Estamos atrapados en el ajedrez geopolítico. Ese es el problema de ser peones en el juego de las potencias.
La geopolítica llegó con su pesada carga a la posible solución de la cuestión venezolana. La semana que terminó ayer fue testigo del esfuerzo mayor de Guaidó y López por sacar a Maduro, esfuerzo que incluyó conversaciones previas y acuerdos en los cuales se ofreció al alto mando, incluyendo al general Padrino, no sólo no perseguirlos judicialmente, sino garantizarles su participación en un gobierno de transición que condujese a unas elecciones libres, bajo la premisa de que todos los esfuerzos debían concentrase en sacar al tirano. La Operación libertad, como se bautizó este intento, fracasó debido a que, según informa el Washington Post (https://wapo.st/2Y30Tu4), la cúpula militar se echó para atrás, no se sabe bien la razón, aunque aventura la hipótesis de que en realidad sus integrantes actuaron como dobles agentes. El hecho es que Maduro, dice la información, iba al aeropuerto rumbo a Cuba, pero los rusos lo convencieron de regresar.
El caso es que la oposición fracasó, pero Maduro demostró su gran debilidad. Hoy, más que nunca es prisionero de sus propios generales, de los rusos y de los agentes cubanos, y la lucha por acabar con la dictadura no ha terminado.
Pero la oposición la tiene ahora más difícil que antes. El Secretario de Estado Mike Pompeo y Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, han defendido que todas las opciones están abiertas, incluida la militar, y han acusado a Rusia de apuntalar con dinero y equipamiento militar al régimen venezolano. Es más, Bolton hizo una de esas declaraciones el 3 de mayo.
Pero ese mismo día, tres horas después de la declaración de Bolton, Trump compareció ante la prensa y dijo que conversó con Putin e informó que “este no está buscando para nada intervenir allí” y todavía más, afirmó que “pienso que fue una muy positiva conversación con el presidente Putin sobre Venezuela. “Él (Putin) no está pensando en absoluto en implicarse en Venezuela, más allá de que quiere ver que ocurra algo positivo en Venezuela, y yo siento lo mismo", (http://bit.ly/2H48tPE), aunque en marzo había dicho que Rusia tenía que salir de ese país, y a pesar de que Putin en la conversación "subrayó que solo los venezolanos mismos tienen el derecho de determinar el futuro de su país" y advirtió que "los intentos de cambiar el gobierno en Caracas por la fuerza socavan las perspectivas de una solución política de la crisis", salida que la oposición y el gobierno de USA habían rechazado porque era un intento de mantener al tirano en el poder (https://wapo.st/2J0z3ew).
Por su parte, según este artículo, funcionarios de defensa de alto rango, se reunieron en la Casa Blanca para unificar posiciones luego del fracaso de la Operación Libertad; allí se presentó un resumen del almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur. La reunión se centró “en discretas opciones militares de le los Estados Unidos, incluidas la asistencia humanitaria y la ayuda a civiles, más que en planes para una posible intervención en Venezuela”. Los jefes militares, por su parte, piden cautela para que USA se vea empujado a un conflicto armado, como plantean algunos consejeros de seguridad, porque dicha acción rompería la posición que los países latinoamericanos mantienen contra Maduro, y porque no carece de riesgos, dado el nivel de armamento que posee Venezuela, aunque advierten que ellos harán lo que el presidente les diga.
El cambio de posición de Trump tiene que ver con las posibilidades de un nuevo tratado sobre armas nucleares con Rusia, que involucraría a China (http://bit.ly/2IWGjrK). Pero esta opción pone, a mi entender contra la pared a la oposición venezolana y a los países del Grupo de Lima, en especial, a Colombia. Porque si el presidente norteamericano cede ante la posición rusa, la esperanza de sacar del poder a Maduro podría seriamente afectarse y su tiranía se prolongaría tal vez indefinidamente en el tiempo.
Y para Colombia es gravísimo porque, aunque nunca se ha manifestado a favor de una intervención militar externa, Maduro aprovecharía la oportunidad de cobrarle a nuestro país su postura en defensa de la democracia venezolana, además de que el éxodo de ciudadanos del vecino país se aumentaría, mucho más allá del 1,260.000 que hoy hay en Colombia, con las dificultades que ello causaría, porque no es una opción ética o política ponerle trabas a su ingreso. Seguramente habrá algunas ayudas externas, pero la responsabilidad irrenunciable de acogerlos caería sobre nuestros hombros por un tiempo indeterminado. Estamos atrapados en el ajedrez geopolítico. Ese es el problema de ser peones en el juego de las potencias.
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