Como estudiosa del español, debo estar atenta a lo que va ocurriendo y, simplemente, observo y analizo el caminar, a veces sin rumbo ni control, de nuestro idioma
Al escritor, educador y ensayista, Guillermo Jaime Echeverry:
En Inglaterra, se vuelve a usar la estilográfica, para que los estudiantes aprendan la grafía. En Francia, se considera que no se debe prescindir de esa habilidad, […]. La pérdida de la habilidad de la escritura cursiva, explica trastornos del aprendizaje, que inciden en el desempeño escolar.
En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos, permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel….
Escribir en letra de imprenta, implica escindir lo que se piensa, en letras, desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo. […].
Habría que educar a los niños en comprender que la escritura responde a su voz interior, y representa un ejercicio irrenunciable. Los sistemas de escritura deberían convivir, precisamente por esa calidad que tiene la grafía, de ser un lenguaje del alma, que hace únicas a las personas. La escritura cursiva es vehículo y fuente de emociones al revelar el estado de ánimo. Posiblemente sea esto lo que los jóvenes temen, al recurrir a la letra de imprenta.
Umberto Eco, que interviene activamente en este debate, sostiene que la escritura cursiva exige componer la frase mentalmente antes de escribirla, requisito que el ordenador no sugiere. […].
Un artículo reciente en la revista Time, titulado: Duelo por la muerte de la escritura a mano señala que es ése un arte perdido, ya que aunque los chicos lo aprenden con placer, porque lo consideran un rito de pasaje, "nuestro objetivo es expresar el pensamiento lo más rápidamente posible. Hemos abandonado la belleza por la velocidad, la
artesanía por la eficiencia. […]”.
2. “La belleza de conversar
“Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos móviles. Se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar, sin que los ring-tones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos. La noticia me produjo envidia de la buena.
Ya no recuerdo lo que es sostener una conversación, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca porque suena su teléfono.
En ocasiones es peor. Hace poco, estaba en una reunión de trabajo que se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas por teléfono. Era un caos de conversaciones al mismo tiempo. El teléfono se ha convertido en un
verdadero intruso. Cada vez es peor.
Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil desde el lugar mismo en que se encuentra. […]. Me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca.
El teléfono, más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando pasan las horas y éste no suena.
Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte. Enajenados y autistas. Así he visto a muchos de mis colegas absortos en el chat de este invento….
El Blackberry en el escritorio. Un pitido, que anuncia la llegada de un mensaje, y el personaje que tengo en frente se lanza sobre el teléfono. Casi nunca pueden abstenerse de contestar de inmediato. Lo veo teclear un rato, masajear la bolita, y sonreír; luego, mirarme y decir: "¿En qué estábamos?".
Pero ya la conversación se ha ido al traste. No conozco a nadie que tenga Blackberry y no sea adicto a éste.
Alguien me decía que antes, por las mañanas al levantarse, su primer instinto era tomarse un buen café. Ahora, su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes.
Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro frente a frente”. (Tomado de internet).
3. Al oído del lector:
La mayoría de mis columnas no obedecen a que sean de mi gusto, o porque yo esté de acuerdo con las nuevas y, a veces, extrañas corrientes que en este acelerado y descontrolado siglo van apareciendo, arrolladoras, para el manejo del idioma.
Como estudiosa del español, debo estar atenta a lo que va ocurriendo y, simplemente, observo y analizo el caminar, a veces sin rumbo ni control, de nuestro idioma, y lo comparto en mi columna; no siempre está el aval de la RAE, que también tiene sus veleidades en algunos de sus conceptos.
Ya, usted, amigo lector, acogerá o rechazará lo que en este “ahora de ahora” va ocurriendo en el habla.
Gracias por leerme; es lo único que justifica el que uno estudie, investigue, adecue, resuma y comparta con los lectores.