Colombia ya no es un país con dos partidos sino partido en dos, que se van perfilando, añado yo, como derecha e izquierda, con un centro ambivalente
La fisionomía de Colombia en lo social, o mejor dicho, su división por capas, clases o estratos sufrió una fuerte mutación en las últimas 7 décadas. La cual abarca todo el paisaje. La clave del fenómeno fue que invirtió ella la división ancestral que traíamos desde la época del dominio español entre el país rural y el país urbano, comprendido en este no solo las ciudades sino las aldeas, villorrios y municipios medianos que las circundan. Dejamos de ser un país rural, por la composición y radicación en el campo del grueso de su población, dedicada a labores agrarias, y nos volvimos un país urbano. Llamémoslo así para facilitar las clasificaciones.
En lo económico hoy no predomina la agricultura sino la industria y ya no dependemos tanto del café, el banano, las flores y el aguacate como del petróleo, el carbón y otros minerales que exportamos. Dicho cambio, muy de fondo, se dio a partir de la célebre “Violencia”, traumatismo o sacudida de mediados de siglo , asimilable por sus efectos a otros remezones históricos, de esos que alteran la faz, la ruta y el destino de las naciones. Verbigracia la colonización del oeste en Estados Unidos, el auge del petróleo, que a la vez premió y condenó a Venezuela, la colectivización agrícola primero y tiempo después la “perestroika” en Rusia, la derrota y devastación germanas en la segunda guerra, seguida del “milagro alemán”, la economía de mercado y su peculiar capitalismo gerenciado por la burocracia comunista en China, sin renunciar en apariencia a su credo . Y muy cerca de nosotros Cuba, cuya jactanciosa revolución convirtió al país más próspero de Latinoamérica en el más famélico, tanto que a duras penas sobrevive gracias a la solidaridad y caridad externas.
Lea también: Notas añadidas
Abundan pues tales ejemplos, pero el caso nuestro fue quizás el más traumático, pues a raíz de la larga carnicería mencionada atrás, la ruina y el desarraigo cundieron por el país entero. El campo en buena medida se desocupó, recibiendo las ciudades millones de desplazados y fugados que se concentraron en su periferia formando cinturones de miseria. Configurándose así esa capa social informe, hibernante, ociosa, que cabría llamar “lumpen” si se la emparenta con el “lumpenproletariado” propio de la Europa citadina cuando despuntaron allá un capitalismo incipiente y la correspondiente actividad fabril, analizados a tiempo por los grandes teóricos de entonces, de tendencias opuestas, Adam Smith, Ricardo y Marx. El mismo lumpenproletariado que eclosionó aquí bajo el nombre de Anapo cuando le llegó su turno en la elección presidencial de 1970 que, ganada por el proscrito general Rojas, le fue raponeada a favor de Pastrana Borrero, cosa que dos generaciones después nadie niega o discute, pues ya hace parte de nuestra historia aceptada, siempre tan dramática como pintoresca.
Los grandes hechos políticos vienen de magnos procesos sociales que los acompañan o anteceden. Si la sociedad cambia, cambia su paisaje político, o sea las ideologías, corrientes o partidos que lo informan. La extinción, aparentemente irreversible, de los viejos partidos no es gratuita en Colombia sino el resultado de fuertes convulsiones o mutaciones operadas en el cuerpo o conglomerado. Como la consolidación de la franja marginal y excluida que arriba mencioné. O el crecimiento exponencial de la clase media, que no en vano los marxistas ortodoxos denominan “pequeña burguesía”, dado que su vocación es la de ascender hasta llegar, si posible fuere, a la cima, o sea a la mismísima burguesía.
Vea además: Deslinde o proximidades
Concluyo pues con la manida frase, hoy más descriptiva que nunca, de que Colombia ya no es un país con dos partidos sino partido en dos, que se van perfilando, añado yo, como derecha e izquierda, con un centro ambivalente en la mitad, que amortigua el choque de los opuestos cuando su disparidad se recrudece y amenaza la mínima armonía necesaria. Razón por la cual a esa almohada que suaviza la colisión la consideramos el justo medio. Hacia allá avanza Colombia y los comicios de hoy son apenas un hito o etapa en el camino. Vámonos acostumbrando pues a la modernidad que ya alcanzaron otros países, hermanos o primos del nuestro, como Chile, Méjico y Uruguay.
94 muertos dejó terremoto de magnitud 6,5 en Indonesia