen ser especialmente atractivas y volverlas virales implica un daño creciente. Por una razón relacionada con nuestra naturaleza humana las noticias falsas tienen alta probabilidad de ser compartidas. La verdad siempre ha tenido menos defensores y es más sencilla y menos seductora, por eso decimos también que la verdad duele y en cambio la mentira alivia el dolor y recubre los hechos con una capa frívola que permite evitar los sobresaltos. Hablamos por ello de mentiras piadosas.

Lea también: Las redes de las redes

Detrás de la mentira también se agazapan los egos, el deseo de informarlo primero; la compulsión a sobresalir es el principal factor de difusión de mentiras en las redes y en los procesos comunicativos. La falsa notoriedad que resulta de “haberlo dicho primero” nos juega una mala pasada; una gran parte de la información que circula en internet es falsa y por ello estamos frente a una erosión generalizada de la confianza. El tonto mecanismo de mandar información no verificada esperando qué otros confirmen ya es desatino.

Normas sencillas permiten no darle poder a la mentira en la vida social y en nuestras mentes. Lo primero es dudar siempre de todo. El sano escepticismo es una bella regla de vida que hay que aplicar cuando estamos ante nuestros dispositivos, en la navegación y en contacto con los medios de comunicación. Por ello mismo debemos acostumbrarnos a verificar. Una primera pregunta es ¿a quién le sirve esta información? Un segundo elemento es la pregunta por la calidad y confiabilidad de las fuentes. Vivimos en un mundo de poderosos intereses que se reflejan en versiones contradictorias, deficientes o parciales. El anonimato es generalmente la máscara de la mentira. Audios cuya voz no está asociada a una persona responsable generalmente deben ser desechados. Por principio debemos dudar de las conversaciones sueltas y el cotilleo cotidiano, Twitter, WhatsApp transmiten rumores falsos sin estructura argumentativa y permanentemente. Como nación hemos visto que eventos significativos de la democracia han sido tergiversados por agresivas campañas en las redes y expertos en profundizar en el poder de la mentira para enriquecerse obscenamente.

Sin ser periodistas profesionales, como simples lectores, debemos confiar en fuentes que consultan diversas versiones, corroboran, cuestionan, y comparan. Debemos igualmente preguntarnos por las evidencias, las verificaciones y la calidad de los medios. Internet también nos proporciona medios para comparar los resultados. La principal fuente de mentiras es el sesgo político o ideológico. Vivimos un mundo fuertemente polarizado, la neutralidad es tan escasa como la pureza virginal. La pregunta iniciar debe ser siempre: ¿a quién favorece una noticia o un enunciado? Hay que desconfiar por principio de los dos grandes bloques del poder mundial, que entre otras cosas vienen a tener el mismo origen pues el gran capital no tiene nación, ni rostro, se apodera de todo, nos miente permanentemente y se disfraza de bienestar supremo y opción única.

Lo invitamos a leer: Nuestra tarea

Lamentablemente quienes tratan de buscar opciones frente a la hegemonía de la plutocracia mundial incurren con mayor fuerza en la mentira como estrategia de combate contra quienes no tienen saciedad y terminarán destruyendo la tierra. Luchar contra la mentira, desconstruir su poder, es crear condiciones nuevas para una paz verdadera que empieza en el propio corazón y la mente serena.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-02-08 11:13:56
Excelente, como para tomar atenta nota.

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