Sin fuego amigo

Autor: Alfonso Monsalve Solórzano
17 diciembre de 2017 - 12:08 AM

El CD es una coalición de matices ideológicos que comparten el liderazgo del presidente Uribe y sus tesis sobre la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social

Por fin terminó le proceso de selección del candidato presidencial del Centro Democrático, CD, y todo el mundo sabe que el escogido fue Iván Duque Márquez. Ese partido recorrió el país con sus cinco precandidatos, oyendo a los colombianos y sus propuestas, e interviniendo activamente presentando las suyas, ganando poco a poco auditorio en el campo nacional, en un proceso supremamente complejo por el escenario nacional como por el perfil de los precandidatos.
En un mecanismo que todos los precandidatos acordaron -consistente en la aplicación de encuestas sucesivas, abiertas en un 80% y cerradas para militantes del partido en el otro 20%, que iría eliminando a los precandidatos con menos reconocimiento, realizadas por una firma contratada, vigilada por un Comité de Garantías que todos ellos aceptaron- la opinión pública señaló a Duque como el precandidato. Se trata de un hombre joven y preparado, que no le ha gustado a un sector del partido, que desearía a alguien más a la derecha
El país sabe que dos prohombres del CD, Oscar Iván Zuluaga y Luís Alfredo Ramos tenían serias aspiraciones y grandes respaldos en la opinión nacional. Pero como en todo lo que ocurre en este gobierno, al primero no sólo le robaron las elecciones del 2014, luego de hacerle un montaje atroz, en el que lo acusaban de espiar al gobierno en las “negociaciones” con las Farc, tramoya de la que apenas vino a librarse hace pocos meses, sino que le endilgaron actos de corrupción con Odebrecht en su campaña electoral, que nunca que pudieron demostrar, porque son falsos, y de los cuales fue exonerado por el Consejo Nacional Electoral.

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Pero en el colmo, a pesar de ello, la Fiscalía dejó caer el enunciado de que tenía informaciones que indicarían que sí hubo dineros sucios en esa campaña, sin que hasta la fecha los haya mostrado. Esto hundió la legitima aspiración del doctor Zuluaga porque había que proteger al partido de un señalamiento, que podría costarle la Presidencia, a pesar de que todos allá están seguros de la inocencia de este dirigente. Y haber tomado esa medida le costó al expresidente Uribe, un estallido de ira y un desafío no disimulado por parte de los sectores de derecha del CD, que desde el principio se oponían a Duque.
Al doctor Ramos lo tienen por años acusado de haberse reunido con unos paramilitares con intenciones aviesas, no obstante, que los testigos en su contra resultaron ser falsos, y hasta trataron de involucrarlo con Gustavo Moreno, el exfiscal corrupto miembro del Cartel de la Toga. Como en El Proceso, de Kafka, por años lo han investigado y tienen detenida la sentencia en la Corte Suprema de Justicia, para que como una espada de Damocles cuelgue sobre su actividad política, hasta el punto de que Ramos, voluntariamente, retiró su pretensión presidencial. Esto también causó enojo en los sectores mencionados.

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El CD es una coalición de matices ideológicos que comparten el liderazgo del presidente Uribe y sus tesis sobre la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social, basada en oportunidades para todos. Las diferencias doctrinarias no pueden ser superiores a estas tesis. En su discurso de aceptación y en los que le han antecedido y seguido, Duque recalcó en ellas, puso los puntos sobre las íes sobre la impunidad, el narcotráfico y la ilegalidad, la lucha contra la corrupción, habló de la familia y su defensa como centro de la sociedad, de la rebaja de impuestos, de equidad y mejora de salarios, de innovación, salud educación y empleo. 
No puede decirse, entonces, como lo afirman sus contradictores, que no tiene propuestas, que es dudosa su defensa de la economía de mercado y de la familia o de conciliar con en las Farc y otros grupos de extrema izquierda. Lo que viene es trascendental para Colombia. Si se equivocan, por una dosis fatal de sectarismo ideológico o porque sus amigos personales no fueron los señalados corren el riesgo y tendrán, entonces, la responsabilidad, de condenar al país, de manera definitiva, a la tragedia de ser una narco república socialista. Hay que terminar con el fuego amigo.

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