Diario de un paciente positivo para covid-19

Autor: Redacción
21 julio de 2020 - 06:05 PM

El médico Alejandro Bernal Rodríguez, de la Secretaría de Salud de Antioquia, quiso compartir con los lectores de EL MUNDO, su vida después de haber dado positivo de la enfermedad de covid-19, que adquirió en su trabajo. 

Colombia

Mi experiencia con la covid es un inicio de mialgias, es decir dolores musculares, principalmente en las extremidades, además artralgias, es decir dolor en las articulaciones, más que todo las rodillas. También he tenido escalofrío, pero no he tenido fiebre, llevo cinco días encerrado en mi casa y no he tenido ni dificultad respiratoria ni diarrea; aunque hace tres días perdí el olfato totalmente -anosmia- y tengo hipogeusia, distingo un poco lo dulce y lo salado. No he perdido el apetito, ni el sueño. Tomo Acetaminofén cada seis horas y Loratadina cada doce.

Anoche me dio una cefalea tipo clúster, no pulsátil, que me duró ocho horas aproximadamente, a pesar de haber tomado Aines, desapareció espontáneamente. En casa estoy en habitación a parte de los demás, uso mascarilla permanente, me hidrato con agua constantemente, y apenas evidencié la anosmia pedí teleconsulta, la médica me mandó la prueba y ya me la tomaron en casa. Estoy guardando reposo relativo, solo salgo de la habitación al baño. Todas las medidas las estoy tomando, para evitar que mi organismo se inflame más de lo que ya está, por la virosis. Ya reporté mis contactos cercanos y directos, y voy paso a paso en mis catorce primeros días de enfermedad.

Voy en el séptimo día de un viaje que maltrata mucho los músculos y las articulaciones. Mi mayor dolor en este momento es en la espalda torácica inferior. La cefalea que me atormentó dos días y que parecía un cable que entraba por los cornetes buscando la hipófisis, desapareció por completo. A las 3:00 a.m. estaba saturando 97%, ahora estoy en 96%, siempre en cama, poco más me levanto.

 

Toma de medicamentos 

Ayer no me acordé de tomarme el Acetaminofén del medio día y luego de almorzar me dormí. Me despertó el dolor tipo mialgias en todo el cuerpo, principalmente en las extremidades inferiores. En la mañana de ayer había hablado con Tomás Londoño, médico del CES de la primera promoción, anestesiólogo por 27 años, ahora médico funcional. De esa charla, al igual que las que tuve con Nacho Restrepo y David Gómez, determine tomar Azitromicina, 500 mg diarios por tres días, Ivermectina, una gota por kilo, una sola vez, y 20 mg de Prednisolona por día por cinco días. También sigo con el Acetaminofén y la Loratadina. En verdad aseguró que anoche fue la mejor noche, el dolor muscular pasó de 9/10 a 3/10. Sigo sin síntomas respiratorios y/o gastrointestinales, también estoy tomándome el jugo de un limón tres veces al día. Ayer averigüe y también me hicieron el favor de averiguar por mi muestra, y no la habían montado. Así las cosas, o uno actúa por conceptos médicos, sin laboratorio, o sufre lo indecible hasta que llegue un resultado, que con seguridad no llegará a tiempo.

Estamos en Locombia, la de Macondo, llena de mariposas amarillas y de soldaditos regulares - tres/cuartos-, nada de coroneles, a los que los laboratorios no nos escriben. Anoche, cuando me llegó la temperatura a 37.6°C, y me volvieron esos dolores musculares y articulares -como los del dengue- pensaba en mi interior de salubrista, de médico general, de papá: ¿entonces, yo qué hago? Hice lo único que tenía  para hacer: me tomé la Azitromicina, los 20 mg de Prednisolona, dos acetaminofenes y una Loratadina, ahhh, y el jugo de un limón.   

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Con toda esa “chichamenta” encima ya tuve diarrea. Pero se me quitó el malestar. Pude leer un rato, me medí la saturación de oxígeno, siempre entre 97% como máxima y 94% como mínima. Y en medio de la excitación esteroidea, y después de haber visto a Juan David Palacio y sus colegas, me preguntaba: ¿qué estarán haciendo las personas que no saben que al perder el olfato están casi que ante el signo más diciente de covid? Pobrecitas. A lo mejor ese taladro vital les estará taladrando los huesos y los músculos, y no sabrán que pueden acudir al excelente Acetaminofén y con 10 mg/kilo dosis podrán calmar sus malestares.

Este es el momento en que a nadie le he leído dos fórmulas que le aprendí a Coco, el perrito de la casa: “si me duele me quedo quieto” y cuando pueda me hidrato. Los santos esteroides, que a medida que lo van haciendo sentir a uno mejor, lo van matando lentamente por sus efectos secundarios, me han dado un segundo aire. En verdad el estado corporal cambia mucho cuando uno consume ese “berracol”. Y ni que decir de mi amiga la Loratadina, esa que no deja que la histamina tan cizañera e incendiaria funcione, e invite a los leucotrienos y prostaglandinas a empeorar las cosas.

Yo me tomé la Ivermectina, mínimo ya no tengo “lombrices”, pero es muy raro, desde que a mi cuerpo entro ese chicherio que he mencionado estoy mucho mejor. Obviamente estoy empijamado, y en reposo. No camino más de diez pasos, tomo agua todo el día, pensando que si la renina está bajita, no habrá angiotensinogeno hepático y menos angiotensina vascular y pulmonar.

No me falta mi Santo Rosario diario. La fe más que nunca está puesta en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. A la Virgen María me encomiendo noche y día, y rezo porque en este país tan pobrecito, salgan varias propagandas diciendo: si le duelen los músculos y los huesos quédese acostadito, no se mueva. Tome mucha agüita, orine mucho. Si nota que no le huele nada, quédese encerrado to en su casa. Si siente te le falta aire respire muy profundo y guarde el aire hasta contar hasta cinco, luego, como si tuviera un pitillo en la boca, vote el aire hasta que sienta que ya no tiene nada que votar y después vuelva y repita el ejercicio cinco veces, y haga ese ejercicio respiratorio seis veces al día. Yo lo he estado haciendo. Mi saturación de oxígeno ha pasado de 94% a 99% en menos de un minuto con ese ejercicio. ¿Hombe’, por qué será que no nos gusta la medicina preventiva y no farmacológica? Reposo, hidratación, y ejercicios de respiración también nos ayudan.

 

Como montando en bicicleta 

¿Han montado en bicicleta por las carreteras de Antioquia? Les pregunto eso para que recreemos los famosos columpios, esas subidas fatigantes que lo llevan a una bajada sensacional para volver al esfuerzo severo y así por varios kilómetros. Bueno, así ando yo, con momentos muy buenos, sin malestar, creyendo que ya estoy superando esta enfermedad sin nombre, porque nada que aparece el resultado, y de pronto, de súbito, agujas por todos lados, principalmente en las extremidades, y el escalofrío, en ese momento duele hasta cobijarse.

Y de ahí a esperar eso que llaman el período de latencia del medicamento analgésico, ese tiempo en que uno ya se lo tomó, pero aún no le ha hecho efecto, y en ese lapso la irritabilidad, el desasosiego, el malestar tan tenaz, el absurdo de los columpios sintomáticos que no lo dejan pasar a uno el día con tranquilidad, no hay forma de concentrarse por mucho tiempo, y eso que uno sabe que se tomó y también sabe que pronto empezará a sentirse mejor. Y los demás qué.

En mis ratos de “bajada” en el columpio sintomático, le he podido ayudar a pasar el malestar a mis compañeros que ya si tienen el resultado de su prueba y que me cuentan que están sintiendo síntomas y signos similares a los míos. Yo creo que las EPS podrían abrir unas líneas para escuchar a los pacientes, ya que muchos están solos, y no saben qué hacer, y si lo que sienten es o no grave y requiere evaluación inmediata. Pienso que en esta Vuelta a Colombia en la viremia vamos a tener que apoyar mucho a los demás. Hay muchas personas que están muy solas y preocupadas, y nosotros las podemos apoyar.   

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Es que a veces tomarse un Acetaminofén no es tan fácil, eso de la vida media y de la concentración mínima eficaz no se lo sabe todo el mundo, y ese consejito ayuda mucho. Recordemos que en esas subidas nos puede coger la pálida y el que le pasa a uno la caramañola lo salva, y que en las bajadas un descuido o una piedra lo sacan del camino, y lo ponen a sufrir lo indecible.

 

Confirmado el resultado 

Como se escribe en los diarios. Día nueve. Hoy ha sido muy duro, parece como si estuviera echado sobre brazas al rojo vivo. Que polimialgias tan dolorosas y recurrentes, vienen como por oleadas. Las artralgias también son fuertes. Pensando positivamente es mucho mejor tener esta sintomatología que la que lo lleva a uno a UCI. Hoy por fin me confirmaron que esto que he descrito se llama covid-19. Muy duro. Ya tengo el estómago irritado de tanta pastilla, por lo cual el Omeprazol ya ingresó al consumo diario. En fin. Gracias a Dios todo parece indicar que voy en la parte final de la infección. Mi familia está asintomática. Ya solo nos queda esperar.

A mí me encanta el folclor y la social bacaneria colombiana, yo creo que esa capacidad de ser irremediablemente irresponsables es lo que nos hace el país que somos. Como les parece que ayer en medio de la moridera tan tesa que tenía, cuando alucinaba en medio de los escalofríos y los dolores me envían un documento en el que aparece mi nombre, y dice que soy positivo para covid.

La verdad no sentí nada en especial, solo pensé que ya por lo menos esta moridera que lo pone a uno como piltrafa humana tenía nombre. Poquito duró el diagnóstico. Al ratito recibí una grabación en la que me avisaban que debido a todo lo que estoy sintiendo me tienen entre los positivos de la Secretaría, pero que el resultado de la prueba aún no se conoce.

Esto definitivamente no pasa sino en un país donde el desorden diario nos permite vivir en la esperanza de un mejor mañana, ¡con indisciplina! Por supuesto, ¡con harta indisciplina! Y como si el día ya no hubiera estado suficientemente fatal me entero de como una “compañerita” hace quince días tuvo una “gripa” muy fuerte, y siendo tan solidaria decidió compartirla en el oriente del departamento y con nosotros en la oficina, y lo mejor de su narración es como concluye en el más inocente egoísmo que ella ya está bien, que menos mal no le pasó nada, y que ya está lista para “volver a trabajar”.

Bueno, y entre estas y las otras ¿al fin como estoy? o ¿quién soy? o la pregunta sin respuesta ¿yo qué estoy sufriendo? Empecemos por la última pregunta, estoy sufriendo de la eterna modorra colombiana en donde los demás no importan, eso me lo dice mi EPS, que todos los días encuentra mi muestra y la empieza a procesar, y al final del día, ni era mi muestra, ni la había procesado.

¿Cómo estoy? ¡Aburrido! De este mamagallizmo tan despiadado que lo pone a uno en el canal de espera sin fin en el que le dicen a uno que “su llamada es muy importante para nosotros”, y yo quién soy, soy ese colombiano de a pie, sin nombre, que tal vez sirva para una estadística, y de ahí en adelante si no pago impuestos, poco más interés tendré. En fin en últimas, sigo como ayer, sin saber nada, y sin que nadie me pare bolas.

 

Como cuando te pisan un callo 

Siguiendo el símil del ciclismo tan entendible entre nosotros, hoy - sábado 18/07- en el día doce de la enfermedad, acabo de “coronar El Peñasco”, en las Palmas. Han sido muchos los esfuerzos, la pálida del miércoles 14/07 fue horrible. Hoy sinceramente es otro día. No he necesitado analgésicos desde hace doce horas, además dormí muy bien, y estoy saturando 97%. Todavía no logro ni entender ni menos explicar como yo, asmático, no he sentido ningún signo respiratorio, aunque debo admitir que mis nebulizadores de Salbutamol y Beclometasona siempre han estado a la mano, y por las noches siempre han sido utilizados, más con ideas “profilácticas” que por necesidad real.

Este covid lo comparo yo con el que le pisan un callo. Me explico, habrá quien apenas si se percate que le pisaron el callo; habrá quien indique de buenas maneras que le pisaron el callo; habrá quien diga: ¡oiga, fíjese, que me pisó un callo y me dejó doliendo! ; habrá quien empuje al otro y lo mire e increpe con ira por la pisada del callo; y habrá quien saque primero la mano y de un golpe y después diga que le pisaron un callo.

En orden de riesgo de morir se encuentran todos de acuerdo a como reaccionaron, es decir volviendo a la covid, entre más sea la reacción orgánica ante la enfermedad, peor el resultado. ¿Y entonces? Entre estas y las otras qué hacer. Yo digo que hay que quedarse quietecito. El reposo absoluto es fundamental. Volviendo al cuento de la subida a Palmas, uno sabe que desde que empezó la cuesta todo va a ser un gran esfuerzo, sepa aguantar los embates, regúlese, la loma es dura, y esta covid sí que lo es. Tenga paciencia y sobre todo tenga mucha fe.

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