El trasegar de los humanos por el planeta, está lleno de vicisitudes. El camino no es precisamente un sendero de rosas, pero muchas de las veces, los humanos nos las sabemos complicar, pues luego de dar algunos pasos hacia adelante, salimos con las sorpresas de desandar los pasos y perder así el tiempo y la experiencia invertidos y adquiridos, en el entendido que cada cual, ve la realidad y se aproxima a ella, de acuerdo con sus intereses. Por lo tanto, los comentarios y reflexiones que vamos a plantear son obviamente, subjetivos.Después de varios decenios de ser declarada como Museo y además Patrimonio de la Humanidad, y después de haber sido aceptadas estas condiciones por todas las religiones interesadas, el controvertido gobierno turco de Erdogan, declara que Santa Sofía (Aya Sofya) en Estambul, vuelve a ser mezquita después de 86 años, volviendo a alborotar el avispero de los fanáticos de todas las religiones, fanatismo que siempre ha estado ahí y que no requiere sino de una buena excusa para explotar. La buena excusa está servida. ¡Amanecerá y veremos!En lo local, la nueva Constitución Política abrió la posibilidad de la dosis mínima de consumo de marihuana, el actual gobierno la frena a través del nuevo Código de Policía y hoy los altos tribunales vuelven a aceptarla. ¡Qué pérdida de tiempo y qué falta de sindéresis!Se anuncia por parte de EPM que su planta piloto Jepírachi en la Guajira, funcionará hasta el 2023, noticia, que nos deja apesadumbrados, ya que la energía eólica es una de las mejores alternativas para la producción de energía limpia. Razones técnicas y financieras debe tener EPM para tomar esta decisión que esperamos sea compensada con el montaje de un nuevo campo eólico ya no como piloto, si no como planta de producción de energía limpia en propiedad.Como periódicamente sucede, el actual contralor general de la Nación recorre el país “descubriendo” elefantes blancos, es decir, obras inconclusas que están ahí, a los ojos de todo el mundo, sin que hasta el presente se hayan tomado las medidas y las acciones necesarias para culminarlas, que sería lo obvio, o para tumbarlas.Debería existir un punto dentro de un Plan de Desarrollo serio, para destinar los recursos necesarios para que este tema sea resuelto y obviamente los responsables asuman las responsabilidades de todo orden que les competan. No es suficiente la alharaca mediática, si no se toman las decisiones apropiadas y oportunas dentro de la extemporaneidad.Un ir y venir de discursos se pronuncian por kilómetros, alrededor del problema de la deforestación y de los programas de reforestación. Lo cierto es que a la fecha no hay un control efectivo contra la deforestación generada por parte de cualquiera de los varios actores involucrados que la provocan, como tampoco un proyecto serio y continuado para recuperar y ampliar la extensión forestal en el país.Ojalá aprovechemos la nueva producción de nuestro grande Carlos Vives, CUMBIANA, para volver los ojos hacia la Ciénaga Grande de Santa Marta y hacer lo que haya que hacer para intervenir las infraestructuras viales mal diseñadas y volver a permitir mediante obras apropiadas, la circulación de las aguas del mar y del Magdalena para que renazcan los manglares y reviva ese maravilloso ecosistema destruido por imbéciles.Por último, ya aparecen las pilatunas legales para evitar o demorar la demolición del Edificio Aquarela construido cerca al Castillo de San Felipe en Cartagena, el cual no debió haber recibido nunca licencia de construcción, entregada en su momento por otros imbéciles. Ya la UNESCO dio como plazo hasta el 2021 para que la construcción sea demolida, o sino Cartagena y Colombia perderán la calidad de Patrimonio de la Humanidad que hoy posee el Castillo de San Felipe.Excelente el programa que ha emprendido la Alcaldía de Medellín para aprovechar estos nuevos días de cuarentena para intervenir zonas en estado de deterioro y recuperar el espacio público que se había perdido. Las acciones inicialmente emprendidas en los sectores de La Bayadera y el Sagrado Corazón o Barrio Triste, son ejemplarizantes y deben servir de estímulo y de ejemplo para intervenir otras zonas en franco deterioro. ¡BRAVO!Como una cosa es planear y otra planificar, y otra cosa es no planear y no planificar, es prudente que aquellas construcciones de vivienda subsidiada que se entregan en obra negra después de muchos trámites y una alta dosis de paciencia por parte de los beneficiados, -que en la mayoría de los casos se originan por una tragedia previa como un derrumbe, una inundación, un incendio, un temblor u otra calamidad-, sean dotados de los servicios públicos elementales, entre ellos, ya no como cosa marginal, sino estructural, la conexión a INTERNET. Pongo como ejemplo la urbanización La Cabañita en San Cristóbal, una Unidad de 9 bloques de 6 pisos ocupada recientemente por sus nuevos dueños, un poco más de 50 familias cuyos niños no tendrán como acceder a la educación virtual forzada, a la cual nos tiene sometida la bendita pandemia.NOTA 1: Mi completa solidaridad con el Señor Gobernador Aníbal Gaviria Correa y su distinguida familia.NOTA 2: Mis agradecimientos a la casa EL MUNDO por haberme permitido comunicarme con ustedes a través de las 900 columnas que ajustamos hoy y que coinciden con la suspensión de actividades para el Periódico y mil gracias a ustedes por tomarse el tiempo para leer esta Columna de Opinión.Es un golpe duro para el fortalecimiento democrático y para el ejercicio de la pluralidad y la tolerancia, pero esta es la realidad que nos corresponde enfrentar, en un país como el nuestro. Una última invitación, a que vayamos siempre, con prudente optimismo, ¡DE CARA AL PORVENIR!
Puede ser que algunos de los escritorios en los que nos sentábamos quienes trabajamos en el Periódico EL MUNDO hayan estado ahí desde siempre, desde que lo crearon, a finales de la década de 1970. Sí, caminar hoy por su sala de redacción es como si se apreciara una instalación de Doris Salcedo, la melancolía de esos muebles parece decir que se apaga un sueño que comenzó el 20 de abril de 1979, cuando empezó a circular en Antioquia un diario con ideas fundamentales, como la de la libertad. Esa libertad no podía escapar de la cultura. EL MUNDO fue pilar del inicio de proyectos culturales que transformarían la vida de la ciudad, del departamento y del país. Basta con entrar al Archivo, buscar los folios del Pequeño Teatro, el Matacandelas, el Taller de Artes, La Fanfarria y darse cuenta cómo el Periódico de logo rojo, liberal, entrevistó a miles de artistas, entonces emergentes, creyendo en que nuestra realidad podría existir un sector cultural que se hiciera preguntas importantes.Lea también: Un sector que sigue sacando el sombreroAna María Cano, quien después fundaría La Hoja de Medellín, fue la primera periodista cultural de EL MUNDO. Después la reemplazó Ana Piedad Jaramillo, directora de los Eventos del Libro y exdirectora del Museo de Antioquia y el Teatro Colón. Vino entonces el tiempo de Maryluz Vallejo, hoy doctora en Ciencias de la Información, profesora Titular de Tiempo Completo del Departamento de Comunicación y jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar este 2020. Cuenta Carmen Vásquez, periodista de moda, que cuando Darío Arizmendi era el director de EL MUNDO le dio a cada una su “reino”, le dijo a la periodista cultural que ella se encargara de lo artístico, mientras a Vásquez la mandó a los cocteles, a buscar a la “gente linda”, le permitió tener la primera página exclusiva de moda en estas tierras, guiado en lo que hacía la Revista Hola en España, para que así estuviera clarísimo qué era cultura, qué era entretenimiento, qué era moda y qué era sociedad.Desde sus inicios, EL MUNDO dedicó páginas enteras a la agenda cultural, que eran las más difíciles de editar, porque tenían la agenda de cine, la de teatro, los conciertos, los recitales, las presentaciones de libros, todo, independiente de los artículos periodísticos de una y dos páginas que hacía la sección de cultura.Antes de que su experticia fuera el periodismo político y de opinión, Luz María Tobón, directora de EL MUNDO, fue periodista cultural. Todavía tiene en su oficina una foto de su entrevista a un joven Fernando Botero. Ella, de mamá artista, de familia siempre amante de la cultura, defendió el periodismo cultural hasta el cierre, influyendo, de alguna manera, en que siguiera con cada cambio de dirección. Con la llegada de don Guillermo Gaviria Echeverri, quien respetó lo que hacía el Periódico en este campo, se dio vía libre a que ese saber no se apagara.Nombres como el de Pilar Velilla, exdirectora del Jardín Botánico y el Museo de Antioquia; María del Rosario Escobar, exsecretaria de Cultura Ciudadana de Medellín y actual directora del Museo de Antioquia; la maestra Patricia Nieto, quien guía la Editorial Universidad de Antioquia y es docente de la Alma Mater; o el crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, escribieron una historia cada día, por varios años, en la redacción de EL MUNDO, cubriendo cultura.El Mundo Semanal, el Imaginario y Palabra&Obra fueron los tres suplementos culturales que dijeron cosas muy importantes a la ciudad, al país. Óscar Valencia, jefe de diseño de EL MUNDO, contaba que Imaginario fue osado, despertando muchas molestias en algunos “paisas de Medellín”, cuando su editora puso en la portada la foto de dos hombres homosexuales, desnudos, después de una Marcha del Orgullo. Sus contenidos hablaban de la cultura como lo que somos, reflexionaban sobre la ciudadanía cultural. Palabra&Obra, por su parte, buscaba hacer reportajes de largo aliento con personajes que se destacaban en el campo cultural, teniendo en su portada a importantes creadores como Débora Arango, Gilberto Martínez, Víctor Gaviria, Fernando Botero, Félix Ángel, Cristóbal Peláez, Beatriz González, Alberto Sierra, Antonio Caro, Dora Ramírez, Leonardo Padura, René Uribe Ferrer, entre muchos otros. Una vez, el artista Richard McGuire, reconocido por ilustrar publicaciones como The New Yorker, nos hizo el honor de hacernos una edición especial de Palabra&Obra. Publicamos un especial completo sobre la salvaguarda del patrimonio de Frida Kahlo y Diego Rivera, hecho en Ciudad de México, analizamos muchas veces lo que hacían en el Ministerio de Cultura, cubrimos la Bienal de Venecia, la Feria Internacional de Arte de Madrid (España), Artbo, el Salón Nacional de Artistas, el MDE, la Fiesta de las Artes Escénicas, el Festival de Tango, los diez años de la Fiesta del Libro con edición especial, siempre estuvimos ahí, en cada evento, en cada lanzamiento, en cada nacimiento.Y cometimos errores, muchos, porque EL MUNDO siempre fue una escuela de periodismo cultural. Cómo les parece que una vez, matamos a alguien que revivió. Olga Elena Mattei estuvo muerta durante unos minutos, nos llamaron directamente desde la clínica a contarnos tal suceso. Lloramos, planeamos un especial, llamamos a Héctor Abad Faciolince, él nos dio su declaración sobre la importancia de Mattei para la literatura nacional y corrió a publicar en su Twitter que había muerto.Hasta que, de esas cosas que pasan, los médicos la revivieron, la reanimaron y no se murió. Desde entonces, Faciolince ha sido muy lejano. Es que en el Código Caracol, María Lucía Fernández publicó lo que pasó, en la edición de las 7:00 de la noche: “la inmediatez de las redes sociales le jugó una mala pasada al escritor Héctor Abad Faciolince”. Casi nos ahorca, publicó en su cuenta en esa red: “serán imbéciles los de EL MUNDO”...Vale la pena decir que defendimos causas importantes. Hay que agradecerle a Irene Gaviria y Luz María Tobón que nos permitieron ser autónomos en el contenido cultural. Fuimos nosotros quienes cuestionamos el cambio de vestido que les hicieron a los Silleteros, desconociendo que eran un patrimonio, con lo que hubo polémica nacional, cuando Aníbal Gaviria era el alcalde. No nos censuraron.Fuimos nosotros quienes iniciamos a hablar de los “hipster”, cuando todavía esa manifestación cultural era bastante desconocida.Gritamos duro con investigaciones. Nosotros nos dimos cuenta de que las Bibliotecas Públicas de Medellín habían sido cerradas por el gobierno de Federico Gutiérrez, desconociendo su importancia en la transformación social, con la excusa de ahorrar recursos del presupuesto público. Vaya error de visión política, por eso insistimos con varios artículos en que los Parques Bibliotecas eran la opción que tenía un niño de cualquier comuna de no caer en las redes de tráfico, su puerta de escape muchas veces a la violencia física y sexual. Incomodamos a Sergio Fajardo sobre la responsabilidad en las fallas en la fachada de la Biblioteca España, tanto que salió en portada diciendo “voy a hablar de la Biblioteca España, cuando yo quiera”, los memes no se hicieron esperar en las redes sociales.Cuando iban a sacar al maestro Alberto Correa de la Filarmónica, nosotros lo contamos. Insistimos en que el presupuesto para cultura siempre debía subir en el gobierno nacional, el departamental y el local. Y, sobre todo, le dimos voz a un sector que no encontraba en otros medios un espacio que valorara sus obras, que escuchara sus demandas, que necesitaba, en pleno siglo XXI, más que nunca, una presencia en la agenda pública.EL MUNDO insistió en la importancia de la formación artística para la infancia. Con su proyecto Educar Mientras se Informa y su Concurso Personitas de Colores, invitó a que los niños pintaran sus sueños. Otra cosa que hizo fue premiar con el Mundo de Oro a quienes durante decenios trabajaron por el sector, entre los ganadores estuvieron Graciliano Arcila Vélez, la Emisora HJCK de Bogotá, Guillermo Abadía Morales, Fanny Mickey, la Orquesta Sinfónica de Antioquia, la Cámara de Comercio de Medellín, la Biblioteca Pública Pilotoy la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, Débora Arango, la Biblioteca Central de la Universidad de Antioquia, Carlos Castro Saavedra, el Instituto de Integración Cultural Quirama, Luis Alberto Correa, Rafael Sáenz Moreno, el Museo de Arte Moderno de Medellín, Luis Alberto Álvarez y la maestra Cecilia Espinosa, su última galardonada.En los comités de redacción, muchas veces nos peleamos con quienes nos preguntaban “y ese, ¿a quién le ha ganado?”, poniendo en duda la idoneidad de los artistas emergentes, peleamos por ellos como el futuro del sector y del arte nacional. La cultura también era un tema para abrir el Periódico, nosotros le dimos la portada al Salón Nacional de Artistas, cuando volvió a Medellín, en su edición 43. Juliana Restrepo y Jaime Cerón, sus directores, llegaron con la edición impresa de EL MUNDO a la apertura de aquel certamen, que durante sus tres meses contó con un cubrimiento diario, detallado, sobre lo que intentaban decir los curadores, que propusieron como tema el oxímoron “Saber-desconocer”.Cuando la notoriedad no abarcaba la obra de Pablo Montoya, cuando parecía que a la crítica local y nacional le faltaba creen en tal talento, nosotros reseñamos su Tríptico de la infamia, sin necesitar que el Premio Rómulo Gallegos nos validara lo grande el autor, porque pudimos verlo.Le puede interesar: ¿Seguro les hace falta la crítica?Que sea el momento para decirles gracias a los cientos de artistas, gestores, investigadores, profesores, curadores, comunicadores y colegas que nos buscaron para pedirnos una opinión, para ofrecernos sus contenidos, así como para criticarnos. Aprendimos juntos, crecimos juntos, hicimos historia juntos.EL MUNDO fue y será la casa de la cultura de Medellín, como quedará para la historia en su archivo, porque aquí pasaron hitos como que Gabriel García Márquez quisiera que la redacción del medio que soñó fundar se pareciera a la del diario liberal de Medellín, donde estuvo dando talleres y compartiendo con los periodistas.Gracias, EL MUNDO, gracias porque nos dejaste soñar que esa utopía que adoptamos, la de cambiar el mundo haciendo periodismo cultural, podía ser posible.
Con todo respeto, no comparto el criterio de quienes han venido criticando a la Corte Constitucional por haber declarado la inexequibilidad del Decreto Legislativo 580 de 2020, por el cual se dictaban medidas en materia de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo, por el motivo que condujo a la adopción del fallo y que también expuso la Secretaria Jurídica de la Presidencia de la República: aunque, según el comunicado de la Corte, se dictó y promulgó en desarrollo del Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica, se expidió dentro del término de vigencia del estado de excepción y se encuentra brevemente motivado y lleva la firma del Presidente de la República, no fue suscrito por todos los ministros del despacho. Faltaron las firmas de los ministros de Salud –lo cual llama la atención en cuanto la emergencia fue provocada por la pandemia- y de Ciencia y Tecnología.Lea también: Cumplir la ConstituciónComo señala la providencia,” el mandato constitucional referente a que los ministros suscriban los decretos legislativos que se expiden en virtud del estado de emergencia económica, social y ecológica constituye una condición indispensable de validez de dichas normas, en la medida en que con este se garantiza, el principio democrático, durante el estado de excepción, pues se contrarresta el déficit de deliberación y se limita la facultad discrecional del presidente”.La exigencia constitucional de que estos decretos, además de las firmas del presidente, lleven las de los ministros –todos- no corresponde simplemente a un requisito de forma y sin mayor trascendencia. Por una parte, cuando hablamos de los estados de excepción –entre ellos el de emergencia- aludimos al ejercicio de una potestad extraordinaria del Ejecutivo, que normalmente no tiene a cargo la función de expedir las leyes –atribución que, por cláusula general de competencia, corresponde al Congreso-. Por otro lado, la Constitución es clara cuando expresa (art. 115) que las firmas de los ministros en los decretos los comprometen y por medio de ellas asumen una responsabilidad por las medidas y decisiones que adopta el Gobierno Nacional. Y, además, las normas superiores relativas a los estados de excepción exigen expresamente “las firmas de todos los ministros” y subrayan su responsabilidad. El 215, para el caso del Estado de Emergencia Económica, Social, Ecológica o por calamidad pública, estatuye: “El Presidente de la República y los ministros serán responsables cuando declaren el Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de las circunstancias previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante la emergencia”.Le puede interesar: Sobre las sesiones virtualesDe manera que no estamos ante un mero formalismo. Ni se puede sindicar a la Corte Constitucional de haber sacrificado el fondo de la medida en aras de la forma, o de no haber hecho prevalecer el derecho sustancial, como lo exige el artículo 228 de la Carta. Ella tiene a cargo la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, que exigió, en estados de excepción, las firmas “de todos” los ministros, no de algunos.Y el vicio no era subsanable, toda vez que al momento del fallo el decreto ya había sido promulgado y había entrado a producir efectos. En estas materias no se puede improvisar.
Duele la desaparición de EL MUNDO, después de más de 40 años de actividad ininterrumpida, con periodismo de calidad informativa y pluralidad de opinión. Desde hace dos años, cuando la publicación impresa diaria le dio paso a una semanal, el diario quedó herido de muerte porque había perdido su esencia. La desaparición de los periódicos impresos es una de las consecuencias nefastas de llamada revolución digital; nefasta porque los ha destruido sin sustituirlos por nada mejor.Lea también: Harry Sasson, la renta del suelo y las sopas MaggiLa prensa impresa, que resistió los embates de la radio y la televisión, agoniza en todos los países. Se cuentan por centenas los diarios desaparecidos y los que subsisten lo hacen en formatos cada vez más escuálidos y pobres en contenido. Sin la palabra impresa, la fuerza de la vieja sentencia, “lo escrito, escrito está”, se desvanece y con ella las exigencias del rigor informativo y de la clara separación entre la opinión y la noticia.Estas dos fueron las características señeras de EL MUNDO que nunca ocultó su carácter de diario liberal militante, pero abierto siempre a una amplia diversidad de opiniones, tanto en la época de Don Guillermo Gaviria, como en los últimos años bajo la orientación de su hija Irene y de mi querida amiga Luz María Tobón.El de Don Guillermo fue un liberalismo doctrinario, más bien clásico, cuya orientación intervencionista no lo apartó nunca de la defensa de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica en una sociedad verdaderamente libre. Por supuesto que, como periodista, fue también un liberal en el sentido partidista, aunque, el gran hacedor de empresas que fue, seguramente se habría sentido contrariado por la orientación anti-empresarial que aqueja a sectores amplios del que fue siempre su partido.Quizás a causa de la bancarrota ideológica del Partido Liberal, el liberalismo de EL MUNDO de los últimos años perdió su matiz partidista y se hizo más conceptual y de principios, buscando irradiar los valores de la democracia liberal y la iniciativa privada con responsabilidad social a las gentes de todos los partidos y la sociedad entera.Esa defensa de la democracia liberal se expresó en sus cuestionamientos al proceso de paz por su indiferencia frente a las víctimas de la Farc y las grandes concesiones hechas a lo que no era más que organización criminal que no representaba a nadie, como quedó en evidencia con las paupérrimas votaciones recibidas en las dos elecciones en las que ha participado.Su reconocimiento de la iniciativa privada como fundamento de la actividad económica y de la creación de riqueza, se manifestó recientemente en su insistente reclamo de la reactivación de la economía acompañada de la flexibilización de la contratación laboral.Pero quizás la más firme posición de EL MUNDO en los últimos años fue su incansable y persistente reclamo al gobierno a cumplir su misión fundamental de proteger la vida de los ciudadanos. No importa lo que el gobierno haga en cualquier ámbito, si no protege la vida de las personas está incumpliendo gravemente su obligación constitucional y lo que es en definitiva su razón de ser.Muchos años atrás, cuando, por incompatibilidad con mi actividad profesional, decliné la invitación que me hiciera a escribir en el periódico que acababa de adquirir, Don Guillermo, insistente, me dijo que escribir en EL MUNDO sería un honor.Le puede interesar: Una propuesta ilegal, inconveniente y peligrosa, pero imparableHace algunos años, por invitación de Luz María Tobón, EL MUNDO acogió generosamente mis artículos. Me sentí cómodo y complacido de hacer parte de tan noble empresa periodística y muy honrado, como había anticipado Don Guillermo.
Hoy he recibido la noticia: EL MUNDO, después de una tarea periodística de 41 años, ha decidido cerrar su fase de periodismo impreso. El entorno es cambiante, la evolución de hechos, tecnologías, épocas, conduce a decisiones y nuevas direcciones en los caminos que nos presentan horizontes distintos y nos hacen dejar atrás paisajes familiares a los cuales habíamos tomado un cariño como el del poeta cartagenero a los zapatos viejos. Algo diferente se abre en las perspectivas del futuro inmediato. Mis mejores deseos para FundaMundo, para la querida y admirada familia Gaviria Correa, y para la buena ventura de sus proyectos y su liderazgo, siempre inspirados en el bien para la comunidad y para Antioquia. Algunos de estos cambios son dolorosos, como lo es, en lo personal, este: se trata de una pérdida para el periodismo escrito en la región, y en Colombia. Pero EL MUNDO cierra este ciclo, como lo manifiesta su directora Luz María Tobón Vallejo, con la satisfacción del deber cumplido.Lea también: Alatriste: la punta de su espadaTermina para Antioquia una tribuna de decencia, de buen periodismo, de compromiso con la verdad. Se culmina la etapa de un esfuerzo colosal en pro de los intereses sanos de nuestro departamento, pionero para Colombia en tantos aspectos de progreso, de desarrollo, de apertura al futuro. EL MUNDO ha cumplido y constituye un gran honor ser parte, modesta y pequeña, de esta locomotora de la honradez y de la opinión crítica y creadora.Después de escribir la columna “Vestigium” durante veinte años -un total de 492 columnas, de periodicidad quincenal, casi ininterrumpidamente- vienen a mi teclado unas palabras que no puedo evitar, pues las asocio necesariamente a esta tribuna periodística: agradecimiento, aprendizaje, disciplina, creatividad.Cada uno de mis textos fue acogido respetuosamente por parte de los editores y de la dirección en estos años. Nunca he recibido la más mínima interferencia respecto a los temas y enfoques para los cuales con total libertad se me ha cedido el espacio. Siempre he sentido la presencia viva y efectiva de un genuino respeto por el diálogo inteligente, por el ir y venir de ideas ordenadas y rigurosas, expresadas dentro del marco de la consideración hacia la verdad y hacia el lector como un interlocutor merecedor de un trato digno y humanizante. Por parte de la dirección del periódico siempre recibí palabras de aliento, de buen criterio, de magnífica atmósfera de ejercicio de la inteligencia.Escribir Vestigium, con la variedad de tonalidades presentes en el entorno de las realidades contemporáneas, fue un hábito de disciplina, de investigación, de contrastes, de búsqueda de fuentes verificables. Una tarea constante de enriquecimiento y educación personal que tuvo que pasar por el tamiz del lector crítico y exigente, a quien también debo expresar agradecimiento. Mi padre, Hernán Gómez Atehortúa, fue el mejor lector, crítico y corrector que tuve. También asumí una tarea constante de aprendizaje en cuestiones de estilo y de forma periodística. No puedo olvidar las didácticas exposiciones de Arturo Giraldo Sánchez.Un “Vestigium” es la señal, la huella, la marca que deja el pie de un viajero sobre el camino. Hay algo relacionado con la memoria, con el registro de los datos de alguien que ha pasado por un lugar y ha dejado su impronta. Es el indicio de que por allí ha estado un “homo viator”: un viajero, frágil, perecedero, fugaz. Es también el rastro de un caminante que se esfuerza por perfeccionarse en una tarea que se ha impuesto. También el investigador es un sujeto que anda tras las huellas; la realidad -variada y múltiple- ofrece ante sus ojos algunas facetas, y es su tarea, la del investigador, hallar la parte de verdad que está inscrita en esas huellas. Para mí ha sido culminación de un rasgo esencial de mi vida: la búsqueda de explicaciones a las cosas que pasan, y de las cuales apenas tengo un entendimiento parcial en un entorno de asombro constante, infinito, inacabable. Mis columnas fueron posibles por aquella conversación inicial con Luz María Tobón Vallejo, cuando acogió, con tolerancia y generosidad, mis imperfectos intentos de practicar el arte de la columna.Le puede interesar: Incertidumbres y certezasTodos somos viajeros. También las instituciones dejan su huella: EL MUNDO deja un vestigio, una huella de decencia, de amistad, de buena escuela periodística: mi abrazo y mi voz de agradecimiento.
A Jesús no le ocurrió nada que no fuera para bien nuestro, razón para que su muerte y resurrección la entendamos como el mejor bien para nuestra vida, la certidumbre que no vamos a morir sino a resucitar con Él. Cuando Pablo, recibió el bautismo como nosotros lo comprendió como una muerte al pecado que le permitía quedar libre del veneno que tenía la muerte. Eso es algo que no hemos entendido de nuestro bautismo que quedó en alguna parroquia y lo dejamos como “partida de bautismo” que nos sirve para alguna gestión que requiera “la partida”. A Pablo lo transformó el cambio del Espíritu por el bautismo: “Me amó y se entregó por mí”. Si sintieras esto en el corazón nuestra vida daría un vuelco total como la de Pablo, un laico normal como todos nosotros. El bautismo como muerte exige acciones interiores expresadas en signos exteriores: morir a la antigua forma de vivir para resucitar y ascender con Cristo a una nueva manera de ser y de vivir: “He sido crucificado con Cristo ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,19-20).Lea también: La misión de cuidar la comunidadEl crucificado fue Cristo y no Pablo, pero Pablo, como nos puede ocurrir a nosotros, había experimentado una crucifixión interior, una muerte interior; el antiguo Pablo había muerto y había nacido el nuevo Pablo. Morir y resucitar con Cristo son las condiciones para la ascensión y el medio para vivir con Cristo resucitado donde esta Dios.Ascender es uno de los sentimientos más humanos por lo que lucha el hombre; la razón, subir, ser y tener más, ser conocido y reconocido, vencer dificultades de superar a los demás, la competencia para lograr un ascenso primero y luego vendrá el otro. Ascender es difícil, pero bajar es doloroso. Y que suma a lo anterior que Jesús haya subido al cielo y esto se puede llamar fiesta de Ascensión. En la muerte Jesús bajó para luego subir en la resurrección que le dio su padre-Dios. La Ascensión es otro regalo del bautismo porque indica metas más elevadas de las que el hombre se ha fijado, solo que en la fe, la ascensión es bajando a la solidaridad ante el egoísmo, la equidad ante la injusticia, la verdad ante la mentira, y los derechos junto a los deberes.El culmen de la Ascensión del hombre está en el monte de la bienaventuranzas, Jesús sabe que nuestro cansancio no es de mirar arriba o hacia delante sino de fijar muestra mirada hacia abajo o atrás: “Galileos ¿qué hacéis ahí parados mirando al cielo? Este mismo Jesús que los dejó para subir al cielo, volverá de allí de la misma manera que lo vieron irse” (primera lectura)En la Ascensión aprendemos a ser cristianos mirando al cielo, pero pisando bien la tierra. La vocación cristiana toma en serio el mundo, pero desemboca en Dios. La vida de la fe tiene una dimensión hacia arriba que ilumina con la luz de Cristo los misterios de la misma fe. Pero tiene también una dimensión hacia abajo que nos enfrenta con las realidades humanas como una tarea de responsabilidad. Por la Ascensión el cristiano puede hacerse hombre de futuro con compromisos presentes.Le puede interesar: Otro ejemplo de solidaridadUn fugitivo de Vietnam describía, en términos de Ascensión, sus penalidades: Estuvimos errantes por el mundo buscando asilo, pero seguíamos creyendo en el sentido ascendente de la vida porque creemos en el amor de Dios.La fiesta de la Ascensión además de ser una presentación maravillosa de lo que la fe nos enseña, y un aliento a nuestra esperanza, tiene que ser también un incentivo para nuestro amor a Dios y al prójimo que es lo que nos permite ascender.Lecturas del ascensión del señorDomingo, 24 de mayo de 2020Primera lectura. Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1,1-11)Salmo. Sal 46,2-3.6-7.8-9Segunda lectura. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,17-23)Evangelio según san Mateo (28,16-20):En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».Palabra del Señor
¿Lo primero que nos preguntamos es que es estrés? Porque la verdad que con mucha facilidad lo diagnostican todos, te lo dicen muy silvestre, siempre lo hemos tenido allí incluido como en la canasta familiar de las emociones: Rebájale al estrés, tengo un estrés, el médico me dijo que tranquila que eso era solo estrés, tú me estresas, ya no aguanto más este estrés, tú lo que tienes es estrés… y millones de expresiones más, que normalmente son recetadas con: Descansar, píldoras, agüitas aromáticas, masajes, un viaje, desconectarse, cambia de trabajo, vete de compras, tomate unos vinitos, sepárate…Todo el mundo se vuelve médico y psiquiatra con la palabra estrés. Pero a la hora de la verdad ni sabemos qué es el bendito estrés.Consultamos. La voz de un neuropsicólogo, Jairo Quiceno, nos dice: “El estrés es la forma natural que tiene el organismo para reaccionar ante una situación que produce temor. El estrés se produce cuando su mente considera que usted se encuentra en algún tipo de peligro tanto emocional como físico. Su organismo lanza adrenalina a su sistema para proporcionarle un impulso y a esto se le denomina una respuesta o de lucha o de huida.Lea también:Tres mujeres, la cocina y la misma angustiaHay síntomas los más comunes que identifican el exceso de estrés: Dolores de cabeza – Dificultad para dormir – Tensión muscular o dolor – Falta de energía – Fatiga – Ansiedad – Incapacidad para concentrarse – Fallas de memoria – Irritabilidad – Explosiones de ira – Comer en exceso – Depresión.Otra voz consultada que define el estrés en estos momentos, es la del psicólogo Rodrigo Mazo, director de la Facultad de Psicología de la UPB: “Es común que en estos días de cuarentena estemos hablando de estrés ligadas a unos cambios repentinos que hemos tenido que asumir y que afectan en muchos casos la capacidad y las estrategias de afrontamiento frente a las demandas cotidianas de nuestra vida. Hablar de estrés es hablar de una reacción frente a la percepción de unas demandas que exceden las posibilidades de afrontamiento de la persona y que nos ponen en un lugar de perturbación o afectación emocional por la probabilidad de no tener suficientes herramientas para seguir adelante o para sortear de manera adecuada esa situación. Y se da por la percepción que tenemos sobre la situación como tal.¿Qué es lo que estamos percibiendo en esta situación de encerramiento? Estamos frente a una situación amenazante por el contagio, por la incertidumbre que puede tomar esta pandemia a nivel mundial, por todos los riesgos asociados a esto. Pero a la vez el estrés tiene que ver en cómo nos percibimos en capacidades y como estamos frente a un fenómeno en el que tenemos mucho que hacer, esto nos genera mayor estrés. Pero luego viene el estrés asociado a los cambios de vida en el que se siguen presentando demandas a las que responder: económicas, sociales, deportivas, de salud, afectivas, espirituales y siente que no puede recurrir a las estrategias habituales y tiene que empezar a modificar esos hábitos que lo definían en una especie de zona de confort a un nuevo contexto perturbador. ¿Qué hacer? Lo primero es evaluar cómo lo está asumiendo, la situación como tal, cuidarnos; observar si nos estamos enfocando a la amenaza y estamos dejando de percibir otras nuevas oportunidades. Por otro lado enfocarnos en nosotros, asumir que en esta nueva forma de vida que estamos enfrentando podemos encontrar especio para nosotros mismos y crecer como personas, encontrarnos con los cercanos. Es cuestión de actitud.El panorama es serio, pero afortunadamente este confinamiento nos ha regalado una palabra que nos da la mano. Las Cajas de Compensación, tanto Comfenalco Antioquia, como Comfama, tienen a disposición verdaderos ángeles que lo están dando todo para que la comunidad “pegue el grito” y no se sienta sola en estas situaciones de estrés.Lea también:En estos momentos… no levante la copaConsultamos con Diany Arango Orozco, Psicóloga en Desarrollo Humano y Familia en Comfenalco Antioquia:¿Este estrés que se está viviendo por el confinamientoes clínicamente el mismo estrés de nuestras rutinas de antes?El estrés se puede entender como un estado de cansancio, que puede desencadenarse en cualquier momento, debido a eventos de tensión. Se puede dar a causa de situaciones cotidianas como el trabajo o relaciones familiares, generalmente cuando sucede esto tenemos la capacidad de iniciar un proceso que nos permite identificar las causas que nos pudieron llevar a experimentar ese tipo de sensaciones y es justo allí donde empezamos a desarrollar estrategias para afrontar los eventos que nos generan ansiedad.Sin embargo, las eventualidades que se han venido presentando para prevenir el Covid-19, trascienden el ámbito de la cotidianidad, tornando nuestro entorno en un mundo desconocido y lleno de incertidumbres, que nos enmarcan en situaciones que nos ponen a debatirnos entre la vida o la muerte.Es así como se generan nuevas situaciones que cambian la manera en que las personas perciben su realidad, enfrentándolas a circunstancias nunca antes experimentadas, asumiendo nuevos retos que las llevan a preguntarse cómo resolver los problemas económicos para satisfacer las necesidades básicas, la educación de los hijos desde el hogar, el autocuidado y el cuidado del otro, el miedo a lo desconocido, el distanciamiento social, el aumento de silencios, la pregunta por la muerte, la información constante que llega por distintos medios de comunicación.Estos y otros factores, influyen en el estado emocional de las personas, por lo que se puede decir que los niveles de estrés que se experimentan en la actualidad, son muy diferentes a los desencadenados por las rutinas, estos van más allá de la cotidianidad, pues atraviesan todas las dimensiones del ser humano.¿Estrés y ansiedad igual para el adulto que para niños?Tanto el niño como el adulto, experimentan ansiedad ante situaciones de aislamiento, pero lo que puede variar, es la forma de manifestarlo.Mientras el adulto en ocasiones puede presentar comportamientos impulsivos, tornarse irritable, preocupado y triste; el niño tiende a reaccionar de forma agresiva, desafiante y en edad temprana, puede presentar alteraciones en el apetito o en el sueño y experimentar miedo a morir.Por lo tanto, se hace necesario prestar especial atención a los comportamientos que los niños van presentando en estas situaciones, dado que en ocasiones se puede confundir este tipo de conductas con una pataleta, cuando en realidad, podríamos estar frente a un cuadro de ansiedad que requiere toda nuestra atención.Es por ello que, se recomienda apropiar a los niños de la situación que la humanidad está atravesando, enterándolos de los factores de riesgo y las acciones preventivas que se deben tener en cuenta, a través de actividades como el juego, la lectura, actividades cotidianas en el hogar, juegos de roles, representaciones, entre otros.¿Esto está afectando en violencia intrafamiliar...?Indudablemente, el aislamiento ha cambiado la realidad de todas las personas, se ha pasado de sostener una vida social y laboral la mayor parte del día, a estar confinados las 24 horas en un mismo sitio y con las mismas personas, siendo necesario asumir las responsabilidades laborales y domésticas, como el cuidado de los hijos y adultos mayores, la educación, el aseo y todo al mismo tiempo. Esto es, las personas ya no encuentran espacios que les permita diferenciar sus funciones ni en tiempo ni espacio, aumentando las preocupaciones y el estrés a nivel personal; situaciones que pueden desencadenar acciones violentas hacia el otro.¿Comfenalco que nos recomienda para aliviar situacionesy este estrés por confinamiento...?Pensando en el bienestar de la comunidad, la Caja de compensación Comfenalco Antioquia ofrece una oferta virtual amplia con programas de educación, bibliotecas, esparcimiento, desarrollo humano entre otros, tales como:1 - Hora del cuento, se presenta todos los días a las 3:00 pm a través del canal de youtube infolocal.2 -Pueden aprender recetas fáciles y sencillas en familia, a través del canal de youtube @comfenalcoantioquia.3 - Desde casa pueden acceder al catálogo en línea el cual tiene más de 400 recursos digitales y material bibliográfico para leer y aprender en familia en www.biblioteca.comfenalcoantioquia.com4 - Realizar cursos virtuales, de manera que se puedan explorar nuevas experiencias de aprendizaje, se han dispuesto cursos gratuitos para la formación de toda la comunidad, la educativa se puede ingresando a www.comfenalcoantioquia.edu.co5 - Pueden acceder a las charlas de crecimiento personal que están dispuestas en el canal de youtube infolocal.6 - Realizar pausas activas en casa, hacer rutinas de ejercicio, practicar circuitos de entrenamiento funcional, yoga, a través del canal de youtube @comfenalcoantioquia.7 - Hacer uso de la línea telefónica en conexión, atendida por profesionales en psicología, dirigida a los empleados y sus familias, con el fin de posibilitar una vía alterna de comunicación y acompañamiento, en los momentos de inestabilidad emocional, de confusión o crisis o si requieran de un espacio de escucha teléfono: 51083108 - Establecer horarios claros que permitan tener un equilibrio entre las funciones laborales y domésticas.9 - Realizar video llamadas con los seres queridos, esto permitirá generar dialogo, dando paso a la expresión de sentimientos y emociones.10 - Desarrollar actividades con los hijos como leer, pintar practicar juegos tradicionales (parques, dominó, cartas), utilizar los recursos con que se cuenta en el hogar, para realizar manualidades que incentiven la creatividad.-Comfama, en la voz de la psicóloga de Salud y Bienestar de Comfama, Natalia Arias Roldán, nos respondió al tema.¿Este estrés que se está apoderando de las familias es el mismo que teníamos con la rutina normal?El estrés hace parte de nuestra vida y nuestra cotidianidad, podríamos considerarlo como una respuesta adaptativa a las demandas y retos del día a día. En muchas ocasiones este puede manifestarse a través de sensaciones de tensión física y mental, pero también es posible pensarlo como esa fuerza que nos empuja hacia la creatividad cuando es transitado de manera positiva.Reconocer que a partir de las vivencias actuales, estamos en un periodo de cambios, donde es común la sensación de inquietud, incertidumbre y temor, además de experimentar diversas emociones y sentimientos como son el miedo y la tristeza, es el primer paso para iniciar un proceso hacia la transformación y la adaptación. El estrés no es el mismo que teníamos antes con nuestra rutina común, el estrés cambia, así como cambian nuestras prioridades, nuestra forma de vivir, relacionarnos, construir sociedad, nuestros retos, angustias, necesidades y preocupaciones, es posible afirmar que este estrés requiere un mayor manejo y cuidado. De manera inesperada llega a nuestra puerta un reto que genera temor y nos muestra que somos vulnerables, pero con ello también reaparece nuestra fuerza interior para mostrarnos a través del camino de la solidaridad, la unión, el autocuidado, el cuidado del otro y la sensibilidad humana, que podemos reinventarnos y transformarnos para vivir con más sentido de humanidad.¿Puede dar este estrés a niños y adultos?El estrés no discrimina edad y cada persona independiente de la etapa en la que se encuentre de su ciclo vital, experimenta las emociones y vivencias de manera particular dependiendo de su personalidad, aprendizaje y experiencias previas. Es claro que factores como el económico, el temor por la pérdida de la vida y la salud, los cambios en la rutina y los roles, las dificultades relacionales, afectan de manera significativa a los adultos quienes a través de manifestaciones y cambios a nivel fisiológicos, cognitivos y de comportamiento, en muchas ocasiones sin darnos cuenta transmitimos a los niños sensaciones de inseguridad y angustia generando o reforzando también en ellos estrés, además es importante comprender como los niños también se encuentran atravesando cambios en su rutina y al igual que los adultos están transitando un proceso de adaptación, tensión que puede ser expresada por el niño a través de irritabilidad, llanto, enojo y hasta involución en aprendizajes ya adquiridos además de otras manifestaciones como bruxismo, terrores nocturnos, inquietud motora y dificultades en la atención, la concentración y el comportamiento. La invitación es a fortalecer la paciencia, la tolerancia y el respeto por el otro, para que nuestros niños y niñas asocien en un futuro esta vivencia de “crisis” con aprendizaje y resiliencia.¿Es conveniente tomar medicina o calmantes?No es conveniente en ningún caso auto medicarnos, o medicarnos teniendo en cuenta consejos de algunas personas a las que les ha funcionado algún tipo de tratamiento, la recomendación es solicitar asesoría y acompañamiento por parte de un médico, quien a través de una valoración y su juicio clínico podrá identificar si se requiere del inicio de un tratamiento farmacológico. No todos los casos de estrés requieren de este manejo, ya que esto depende de los síntomas, la frecuencia, la criticidad y la patología como por ejemplo en el estrés crónico. Cuando el profesional de la salud define que dentro del plan de tratamiento se requiere del uso de medicamentos es muy importante que el paciente asuma su compromiso con la adherencia a este. ¿Qué hace Comfama para ayudar a las familias con este tema del estrés?Comfama teniendo en cuenta el gran reto de implementar estrategias que nos unan desde la distancia, a través de sus plataformas tecnológicas, cada día propone diversas actividades para que las personas y las familias fortalezcan el equilibrio de su mente y su cuerpo. Espacios de interacción virtual, videos, podcast y contenidos educativos y formativos son algunas de las estrategias a través de las cuales Comfama apoya las familias con respecto al estrés actual, a través de temas como la meditación, yoga, mindfulness, actividades y rutinas deportivas, recomendaciones para fortalecer los hábitos de sueño y de alimentación, lecturas en voz alta, música, fotografía, literatura, arte, espectáculos naturales, pausas activas, cine club virtual, laboratorios creativos, cuidado de las plantas, gastronomía, consumo responsable y fortalecimientos de las finanzas saludables, además en estos espacios se dan conversaciones en torno al reconocimiento de las emociones, el manejo del estrés, la ansiedad y la depresión. Esta posibilidad busca Integrar a la familia, propiciar espacios de aprendizaje individual y en conjunto, además de impactar positivamente en los hábitos de los Antioqueños como camino importante hacia el autocuidado y el cuidado del otro. Pueden consultar los programas en nuestra página www.comfama.com
Por Andrés Restrepo Gil '...Si uno quiere pensar la cárcel como un espacio para corregir conductas, para hacer social al antisocial, es claro, según las voces que hemos escuchado hasta ahora, que el aislamiento es un método inútil y esencialmente perjudicial...'Basta imaginar los experimentos de Harry Harlow para reconsiderar cuan crueles pueden llegar a ser nuestros métodos para castigar. Y aunque nuestro primera y justa reacción para con los experimentos de aquel son, espero yo, de desaprobación, debemos recordar que lo que para él era unos experimentos con monos, para nosotros son castigos con humanos.Lea también: Una prisión de espejosLos experimentos de Harlow, palabras más, palabras menos, consistían en aislar desde el nacimiento a unos monos por semanas, meses e incluso años. Y aunque los animales tenían lo estrictamente “necesario para vivir” (comida y agua), las consecuencias sobre los monos fueron evidentes. A los 30 días del experimento, los monos empezaron a comportarse de manera un tanto extraña, pues parecían romper con su entorno, como si ya nada los conectara con el mundo exterior.Arrojados en un rincón de la jaula, los monos terminaban negando el mundo que les rodeaba, ignorando la realidad más allá de sí mismos, entregados a un ensimismamiento congelante. Harlow, luego de tan cruel experimento, concluye que los monos, como los hombres, necesitan, no solo curar el hambre y la sed, sino curar la soledad, el aislamiento. Según podríamos concluir nosotros, la necesidad de compañía parece tan apremiante como el afán de alimento, como si una y otra se sitúaran en el mismo nivel de necesidad. Algunos de estos monos desarrollaron problemas para socializarse, naturalmente, luego de acabado el aislamiento. Se dice que incluso algunos de ellos no conseguían pareja, ni lograban aparearse.De hecho, el impacto podía ser tan grave que algunos dejaban de comer y morían finalmente por inanición. Desde los inicios del pensamiento filosófico se nos había enseñado que debemos tomar la asociación entre hombres, no como un capricho humano, sino como un instinto, como un impulso natural. Si bien Aristóteles reconoce que necesitamos al otro en tanto no somos autosuficientes, también afirma que “en todos existe, por naturaleza, el impulso hacia tal comunidad”. Es decir, no solo necesitamos del otro para conseguir alimento y dividirnos el trabajo, sino que también hay algo en nosotros que, de manera natural, nos impulsa a crear una sociedad.“Está claro que la ciudad es una de las cosas naturales y que el hombre es, por naturaleza, un animal cívico” dice el filósofo. En este sentido, el aislamiento resulta ser una práctica que va en contra de la naturaleza e imponerlo es coartar el instinto básico de buscar compañía. Personalmente, la idea de que la comunidad o la sociedad nacen de un instinto y no de un contrato de intereses o del reconocimiento de necesidades mutuas, me resulta sumamente llamativa.Creo que los experimentos de Harlow y las reflexiones de Aristóteles nos deberían invitar a pensar sobre el tipo de castigos que utilizamos hoy y el que, al parecer, estamos aceptando. Algunos activistas en contra de este tipo de castigos aseguran que solo en Estados Unidos hay 80.000 personas sufriendo este tipo de punición.El abogado americano Nick Trenticosta, quien ha tenido la oportunidad de sostener conversaciones con reclusos en condición de aislamiento, asegura que “casi todas las personas {reclusos aislados} están gravemente afectadas. No tienen deseos de vivir… Se convierten en sombras de lo que fueron. Si los llevo al área de visitantes pasarán dos horas antes de que pueda obtener una respuesta a mis preguntas, y las respuestas puede ser una serie de incoherencias'.Le puede interesar: Estados de vigilancia, el cáncer de la democraciaSi uno quiere pensar la cárcel como un espacio para corregir conductas, para hacer social al antisocial, es claro, según las voces que hemos escuchado hasta ahora, que el aislamiento es un método inútil y esencialmente perjudicial. Pero si queremos ver en la prisión el medio perfecto para vengarnos de nuestros presos, es claro, por las horribles consecuencias que trae, que el aislamiento es el procedimiento adecuado.* Egresado del Instituto de Filosofía UdeA
El pasado fin de semana en un grupo de Whatsapp de la familia, un primo nos recomendó la película “Milagro de la celda 7” del director turco Mehmet Ada Oztekin y que está disponible en Netflix, los comentarios de los que ya la habían visto no se hicieron esperar: “no paramos de llorar”, “es muy hermosa pero tiene escenas muy fuertes”, “me han dicho que es muy buena pero muy triste”, “lloramos de principio a fin”. No me quedé con las ganas de verla y la vi con mi familia a mitad de semana, incluso me di cuenta de que, por estos días, es la película más vista de Netflix Colombia.No quiero relatar escenas para no dañar el encanto a los que no la han visto, pero sí puedo decir que me pareció una película hermosa, dramática y con una lección de inocencia extraordinaria, ideal para estas fechas de cuarentena, en especial para los que tenemos niños pequeños que no dimensionan por lo que estamos pasando y para los cuales la vida sigue casi igual. Lea también:El coronavirus y la responsabilidad compartidaLa cinta es original de Corea del año 2013 y su historia es tan conmovedora que ha tenido adaptaciones en países como la India, Filipinas y Turquía, que es la versión más reciente (2019) y de la que todos estamos hablando. Permite entender que hay sentimientos y valores que no conocen distancias geográficas ni barreras culturales, que estos son inalienables al ser humano, como el amor, la solidaridad y la justicia. Motivos de aliento para superar las dificultades y ser buenas personas.Nos muestra, además, que, en culturas como la turca, los hombres no suelen ser cariñosos con sus hijos, es raro darles un beso, un abrazo o incluso jugar. Los turcos prefieren mostrarse firmes y fuertes, y por eso dentro de la inocencia de un padre con discapacidad mental -al que despectivamente le dicen loco-, llama la atención cómo rompe esa rigidez siendo todo lo contrario a su cultura. A pesar de las circunstancias, este hombre no conoce maldad, sólo le importa estar con su hija y compartir mutuamente su inocencia.¿Cómo tratamos nosotros al distinto? ¿al que tiene dificultades de aprendizaje? ¿Al que está en situación de discapacidad? ¿Al que piensa diferente? Sin duda, hemos avanzado mucho como sociedad y hoy hay más respeto por la diversidad que antes, pero hay que seguir generando condiciones para que los que nacen con limitaciones físicas y mentales, no sean tratados, como en muchos casos, con lástima, sino con dignidad. Un mundo mejor, como lo enseña esta obra, es un mundo donde entendamos la condición y la perspectiva del otro sin necesidad de estar de acuerdo.Si pueden, véanla y si tienen hijos pequeños, aprovechen estos días para disfrutarlos, mimarlos y jugar con ellos. No perdamos nunca esa esencia. Como hijo que soy, los días más felices de mi infancia estuvieron marcados por el tiempo que me dedicaron mis padres. Estos días de estar en casa, nos dan esa oportunidad.
En el sucederse escándalos a que los grandes medios de comunicación y las redes sociales se han acostumbrado, ellos mismos comienzan a pasar la página de la importante, aunque no siempre razonable, discusión sobre los derechos a la vida, la paternidad y la salud mental, abierta por la decisión de Profamilia -que no tiene la siquiatría entre sus especialidades médicas- de practicarle un aborto a una mujer de 23 años que se encontraba en el séptimo mes de gestación, alegando razones de salud mental que ponían en riesgo a la madre. Al tomar esa decisión la IPS desoyó al padre que esperaba el alumbramiento de su hijo para hacerse cargo, y no aclaró si el riesgo para la mujer no se acrecentaba con un procedimiento tan desestabilizador emocionalmente, como abortar a un hijo.Lea también: La despenalización del abortoLa confusa situación en que se sacrificó al bebé ya viable, toda vez que había cumplido siete meses de gestación (ver gráfico) se originó en la incapacidad del Congreso para legislar sobre la interrupción voluntaria del embarazo, frente a una decisión llena de vacíos, como es la sentencia C-355 de 2006, en la que la Corte Constitucional dictaminó la legalidad de abortos practicados en tres situaciones extremas. Aunque la decisión judicial fue precisa en el establecimiento de esas causales, dejó abiertas discusiones sobre los límites de la sentencia, especialmente sobre el significado de riesgo para la vida y la salud de la mujer gestante, y los tiempos en que pueden los interesados solicitar y participar del aborto.Lo invitamos a leer: Aborto y objeción de concienciaEn el hecho, dos derechos que la Constitución de 1991 reconoce como prevalentes fueron subsumidos por un derecho, cuyo riesgo de vulneración no es claro. La Organización Mundial de la Salud ha determinado que el 75% de los niños sietemesinos, o sea nacidos entre las semanas 32 y 36 de gestación viven y se desarrollan en buenas condiciones. Con tales realidades, es preciso que el Congreso -y no la Corte Constitucional como ahora se pretende- determine un momento límite razonable para la interrupción voluntaria del embarazo en las condiciones extremas que esa Corte declaró irreversibles, según la sentencia que tuvo como ponente al magistrado Jaime Araújo. Mientras se toman las decisiones necesarias, queda también abierta la discusión que debe aclarar si Profamilia y la madre violaron el derecho fundamental del bebé a la vida, garantía que tiene especial protección constitucional en el marco del respeto a los derechos de infantes y adolescentes.Le puede interesar: Dura reprimenda de la CorteLa discusión sobre este acto sobre el que no se precisa si es infanticidio o aborto trascendió la privacidad que cobija a los hechos médicos por decisión del padre, quien hasta hace poco tuvo una relación estable con la madre, con quien al parecer había acordado concebir un hijo. En busca de que el derecho de su hijo a vivir fuera protegido, el padre interpuso acciones judiciales para que se ordenara a la madre, la EPS y a la IPS Profamilia detener el aborto. Dado el respaldo legal a que el padre asuma la patria potestad de sus hijos en caso de que la madre no pueda hacerlo -y considerando los esfuerzos para que los infantes en proceso de adopción sean entregados a sus familiares hasta el quinto grado de consanguinidad y las demandas por la paternidad responsable- resulta incoherente, si no ilegal, que Profamilia aborte a un bebé que era esperado por el padre y su familia para acogerlo como miembro bien recibido.Lea: Adopción, derechos y presionesEn este proceso, Profamilia determinó, sin ser juez, privilegiar el derecho de la mujer a su salud mental, certificado por esa entidad, aunque éste había sido desestimado por la EPS Universidad del Cauca, a la que se encuentra afiliada la mujer. Dado que el padre ha realizado denuncias que deben producir investigaciones que sopesen los acontecimientos en discusión, es preciso esperar las decisiones que deben ofrecer claridad sobre las razones por las que la IPS privada dio prioridad a los derechos, en discusión, de la madre, sobre derechos especialmente protegidos y fundamentales: los de la infancia, el derecho fundamental de la vida, y el derecho del hombre a la paternidad que había escogido.Este debate, en el que muchos de los participantes han promovido discursos fundamentalistas sobre los derechos de la mujer, transcurre mientras la Corte Constitucional estudia una demanda contra la vigencia de la sentencia C-355 de 2006, análisis que ha abierto las puertas a un debate en que algunos magistrados proponen aprovechar la demanda para ampliar, otra vez mediante sentencias con ánimo legislativo, las razones y posibilidades de las mujeres a abortar, insistiendo en una deformación ideológica que niega o minimiza la paternidad, sus deberes y derechos. Amenazado por otra invasión a su órbita, el Congreso se hace de la vista gorda, eludiendo la obligación de asumir discusiones que comprometen derechos fundamentales y otros especialmente protegidos por la Constitución.
Una señora de origen campesino, con hija y marido, y con pretendiente un tanto acosador, pasará los mejores años de su vida de 1940 a 1943, en Roma, en una tienda de comestibles en Trastévere, en plena Segunda Guerra Mundial; pero a ella, feliz con su almacén, su hija como un ángel, con una casa, ¿qué le importaba aquel conflicto de espanto? No la afectaba que se mataran con aviones, con carros blindados, con bombas, con fusiles, con cañones, que ella era dichosa, sin importar quiénes eran los contendientes de aquella conflagración. Sin embargo, la guerra, esa continuación de la política por otros medios, que dijera algún teórico, lo transforma todo. Y, como se aprecia en La campesina, novela de Alberto Moravia, todo lo degrada y corrompe.Lea también: Una novela sobre lo inevitablePor mucho que se desee aislarse de la guerra o huir de ella, es un imposible. Cesira, que así se llama la protagonista y narradora de esta historia de once capítulos, que incluso al principio les saca partido a las secuelas de la guerra, como la carencia de alimentos, se vuelve experta en estraperlo, en mercado negro de comestibles, y, tras enviudar, sobrevive al principio con ciertas comodidades. Todo cambiará —para empeorar— cuando en el país suceden varios eventos históricos de trascendental importancia.Italia, que desde principios de la década del veinte estaba bajo el fascismo de Mussolini, y que en la Segunda Guerra hace parte del Eje Berlín-Roma-Tokio, sufrirá una conmoción en 1943. El Duce, que ya tenía una joven amante, Clara Pettacci, tuvo un traspiés que cambiará las circunstancias de la situación interna en ese país. El desembarco de tropas aliadas en el sur de Italia, de un lado, y el resquebrajamiento del régimen fascista, del otro, se juntarán para que la guerra tenga más llamas en ese territorio. Al derrocamiento de Mussolini lo siguió la entronización de una monarquía autoritaria, dirigida por el rey Víctor Manuel III y por el jefe de gobierno Pietro Badoglio.El Duce, que había sido detenido, fue liberado por los alemanes y estableció la república de Saló (que años después Pier Paolo Pasolini llevará al cine, basado en los 120 días de Sodoma, del Marqués de Sade). La confusión interior fue aprovechada por los aliados, que invadieron la península itálica, y la guerra cobró otras dimensiones en aquel suelo, en el que la protagonista de la novela, con su hija, tienen que escapar de Roma hacia pueblos del Lacio, en búsqueda de la Ciociaria, la región de la cual es originaria Cesira.La novela comienza con una canción: “Quando la ciociara si marita / a chi tocca lo spago e a chi la ciocia” (Cuando la campesina se casa, / a quién toca el cordón y a quién el zapato). La campesina que se urbaniza en Roma a la fuerza tornará a sus campos, en búsqueda de salvación y un poco de paz. Imposible paz. Lo que encuentra es agitación, soledades, desventuras, soldados alemanes, italianos, ingleses, marroquíes y una situación que transformará no solo su existencia sino —y con mayores traumatismos— la de su hija Rosetta.Esta obra, que a diferencia de muchas novelas de guerra no ocurre en el frente, tiene su enfoque principal sobre los civiles que, como se sabe, son las más numerosas víctimas de conflictos como este que arrasó el mundo entre 1939 y 1945. En aquellos días, sobre todo los que narra la novela, Italia vivió una larga jornada de horrores porque se erigió como un punto de disputa internacional y estalló una guerra civil. Si bien estos asuntos son apenas un trasfondo de la novela de Moravia, a través de la protagonista el lector se irá encontrando, con lentitud calculada y con maestría en el relato, el infierno en el que arderán la narradora y su hija Rosetta. Y, como una necesidad de tener otra óptica más ilustrada sobre el conflicto y sus consecuencias, aparecerá un personaje muy importante: Michele. Un joven estudiante que es una suerte de contrapunto de Cesira, con una visión del mundo distinta, crítica y con más elementos filosóficos.Poster de la versión cinematográfica de La CampesinaCesira, a quien al principio la indiferencia la poseía, se va enterando sobre la esencia de la guerra; de lo que tiene que enfrentar, primero, en un viaje en tren que no llega a su destino, y, después, en su peregrinar por campos arrasados, sabrá que la confrontación bélica es una certeza. Una calamidad. Una sinrazón. Las dos mujeres, madre e hija, irán de un lado a otro, de una posada a otra, acompañadas de toda suerte de carencias y desgracias. Y a través de las palabras de la madre, nos enteraremos de la condición de ser mujer en aquellos años, de cómo es estar al garete, de los sometimientos y humillaciones; unas veces, de parte de soldados; otras, de campesinos, ladrones y aprovechadores.“Hija mía, me había equivocado (dice Cesira). La guerra está en todas partes, tanto en el campo como en la ciudad”. Y, esta declaración, que sucede al principio de la novela, en el tránsito hacia las montañas, se volverá más real en la medida en que transcurra el tiempo y las dos mujeres estén en medio de varios fuegos. Por los campos de la Ciociaria y otras regiones van Cesira y Rosetta, en una especie de aventura ingrata, en la que ambas terminarán siendo otras. La guerra abre distintos tipos de heridas. Deshumaniza. Torna indolentes tanto a los que están adentro como a los que están alrededor del conflicto.Con todo y las dificultades, la novela está llena de comidas, de pettola y fásuli (pastas y habichuelas), de jamones y leche de cabra, de ternera y cordero, de otras viandas, que, si bien pueden ser escasas, se consiguen en un mundo de especulación y negocios desaforados. Cesira narra con detalles, con un insólito sentido de la observación, de la geografía, del tiempo, de las circunstancias. “Luisa había puesto sobre una mesita vacilante una sopera de barro, cogió una hogaza y, arrimándosela al pecho, con mucha destreza, con un afilado cuchillo se puso a cortar delgadas rebanadas hasta que la sopera estuvo colmada de pan hasta el borde…”.Es una novela que, aparte de tener dos personajes de elaborada caracterización, se pasea por un territorio del que se nombras árboles, frutos, animales, soldadesca, bombas, mientras hay una esperanza, sobre todo en Cesira: que los ingleses aparezcan. O los rusos. Porque ya sabe que ellos representan una posibilidad de permanecer con vida. En la localidad de Saint’Eufemia, las dos mujeres estuvieron nueve meses cuando, al principio, creían que solo estarían allí dos semanas. El tiempo de la guerra es otro. Y otra su medida.A través de Michele, un personaje que lo educan para que sea fascista pero que, gracias a estudios y a su avispamiento, se torna antifascista, se muestran otras facetas de la guerra, de los involucrados en ella, de los significados del poder y sus vergüenzas. La presencia de Michele les proporciona a Cesira y su hija otra visión del mundo, les suscita otras preguntas, les otorga elementos para saber que una guerra es la destrucción de la razón, de la humanidad, de la civilización. En la obra, de una factura literaria sin fisuras, se van mostrando con sutileza, a través de la cultura, de los comportamientos, en fin, las diferencias entre un alemán y un italiano, o entre estos y los ingleses. Al fin de cuentas, la guerra los iguala en barbarie y en indolencia.La novela, según las circunstancias, a veces, o casi siempre, de unas tensiones que tienen que ver con los comportamientos, la higiene, la incomunicación o el trato violento, puede hablar de la carencia de letrinas y de papel indispensable, como de alguna mujer que ha perdido la razón a raíz de tantas violencias. Entre bombas inglesas y redadas alemanas, se aprecia el drama de refugiados, de los desertores, de los que han perdido la noción de hogar y familia, y de la caída en un estadio de despotismo y desmoronamiento del espíritu humano: “A los hombres sería menester verles en tiempo de guerra y no de paz; no cuando hay leyes y el respeto a los demás y el temor de Dios sino cuando todas esas cosas ya no existen y cada cual obra según su propia manera de ser, espontánea, sin frenos y sin consideraciones”, advierte Cesira.Y en ese mundo donde todos pueden, en un momento determinado, ser enemigos, la narradora se entera de que los campesinos, todos, son interesados y de que la guerra es capaz de tornar en bárbaro a alguien que, antes de ella, era solidario y solícito con los demás. Y puede pasar, incluso, con la comida, que escasea y de la que hay que guardar sin compartir con nadie, porque, a la larga, es un asunto de vida o muerte. Y, por alguna razón que va más allá del estómago, la novela está atravesada por comidas (o por sus carencias) y por hambres. Y habrá spaghetti y calamares y pulpos a la Luciana y pichón con guisantes y atún a la parrilla y alguna comilona en medio de tantas ansiedades. Y a veces, nada.Alberto Moravia (1907-1990), antifascita férvido conocido además por sus novelas Los indiferentes (1929) y El Conformista (1951). Moravia, que comenzó a escribir la obra en plena guerra, pero la terminó muchos años después (se publicó en 1957), dio una cátedra de humanidad, de comportamientos, de conductas propias de hombres en estados de extrema tensión, y demostró un conocimiento hondo de la sicología femenina. También de asuntos propios de la cultura, de saber a fondo como son los pueblos del Lacio, y de lo que una guerra provoca entre los que están dentro de ella o a un lado, pero que no pueden eludirla. Así escucharemos a Lili Marlen, la clásica canción de melodía triste que no solo cantaban los soldados alemanes sino de otras nacionalidades.En la guerra, como también se dice en la obra, no hay prójimo, no hay amigos, no hay sino intereses que tienen que ver con la sobrevivencia personal. No importa el otro. En La campesina, además, hay sexo y odio y desazón. Cesira, que era religiosa al principio, va perdiendo su fe, no solo en la deidad, sino en el hombre. Y siente como todo se desmorona en medio de las bombas, las ametralladoras, los muertos, los ladrones, los vividores. Hay una reflexión acerca del exterminio de los sentimientos, de la insensibilidad que la cercanía de la muerte va inoculándose en las víctimas y en los victimarios. “Los americanos eran los vencedores y los italianos los vencidos, eso era todo”, dice en un momento la mujer que narra. La misma que aprendió a odiar a los alemanes y a los fascistas, que antes le eran lejanos.Cesira descubre un asunto doloroso: “nuestras desdichas nos volvían indiferentes a las desdichas ajenas. Y, más tarde, he pensado que éste es, seguramente, uno de los peores efectos de la guerra: nos hace insensibles, endurece el corazón, mata la piedad”. La mujer entenderá la guerra a través del dolor propio, del endurecimiento de su corazón, de las hieles que va probando mientras se aproxima a la finalización de una pesadilla. Sabrá, muy de cerca, como es una violación de soldados, un pasar por las armas a una muchacha que pierde la virginidad porque una irracional soldadesca se desahoga en sus deseos y tormentos del sexo con una indefensa damita que asumirá luego los comportamientos de una prostituta.En rigor, una guerra no termina cuando se capitula, cuando se firman las rendiciones y se dan los triunfos y las derrotas. Una guerra se prolonga en sus consecuencias nefastas, en las heridas abiertas que no tienen posibilidad de cicatrización, en la ruina en que queda el ser humano. Y estas situaciones de dolor y descalabro se sienten en la novela, en la que dos mujeres, tras sufrir diversas vicisitudes y dolores, tornan a la tierra de donde habían salido huyendo de la desastrosa disputa mundial.Moravia, emparentado con el neorrealismo, periodista, guionista, crítico de cine, nos proporciona a los lectores en esta notable obra un fresco que está conectado con la memoria, el dolor, la angustia y las desolaciones. Al final de cuentas, cuando las dos mujeres ven la cúpula de San Pedro, en el ambiente quedan las palabras y la existencia trunca de Michele que alguna vez les leyó en voz alta, a Cesira y Rosetta, el evangélico pasaje de Lázaro como una metáfora de la resurrección, del comienzo de una vida nueva.Le puede interesar: Un payaso de la posguerraEn 1960, Vittorio de Sica, con guion suyo y de Cesare Zavattini, dirigió la película Dos mujeres, basada en La ciociara o La campesina, con Sophia Loren y Eleonora Brown. En ella, por supuesto, también se advierte, como en la novela de Moravia, que la madre, pese a todos los esfuerzos, no pudo salvar a la hija de los fieros horrores de la guerra.