Ética y calidad periodística

Autor: Lázaro Tobón Vallejo
23 noviembre de 2017 - 12:07 AM

Esas verdades deben estar sujetas a la veracidad, objetividad y exactitud completa de la información, así como evitar los falsos rumores (a lo que está sometida la sociedad de la información hoy en día).

“La calidad del periodismo está indisolublemente ligada a la calidad de la democracia” (Pablo Mendelevich)

El Centro de Competencia en Comunicación para América Latina, en un documento escrito por Karina M. Herrera Miller, titulado “Ética periodística. Conceptos y prácticas desde sus actores”, cita a Luis Ramiro Beltrán, quien define la ética periodística como: ““...la manera moral de ser y de hacer del periodista regida por su profunda identificación con principios y normas de adhesión a la verdad, a la equidad, al respeto por la dignidad y por la intimidad de las personas, al ejercicio de la responsabilidad social y a la búsqueda del bien común”

Dice el periodista Javier Darío Restrepo: “ética y calidad periodística son gemelos, nacidos en la misma cuna. Siempre que uno encuentra un buen trabajo periodístico descubre que allí se entrelazan en una unidad indisoluble, la ética y la técnica…” (Citado por Carolina Molla en Periodismo de calidad y ética profesional)

El británico Benjamín Harris, quién podría ser denominado el “padre de la ética periodística”, publicó en 1690 el credo del periodista en el diario Public Ocurrences de Boston, allí hizo énfasis en decir verdades completas, y no medias verdades, que son a la larga grandes mentiras. Esas verdades deben estar sujetas a la veracidad, objetividad y exactitud completa de la información, así como evitar los falsos rumores (a lo que está sometida la sociedad de la información hoy en día).

Las anotaciones previas dan pie, para que, a través del siguiente caso se reflexione sobre la ética y calidad periodística.

Lea también:

La actual cacería de brujas (a “togados”) en la que está sometida la justicia colombiana en las más altas cortes gracias a los escándalos de corrupción originados por el Fiscal “anticorrupción” Gustavo Moreno, pone a prueba la ética y calidad periodística en la que algunos medios de comunicación, felices y dichosos sacan al aire fragmentos de declaraciones en las que se involucran a otros personajes de la Corte Suprema, en especial los Magistrados de la Sala Penal, que, sin velas en el entierro terminan untados de esas heces, como es el caso del Honorable Magistrado Presidente de la Sala Penal, de dicha corte, el Dr. Eugenio Fernández Carlier.

La salpicada de Moreno al Dr. Fernández Carlier, se dio el pasado 12 de noviembre en las declaraciones dadas por aquel ante el Magistrado Instructor Dr. Luis Antonio Hernández, cuando fue interrogado sobre la no captura de la exdiputada y excongresista antioqueña Liliana Rendón por presuntos vínculos por la parapolítica, en la que dio entender, que el Dr. Fernández Carlier, había metido la mano allí, fragmento que noticias UNO pasó en su noticiero, sin hacer filtros de calidad y veracidad de la información

Ese acontecimiento de la declaración inhibitoria contra Liliana Rendón, fue en el año 2012, mientras que, la llegada a la Corte Suprema de Justicia del Dr. Eugenio Fernández Carlier, se produjo un año después, como lo expresó el “salpicado” en un comunicado a la opinión pública el 14 de noviembre.

Y así como es el caso del Dr. Eugenio Fernández Carlier, hay otros magistrados por propia persona o que son posiblemente influenciables por interpuestas personas quienes han incidido en fallos con torceduras.

Además:

¿Pero a qué le juegan los medios de comunicación? ¿Qué intereses tienen algunos de ellos de lanzar este tipo de acusaciones sin ningún tipo de análisis de veracidad? ¿Cuál es el por qué y el para qué de uso de información fragmentada y descontextualizada por parte de los medios de comunicación?

Es el momento, que, en la construcción de una nueva sociedad se privilegie el credo del señor Harris y no el sensacionalismo mediático rendido a los pies de su majestad el rating, de los intereses de los anunciantes, de “manos oscuras” o del establecimiento. Al que se le debe rendir pleitesía es a la verdad verdadera.

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