Quien creyera que el color de un vestido, su diseño, su manera de lucirlo y los accesorios que lo complementan, hablan de toda una cultura, conocimiento, posición y seguridad del arte de vestir. Vestirse es un arte y más si representamos un cargo, posición o título.
El título de “primera dama de la nación” pesa en este país tropical que todo lo quiere ver y saber. Y opinar sin saber y sin ver. El caso presente es el de doña Clemencia Rodríguez de Santos, a la que todo el mundo la llama por un apodo que suena a villancico “Tutina”. Cosa que no es nada elegante y sin respeto. Personalmente no me gustan los apodos, ni los sobrenombres.
A doña Clemencia el país la mira con lupa. Es una mujer de porte elegante a la que le ha tocado en suerte ser la esposa de un hombre que se educó en Londres, de familia muy respetable, con fama de uno de los hombres bien vestidos del país y al que no le falta un peso en el bolsillo. Lo que uno tiene que traducir que la señora no puede salir en chancletas, ni despeinada ni siquiera al shopping de un centro comercial. Su título de “primera dama del país” exige tener asesor de protocolo y de etiqueta, que son dos momentos muy distintos respecto al ¿cómo me visto?
Hacía rato no había recibido tantos mensajes ni comentarios de todo lo que se opinó en las 'benditas' redes de los dos vestuarios lucidos por doña Clemencia en los dos primeros actos de estricto protocolo en la visita del papa Francisco.
1. En la recepción del aeropuerto ella lució un vestido-pantalón-falda en color gris de línea tiza, con mangas amplias de recogido al puño y un faldón con abertura delantera que cubría el pantalón de cote recto amplio. Corpiño amplio de escote en V cuello sencillo. En la cintura amplio moño con recogido. Pantalón y faldón demasiados largos que limpiaba el piso. Diseño de Johanna Ortiz. Demasiado rococó. Algo en la línea de lo clásico ya fuera en vestido o pantalón le hubiera ido mejor.
2. Hoy jueves en la recepción en la Casa de Nariño, la “primerísima” lució vestido dos pizas, chaqueta y falda en color blanco. Este color “blanco” al que todo se le pega, el que con mirarlo se ensucia, el que revela toda silueta dice… "yo soy único en las novias en el altar y en el vestido del papa”. Pero ella cual paloma de la paz se vistió de blanco top. Y además con una chaqueta que con el cuello, el moñito del cuello y las mangas de amplio vuelo como la muceta del papa, ya daban para dar y convidar en materia de comentarios. Diseño de nuestra queridísima Silvia Tcherassi.
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Dicen que doña Clemencia es una de las mujeres mejor vestidas de este país y la verdad es que su porte alto y suelto es un gancho al que todo le luce.
Un proverbio chino dice que los sabios son sabios porque son los que más preguntan y escuchan.