Armenia, Ciudad en cuidados intensivos

19 julio de 2019 - 09:02 PM

Son muchas las razones para ser el mejor lugar del mundo, sin embargo; Armenia está en cuidados intensivos

Por Luis Fernando Franco Caicedo

Armenia, un pequeño territorio compuesto por 650 km², rodeado por hermosos paisajes, abundante vegetación y muchas fuentes hídricas; una ubicación que debería ser más que un sello de garantía para que la ciudad fuera urbanísticamente ordenada, bien proyectada y además sostenible. Infortunadamente no es así, los proyectos de vivienda, como en la mayoría de ciudades de América Latina, crecen a mayor velocidad que las vías, generando grandes embotellamientos; la malla vial es obsoleta. Fuera de la Plaza de Bolívar y la Plaza de la Quindianidad no contamos con más lugares de encuentro. Algunos parques barriales, pero tamién son escasos y ni hablar de los equipamientos, en fín. Son muchas las razones para ser el mejor lugar del mundo, sin embargo; Armenia está en cuidados intensivos.

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Quindío es el departamento, se encuentra en el centro del país, dentro de la región andina colombiana, uno de los pulmones verdes del continente. Esta ciudad, que es su capital, está ubicada dentro del área de influencia del paisaje cultural cafetero PCC (declarado como Patrimonio mundial por la Unesco en el año 2011), es un territorio que de acuerdo con las cifras obtenidas por el censo de población y vivienda del 2018 realizado por el Dane, cuenta con 275.641 habitantes distribuidos en 95.459 hogares. Esta ciudades caracterizada por un ritmo de vida tranquilo, ideal para salir del afán que trae consigo las grandes urbes; quizás por esto, sumado también a la gran oferta de turismo de paisaje que brinda esta región, que hace algo más de 10 años, se ha venido presentando un fenómeno de desarrollo urbano desmedido, con casi ninguna planificación, resultado de la excesiva construcción de proyectos; estas intervenciones se encuentran localizadas principalmente en los sectores Norte (avenida 19) y Suroccidente (la periferia del perímetro urbano). Esto tiene en jaque a la ciudad, la disponibilidad de suelo urbano para la ejecución de nuevos proyectos es prácticamente ninguna; además las personas que habitan estas zonas de expansión no tienen vías, ni equipamientos colectivos, no hay zonas verdes, mucho menos parques. La ciudad no puede seguir creciendo sin los ejes que articulan el relacionamiento humano: educación, cultura, recreación, participación ciudadana, espacio público, deporte, movilidad, entre otros.

Es urgente trazar el desarrollo urbano de esta ciudad, redensificar, crecer en equipamientos, ir más allá que colonizar nuevos terrenos extinguiendo el poco suelo que hay; es preciso aprender a vivir con los recursos que tenemos a través de una transformación evolutiva y consciente. La improvisación y el descontrol no son opciones para el crecimiento de las ciudades en un mundo globalizado. Este territorio no solamente requiere vivienda, es tiempo de generar una transformación, es hora de plantear retos, proyectar y humanizar la ciudad que se quiere; para ello primero hay que promover un cambio en la mentalidad de los ciudadanos, pero sobre todo de los gobernantes, quienes han desaprovechado la oportunidad de ser generadores de nuevas propuestas. Es tiempo de apoyar las iniciativas que apuestan por un retorno de la identidad que promueva desarrollo de ciudad. Hay que alimentarnos de todo lo vivido en estos últimos años para no volver a repetirlo, se me ocurre un volver a atrás, una introspección hacia aquello que éramos y debemos volver a ser, recuperar nuestra identidad, llena de cultura y tradiciones. Volver a ser Cuyabros y tatuarlo en el alma. Así como el arraigo y el empoderamiento generan sentido de pertenencia en regiones antioqueñas, de igual manera debería ser en nuestra ciudad, convertir a Armenia en nuestra marca favorita. Como diría el Arquitecto y urbanista Jaime Lerner en “Acupuntura Urbana”: “... podemos y debemos aplicar algunas “magias” de la medicina a las ciudades, pues muchas están enfermas, algunas casi en estado terminal. Del mismo modo en que la medicina necesita de la interacción entre el médico y el paciente, en urbanismo, también es necesario hacer que la ciudad reaccione. Tocar un área de tal modo que pueda ayudar a curar, mejorar, crear reacciones positivas en cadena. Es necesario intervenir para revitalizar, hacer que el organismo trabaje de otro modo”. Es tiempo de intervenir una ciudad agonizante, una ciudad que necesita ser operada de sus articulaciones, es tiempo de sentarse con todas las partes interesadas y curar esta artrosis urbana que padecemos, generar indicadores importantes en el hacer y el sentir de esta región que exige que pensemos global y actuemos Local. Glocalicémonos.