Corpus Christi: fiesta de la solidaridad

Autor: Pbro. Emilio Betancur
14 junio de 2020 - 12:07 AM

Lo interesante de la eucaristía en relación con todas nuestras inequidades sociales no es la obligatoriedad de la Misa sino su carácter solidario

Medellín

Todas las realidades de hoy así sean urbanas o de campo, públicas, privadas o sociales seguirán invadidas de recuerdos y cicatrices sin sanar a cuenta del coronavirus y su secuela la pandemia. Cuando nos hablan del confinamiento y el protocolo para cuidarnos nos referenciamos a nosotros mismos, familiares cercanos y amigos más queridos. El miedo del contagio nos ha hecho más egoístas. Decíamos antes que no teníamos tiempo y ahora no sabemos qué hacer con él. Todavía no alcanzamos a creer que la pandemia es más social que económica no a la inversa, las harturas materiales nos han llevado a hondas carencias con los pobres, la ambición por el dinero ha acumulado más cosas que valores para dejar sin sentido nuestra vida. El capital y el dinero nunca se han reconciliado por inhumanos con los pobres.

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Quién iba a creer que Pablo aprovechando una tradición, la eucaristía, iba a proponer una oferta de reconciliación a un problema social de la comunidad de Corinto; los pudientes llegaban temprano al ágape para comer, beber y emborracharse sin tener en cuenta que los pobres llegarían más tarde por horarios laborales, sin encontrar algo de comer. Enfaticemos la gravedad que Pablo le da a esta falta de solidaridad entre hermanos en la fe: “El cáliz de nuestra acción de gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no nos une a todos en cuerpo de Cristo? ¡claro que sí! Pues el pan es uno solo; y nosotros, por muchos que seamos, somos un cuerpo único. Eso es lo que significa el comer todos juntos de un mismo pan”. (primera lectura) La eucaristía salvó la división de la comunidad dejando un memorial para el futuro: Lo interesante de la eucaristía en relación con todas nuestras inequidades sociales no es la obligatoriedad de la Misa sino su carácter solidario para sanar de raíz los abismos que hay entre dinero y los pobres. (Segunda lectura). Con razón el libro Deuteronomio levantó su voz para recodarle a Israel que no se podía vivir en plenitud si volvía la espalda a Yahvé olvidando que había conocido a Dios como padre de todos comiendo de la mano de Dios en el desierto. (Primera lectura)

La liturgia nos presenta otro memorial bíblico, “Bendito seas Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos, él será para nosotros pan de vida” En el pan y el vino se dan cita todo el universo; sol, lluvia, viento, luz y calor, trabajadores que han sembrado, cosechado, amasado y molido, es decir mueren antes de convertirse en don. Aquí se incluyen la injusticia de quienes los transportan y van incrementando sin consideración el producto, de quienes lo venden siendo inequitativos con el productor, que generalmente son los campesinos. Sobre todo este proceso, dice Jesús: “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”. Así es como la eucaristía de hoy, como la del Siglo I de Pablo, asume los conflictos no ya de Corinto sino los nuestros desvelados por el coronavirus y su secuela la pandemia. “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes, y yo lo resucitaré en el último día. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Este pan no es como el que comieron sus padres y murieron, el que coma este pan vivirá eternamente. (evangelio).

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Compartir a Cristo es igual de importante que la presencia real en la eucaristía. Se vive biológicamente de comer y beber; se vive humanamente de comer y beber en comunidad; se vive cristianamente de comer y beber a Cristo en la eucaristía. Es impensable que podamos comer el cuerpo de Jesús y dejarlo sólo para mí, cuando el primer sentimiento de la comunión es salir de mí mismo para ir a otros y amarlos como nos ama Jesús en la eucaristía a cada uno. Sólo ahí es cuando y como se realiza en la liturgia la fiesta del Corpus Christi. Hoy día del Señor, la fiesta del Corpus Christi es también el  día de la solidaridad y amor al prójimo. Así nos agrade más la belleza de la celebración que las implicaciones del sacramento.

 

Lecturas del santísimo cuerpo y sangre de cristo - ciclo a

Domingo, 14 de junio de 2020

 

Primera lectura. Lectura del libro del Deuteronomio (8,2-3.14b-16a):

Salmo. Sal 147,12-13.14-15.19-20

Segunda lectura. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,16-17):

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,51-58):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

 

Palabra del Señor

 

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