Esta es la mini historia de Antioquia, de muchas de las familias que viniendo de los mismos padres se diferencian por la suerte.
Versión uno. Nacen de la misma madre, en la misma tierra, ella indígena letrada, él de Abejorral, blanco, pobre, analfabeta, los une el amor y los nuevos horizontes. Se establecen en Urrao, forman familia, seis hijos. Ella llegó a manejar el telégrafo. Los tres mayores reciben educación formal. La india ya tenía claro un origen de los rangos. A esos hijos los va a separar la insuficiente fortuna familiar, los tres primeros progresan, no así los últimos. El mayor termina medicina en Medellín, la segunda y el tercero se gradúan de maestros, ya para el cuarto la plata no alcanza y debe acompañar al padre a trabajar la tierra que era prestada. La quinta hija recibe una herida en la frente y no puede desde entonces recordar casi nada, no capta las lecciones y, por su deseo, es internada en convento de monjas de clausura. El menor ha de conformarse con los mimos de sus hermanos.
Ahí está el germen de algunas diferencias, quienes reciben educación formal van mejorando su condición social y su fortuna material. Las alianzas matrimoniales harán otra brecha; el médico logra alianza beneficiosa, el tercero el mismo camino y pasa de maestro a médico al casarse con maestra voluntariosa y ahorrativa. La hermana mayor, maestra, establece alianza con un hombre trabajador, comerciante hábil, dueño de su pedazo de tierra generosa. El cuarto hijo no se desvía gran cosa del camino que la india ilustrada traza para sus hijos, pero no puede ser ya en la capital, sino que debe permanecer en la oración diaria del azadón y el machete, estudiando por correspondencia a la luz de una vela de sebo. Veinte años después las cosas han cambiado definitivamente, la violencia los arroja a todos de la pequeña huerta que habían trabajado para sobrevivir, pero la gran ciudad crece y los recibe generosa.
Esas primeras líneas de vida han trazado ya surcos. El mayor olvida o minimiza el origen de su suerte y a sus hijos no les menciona jamás que proviene del azadón y el trabajo diario de ordeñar la vaca que han recibido en préstamo. Los del final de la camada sí saben lo que es permanecer cerca de la tierra y arrancarle los frutos con el trabajo, a sus propias familias les recuerdan siempre el origen humilde y les insisten, cómo hizo la abuela, en el valor de la educación, prepararse para un futuro mejor y trabajar duro como hizo el abuelo para hacerlo posible.
Versión dos. La distancia también la marca la fortuna y hay varios caminos para acrecentarla, por ello la minería y el comercio, de lo que sea, oro o coca, hierros o fierros, son la otra matriz. Cada paisa es un negociante y hasta los escritores se ufanan de sus ventas. Esta es la mini historia de Antioquia, de muchas de las familias que viniendo de los mismos padres se diferencian por la suerte, que es la forma como aquí llamamos al capital pequeño o grande se obtenga con astucia o persistencia. Así se ha formado, en parte, la sociedad antioqueña, distancias pequeñas o grandes, maneras de aprovechar las alianzas, que siempre se calculan, y han terminado por formar “clases sociales” separadas por abismos de dos a tres calles.