La organización Acción contra el hambre hace un llamado para que, entre todos, no se permita que por efectos de la covid-19 también crezca la curva del hambre y la inseguridad alimentaria.
América Latina acumula hoy más de 3'500.000 casos confirmados de covid-19, es decir el 25% de los registrados en el mundo, y más de 150.000 de los fallecimientos reportados de manera global, es decir que ha sufrido un poco más de la cuarta parte de las muertes que ha ocasionado esta nueva neumonía.
Realidad que es más evidente y apremiante en Suramérica, donde se acumulan 2'988.341 casos, es decir el 85% del total en Latinoamérica, así como 108.407 muertes, es decir el 72% de las ocurridas en la región.
Cifras escalofriantes, más cuando se advierte por parte de autoridades sanitarias que, hasta hoy, ninguno de los países de esta región ha llegado al pico más alto, lo que se aprecia en el acelerado crecimiento de nuevos casos durante cada día.
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Pero más que las cifras, y sin olvidar lo doloroso de las vidas perdidas y de la lucha diaria de las personas contagiadas que quieren ganar esta difícil batalla, preocupa el crecimiento del hambre. El duro impacto de la covid-19 también ha disparado la inseguridad alimentaria, y América Latina es igualmente uno de los focos de esta otra “epidemia” que se ensaña contra las poblaciones más vulnerables.
Por eso, Acción contra el hambre, organización humanitaria que lucha contra esta calamidad, hace hoy un llamado a la solidaridad, porque no de otra manera se puede evitar que los efectos de la covid-19 sean más nefastos a futuro para toda la humanidad.
Sólo en Colombia, advierte la ONG, se calcula que la pandemia ha causado un retroceso de dos décadas en lo logrado frente a la disminución de pobreza, y por tanto del hambre.
Unir fuerzas
Benedetta Lettera, responsable regional de Acción contra el hambre, puntualizó que, por cifras de la FAO -capítulo de ONU que dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre-, “América Latina es la región donde más aumenta la inseguridad alimentaria, y si bien es una realidad latente desde antes de la pandemia, las proyecciones basadas en el impacto socioeconómico que hoy sufre la región son altamente preocupantes”.
“América Latina enfrenta hoy la peor crisis económica de su historia y se calcula que por ello habrá un aumento de pobreza y pobreza extrema muy relevante, con casi 30 millones de personas que entrarán en esa línea como consecuencia del cierre de unos tres millones de empresas, lo que tendrá un efecto en el hambre”, destacó Lettera al señalar que “si en 2019 había 48 millones de personas en situación hambre, la proyección a 2030 es de 67 millones” de personas en esa línea.
“En Colombia, no menos de 5.6 millones de personas viven de la informalidad, es decir, del día a día, por lo que esa población más vulnerable, existente antes de la pandemia, se ha vuelto extremadamente vulnerable”, comenta Pilar Medina, directora adjunta en Colombia de Acción contra el hambre, con el agravante de que ante el impacto negativo que causa la covid-19, buena parte de una débil “clase media entrará a esa línea de pobreza oculta”, producto del aumento del desempleo (21.4% en mayo), “lo que también generará un impacto negativo en la alimentación de muchas familias”.
En ese sentido, explica que es evidente que “la pandemia profundiza las problemáticas estructurales del país y agudiza la necesidad de los más vulnerables”, especialmente y con mayor preocupación en “la primera infancia”, lo que es un común denominador en los países con menos ingresos.
Y ante ese panorama, Acción contra el hambre entiende que la pandemia también propone un gran reto para la humanidad, pues pone en evidencia la necesidad de unir fuerzas para salir adelante. Eso implica que cada vez más personas, más instituciones, más organizaciones y más gobiernos entiendan que el compromiso es de todos, que desde la posición de cada uno se puede ayudar a enfrentar la difícil situación que enfrentan millones de personas en todo el mundo por inseguridad alimentaria.
“Este es un gran momento que tiene dos fases y requiere el compromiso de todos: ahora mismo, cuando hay que resolver las necesidades inmediatas, entregar alimentos, ayuda a que todas las personas tengan acceso a agua e higiene, y para esto es necesaria cualquier contribución económica y mucha iniciativa de voluntariados, porque es importante que se tengan recursos para poder llegar cuando antes, y con la mayor eficacia, a las personas y poblaciones más necesitadas; y después, que sea un esfuerzo sostenido en el tiempo”, detalla Benedetta Lettera.
“Sin ayuda no se va a lograr. Cada crisis nos empuja a actuar para salvar vidas y para atender la necesidad de las personas”, dice en referencia a los fondos que requiere la organización para dar respuesta a nivel global en 50 países en los que interviene, no sólo de América Latina, también en África, Europa y Asia.
Se trata entonces de un aporte individual, de la forma en que cada persona pueda hacerlo, y de un esfuerzo colectivo para que el impacto socioeconómico causado por la covi-19, “no crezca la curva del hambre” y se convierta en otra pandemia que en el futuro acorrale al mundo.