China, Rusia, India y Donald Trump están de acuerdo con el climatólogo escéptico y no niegan el cambio climático, pero rehúsan aceptar las medidas necesarias para mitigarlo
La capacidad de la especie humana de entender y actuar de acuerdo a ello es reducida. Mire usted el tema de la redondez de la Tierra, parece verdad aceptada por todos, sin embargo, hay una comunidad que niega este hecho, hace simposios, libros. Por supuesto que están enajenados. Igual sucede con quién es por razones varias niegan el cambio climático o se resisten a tomar las medidas para mitigarlo.
Hace 13 años, en ese entonces candidato a la Presidencia de los Estados Unidos Al Gore obtuvo un premio Nobel por el esfuerzo por difundir la realidad incómoda del cambio climático ( https://www.documaniatv.com/naturaleza/al-gore-una-verdad-incomoda-video_417669111.html) Y existen científicos que también niegan la aplastante realidad de que estamos camino al abismo. La disminución de las nieves perpetuas que ya no lo son, el efecto invernadero producido por los gases y las emanaciones de CO2 están ante nuestros ojos; los incendios en la Amazonía, el aumento de las temperaturas y el del nivel del mar son solamente consecuencias de un cambio desmesurado que ponen en riesgo el mundo como lo conocemos actualmente. China, Rusia, India y Donald Trump están de acuerdo con el climatólogo escéptico y no niegan el cambio climático, pero rehúsan aceptar las medidas necesarias para mitigarlo, por supuesto que lo hacen por razones diferentes. Trump, si ello fuera rentable, aceptaría que la tierra es como un disco; los países que no aceptan los lineamientos de las Cumbres para el Cambio Climático (CP) ni los Protocolos lo hacen aduciendo que nunca sus pueblos tuvieron un horizonte de bienestar como el que si disfrutan los países de Occidente.
Ya hace una década se sabía que este cambio brutal no era posible revertirlo, que las inversiones para controlarlo estaban plenamente justificadas desde el punto de vista financiero, hoy habría que hacer cosas tan costosas cómo reubicar las poblaciones que estén a menos de 2 metros sobre el nivel actual del mar. A Venecia y a miles de poblados ribereños se los va a tragar el mar en pocos años. Parece importarles a muy pocos. A diferencia de la redondez de la Tierra este tema del cambio climático no es asunto banal, es tema de vida o muerte y es que como ya lo pronóstico el antropólogo Levi-Strauss “el mundo empezó sin el hombre y terminará sin él.”
Igual que en el mito bíblico del Génesis nos estamos expulsando del paraíso, y así será recordada la Tierra a pesar de los daños que le hemos inferido; la desertificación, la destrucción de los ecosistemas, la contaminación del aire y el agua, la sobrepoblación y la multiplicación de las pestes ya nos están haciendo añorar nuestro satélite o el erial de Marte cómo lugares habitables.
La ceguera la lidera la élite económica del planeta que ya sabe que el dinero no se come, que el oro y las piedras preciosas sólo tienen valor de cambio. Pues tendrán que entregar cofres repletos de esos valores por un kilo de zanahorias frescas. No tenemos remedio, no tenemos futuro, hemos destruido el hogar y vamos hacia el abismo cantando coplas de dolor o viviendo de carnaval en carnaval. Esta es la mejor imagen que nos describe como lo que somos: estúpidos holgazanes qué destruyeron su casa y lanzaron al mar las llaves de su futuro.