Johan Rodríguez Ríos cuenta su experiencia con Parceros, una iniciativa de la Alcaldía que busca arrebatarle muchachos a la ilegalidad y la violencia.
En la oscuridad de ese camino todo parecía perderse, hasta los sueños y las esperanzas.
Y por allí viajaba la vida de Johan Rodríguez Ríos, uno de los incontables chicos que han tenido que crecer en medio de ese enmarañado conflicto urbano de Medellín que se ha llevado la vida de muchos y que mantiene atrapados a otros, porque es ese sendero al que se ingresa con facilidad pero del que es muy complicado escapar.
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Violencia, drogas, dinero fácil. El mundo que giraba a su alrededor allá en las calles del barrio Nuevo Conquistadores, en San Javier, Comuna 13, y que por lo tanto para él era normal. Entonces en un abrir y cerrar de ojos, el hijo único de Wilmer y Astrid estaba en medio de esa borrasca, sin rumbo, sin poder percibir otras oportunidades y sin un proyecto de vida, aunque en su interior guardaba esa pequeña luz que no dejaban apagar los permanentes consejos y ruegos de las dos mujeres que dan todo por su bienestar, mamá y abuela.
Esa fue la luz que se avivó cuando escuchó las nuevas propuestas que le ofrecieron los profes de un equipo de trabajo enviado por la Alcaldía de Medellín con la misión de recuperar vidas, de quitarle muchachos a los grupos violentos para reconquistar la alegría y la confianza de muchas familias, para mostrarles que el camino correcto puede verse más difícil, pero que a la larga es el mejor, porque hace vidas felices y mejores sociedades.
“Un día cualquiera, a finales del año pasado, estaba en la casa cuando llegaron unos profes, que iban de puerta en puerta hablándoles a los jóvenes de oportunidades que nunca antes habíamos escuchado y que nos ofrecían a través de un programa llamado Parceros. Ahí empezó el cambio de mi vida. Entendí de qué se trataba, sentí que era la opción que necesitaba y hoy sé que no me equivoqué”, cuenta Johan, de 24 años, uno de los 284 jóvenes del primer grupo de graduados de este proyecto que enfoca sus esfuerzos en brindar nuevas oportunidades e iluminar caminos. Porque esa es la idea de Parceros, darles oportunidad a esos muchachos que no las han tenido, recuperar los sueños y las esperanzas extraviadas de tantos jóvenes atraídos por la ilegalidad y formar en valores para derrumbar a esos falsos héroes que lo único que hacen es arrastrar vidas a la ruina y la muerte.
Esos 284 jóvenes y adolescentes de las comunas más vulnerables de la ciudad apostaron por cambiar sus vidas, aceptar las oportunidades y trabajar por un futuro diferente.
Vidas diferentes
Según las exploraciones iniciales que realizó el grupo de profesionales que materializó este programa, en Medellín hay por lo menos 2.500 niños y jóvenes que se encuentran en riesgo de pertenecer a grupos delincuenciales, y de ellos 1.080 hacen parte de esta primera etapa del programa Parceros, que busca orientarlos con oportunidades reales de estudio, trabajo y emprendimiento.
Por eso su formación y acompañamiento se centra en habilidades y herramientas que les permiten fortalecer y crear estilos de vida saludables. Con ellos se abordan aspectos como manejo de problemas y conflictos, comunicación asertiva, relaciones interpersonales, toma de decisiones, empatía, autoconocimiento, pensamiento creativo, manejo de las emociones y sentimientos, así como de tensiones y estrés.
“Fueron cuatro meses de trabajo, yo diría que los cuatro meses más significativos en mi vida, porque me enseñaron a ver la vida desde otro ángulo y a valorar las cosas que realmente importan. Y lo mejor, este trabajo hizo que todos estos jóvenes entendiéramos que la violencia no es una forma de vida, que no es el camino. Si usted junta a cien jóvenes de distintos barrios y sectores vulnerables de la ciudad, seguramente eso se va a convertir en una bomba de tiempo, y lo más probable es que termine en conflictos. Pues Parceros se dio a la tarea de hacerlo y aquí estamos todos, con deseos de que cada vez seamos muchos más, que cada vez se nos unan más muchachos de toda la ciudad”, apunta Johan.
En esta primera experiencia, Parceros ha logrado que muchos jóvenes tengan vidas diferentes, que muchos hayan dejado las bandas y ahora prefieran estudiar o trabajar, como Johan: “Hoy, cuando me levanto, me siento diferente, soy una persona feliz, agradecido con la vida. Hace un mes terminé de trabajar en una obra de renovación de alcantarillado, y en estos momentos estoy enfocado en pulirme con el inglés, porque quiero ingresar al área del turismo”, afirma.
De hecho, del grupo de graduados, 138 estaban desvinculados del sistema educativo y de ellos hay once que se reintegraron a instituciones educativas, otros once están becados por Sapiencia, siete quedaron seleccionados en la estrategia Buscando Talento y ocho más cursan estudios técnicos en el Sena, mientras que 60 están en los Cepar (Centro de Formación para la Paz y la Reconciliación).
También hay 16 jóvenes que hoy trabajan en empresas de confección, construcción o ejercen oficios varios, en tanto que 16 más han puesto en marcha ideas concretas de emprendimiento. Una de ellas es Jessica Johana Mosquera, una joven habitante del corregimiento Altavista, quien dice que “con Parceros mi vida dio un giro de 180 grados, estuve diez meses sin trabajo y eso me hacía sentir incapaz y estaba desesperada, pero ahora soy una persona positiva, superé miedos e inseguridad y voy a montar mi propio negocio”.
Un camino al que también volverá Johan, porque su gran meta es regresar a la U y terminar los estudios de criminalística que hace tres años suspendió debido a la situación económica. “Es la meta”, dice, “voy a terminar, no me voy a dar por vencido”.
Y sabe que podrá hacerlo, no sólo por las nuevas oportunidades que se le han abierto, sino porque se siente una persona diferente con el impulso anímico y espiritual que ha experimentado: “Este es un programa que no sólo debería hacerse en Medellín, debería estar en todas las ciudades, en todos los departamentos, porque si más jóvenes de todas partes se vuelven Parceros, Colombia va a ser un país muchísimo mejor, eso es seguro. Estos son los parches a los que a uno lo tienen que invitar, y por eso ahora el compromiso de todos nosotros es replicar este proyecto, darlo a conocer y atraer más jóvenes, para que les cambie la vida, como cambió la de nosotros”.