Se requiere gran convicción en la democracia y sus valores para dar un paso simbólico que le baja los humos al sangriento Isis
Las reacciones de la ciudadanía frente al nuevamente espantoso atentado de Isis contra ciudadanos que paseaban disfrutando la ciudad, esta vez las famosas Ramblas de Barcelona, inspiran a las sociedades amenazadas por el terrorismo, también alertan por el olvido, ¿o el desconocimiento voluntario?, de aprendizajes ganados a punta de resistir el fanatismo ideológico.
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La solidaridad con las víctimas, vivida en la masiva manifestación de la tarde del viernes a Las Ramblas, en la que tuvieron compañía de autoridades y ciudadanos españoles, replicada en toda Cataluña, y la espontánea notificación de “No tenemos miedo”, entonada en catalán y en español, recuperan la fuerza con que esa sociedad ha respondido a las agresiones de terroristas. Se requiere gran convicción en la democracia y sus valores para dar un paso simbólico que le baja los humos al sangriento Isis.
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En el mismo sentido de ofrecer respeto y solidaridad a víctimas y deudos, aparecieron interesantes expresiones en las redes sociales. Las de las figuras públicas, que alientan a una sociedad en sufrimiento. Y las de ciudadanos anónimos que decidieron no reproducir imágenes del atentado, menos de las víctimas, y en vez de ello llevaron a sus redes sociales, como lo habían hecho habitantes de Niza, fotografías de gatos. Quienes así actuaron demostraron sentido humano con las víctimas, los deudos y los testigos del horror, también que aprendieron las lecciones sobre no ayudar al terrorismo difundiendo las imágenes que crean para causar pánico y de no interferir con las investigaciones policiales, que en esta tragedia muestran gran eficiencia.
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Las reacciones solidarias, dignas y valientes de centenares de miles de ciudadanos contrastaron, sin embargo, con la frialdad de aquellos que apenas transcurrido el atentado y cuando todavía era necesario ayudar a heridos, dedicaron su tiempo a tomar imágenes que los hacían a ellos protagonistas de las redes sociales. Su inhumanidad terminó poniéndolos al servicio de la causa del terror y ha dado la espalda a las voces que al unísono reclaman justicia y cero concesiones para Isis. Y que exigen solidaridad y respeto para los musulmanes que han buscado refugio en Occidente.