La experta Úrsula Ochoa recoge el proyecto Medellín, las mujeres y las artes, apuesta para cambiar el lugar de la mujer en las artes.
“El arte es ajeno al espíritu de las mujeres” “La mujer artista es sencillamente ridícula”.
Estas, son dos de las muchas frases que hemos soportado las mujeres a lo largo de la historia y se le adjudican al pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir; y así, miles de expresiones misóginas acerca de las mujeres que hacen parte del mundo de la creación. La razón de esto es muy simple, las mujeres han inspirado las más prodigiosas creaciones artísticas que soportan el peso de la historia; básicamente nada distinto a ser igual que el cuerpo de un animal muerto en un cuadro del mismo Renoir; es decir, hemos sido un silvestre ornato. Sin embargo, al satus quo del mundo del arte le encanta asegurar que “el arte no tiene sexo” que “el machismo en el arte no existe” y que, además “esos temas sobre el papel de las mujeres son cosa del pasado”.
Tampoco vamos a negarlo, las mujeres hemos ganado que, aunque sea con el doble de esfuerzo, se nos respete por nuestro trabajo sin pedirnos ninguna clase de “retribución” por tal o cual “ayuda” como suelen hacer algunos hombres que se valen de cualquier miserable cuota de poder para aprovecharse de aquellas que intentan llevar su carrera en el medio del arte. Y digo que hemos ganado que se nos respete con el doble de esfuerzo, porque ya me ha quedado claro que hasta la mediocridad es un beneficio que se le permite solo a los hombres; incluso en las universidades, la mediocridad no es una opción para aquellas que desean llegar algún día a sobresalir en el mundo del arte; y esto es así porque las obras de las mujeres tienen que ser de un nivel absolutamente superior a todos los demás, para que, si el medio logra “aprobar” su talento, pueda exponer su obra al lado de, quizás, otros colega varones con trabajos no tan afortunados. ¿Se comprende la situación?
Como una respuesta necesaria a revisar este fenómeno, se ha venido realizando desde la Alcaldía de Medellín y la Secretaría de las Mujeres, el programa Medellín las mujeres y las artes que este año contó con el apoyo de la Universidad Nacional donde se desarrolló entre los meses de septiembre y octubre el programa Texto y Cuerpo; un proceso de formación para 40 mujeres artistas en el cual, pudieron aprender acerca de su historia, de cómo los cánones de cada época han perpetrado unos supuestos ideales acerca del cuerpo femenino y de una perfección imposibles de llevar en nuestra realidad. Las participantes pudieron debatir, comentar sus experiencias y desarrollar una serie de proyectos artísticos que tuvieron lugar en la institución educativa Fe y Alegría dentro de la Feria de la familia en el barrio Robledo, y posteriormente el programa culminó en la Sala Teatro Explora con una bella ceremonia donde las participantes recibieron un reconocimiento por culminar su formación y donde además, realizaron un acto performático que cerró de manera poética todo el proceso que durante estos meses habían llaveado a cabo.
La artista y coordinadora del componente académico Natalia Giraldo menciona que el cuerpo femenino, vinculado a cuantificaciones y medidas, construye una conciencia corporal basada en la necesidad falocéntrica de control. Por fortuna, siempre han surgido mujeres artistas que sobre todo desde hace unas décadas, han decidido reclamar sus cuerpos, apropiarse de ellos para subvertir la mirada masculina excluyente, recurriendo a ellos como herramienta artística para desestabilizar los antiguos cánones de la cultura patriarcal y reeducar la mirada desde una nueva perspectiva.
La Red de mujeres artistas de Medellín-Remart, que fueron partícipes de este proceso invita a dejar el espíritu individualista propio de la condición creativa para abrir paso a intereses colectivos con fuerza participativa, compromiso y propósitos innovadores. “Somos proponentes de buenas ideas que faciliten las ejecuciones presupuestales que están en el Plan de desarrollo de la ciudad, colaborando con las instituciones públicas en su misión de garantizar la titularidad de los derechos de las mujeres. Es otra manera de ser ‘Ciudadanas culturalmente activas’, es decir, con plena conciencia de nuestro derecho.”
Finalizo esta reflexión recordando que lo más revolucionario que puede hacer una persona, tal y como lo dijo Rosa Luxemburgo, es decir siempre en voz alta lo que realmente está pasando. Es muy probable que este esfuerzo que hacen algunas mujeres en el campo cultural de Medellín poco le importe al medio del arte; y lo digo justamente porque estos eventos a pesar de que tienen difusión son inadvertidos por una mayoría, por lo cual, la conversación sigue siendo cerrada, el diálogo con el establishment parece inexistente y seguimos siendo solo un pequeño grupo al que parece interesarle lo que aún está sucediendo con el rol en la historia del arte por parte de las mujeres.
Tras la estrella de Belén, rescatando la tradición del pesebre