Entrepreneurship con hogao, en sus justas proporciones

Autor: David Roll Vélez
15 mayo de 2019 - 09:04 PM

Me dio unos links para que revisara las condiciones laborales de los empleados de esas empresas posmodernas que se supone van a sacar de la pobreza a la gente

Bogotá

David Roll Vélez

Cuando era adolescente mi papá me miró a los ojos un día y me dijo muy seriamente que no debía ser empleado nunca sino empresario o por lo menos vendedor con comisiones importantes. Era un Medellín en el que tú no existías por las redes y los “likes”, pues sólo te identificaban si eras el dueño o el hijo del dueño de algún negocio conocido. De hecho, en mi círculo se identificaba a familiares y amigos no por sus apellidos, sino como “los de Mondongos”, los de “Ave Cesar”, etc., etc. Nosotros éramos “los del Azteca”, una enorme discoteca con mariachis y orquesta en la que cantaban todos los famosos de la época, que mi familia había fundado, como todas esas otras Entrepreneurship con hogao, partiendo de cero y luego de muchos años de arduo trabajo.

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Bueno, el caso es que no seguí el consejo de mi padre y me dediqué toda la vida a estudiar primero hasta el tope de los posgrados posibles y a ser luego un asalariado profesor y un asesor en temas académicos político-electorales. Y no fui el único que “desvió” el camino, pues de esa generación de mis excompañeros de estudios de la época solo un porcentaje pequeño montó empresas importantes o engrandeció las que heredaron. La mayoría aprovechó que sus padres habían sido emprendedores (no todos, pero sí muchos), para estudiar en universidades privadas cómodamente, y luego convertirse en abogados, médicos, ingenieros, etc., en más de un 90 por ciento de los casos muy exitosos y en general socialmente comprometidos.

Ahora con la noticia sobre una empresa de domicilios colombiana por aplicación que ya es “unicornio” (pasar de los mil millones de dólares), y las declaraciones de su dueño sobre la pobreza que le espera a Colombia si todo el mundo no se vuelve emprendedor en 10 años, volví a recordar el viejo consejo de mi papá. Sobre todo, cuando vi al presidente visitando las empresas líderes en estos temas en Estados Unidos recientemente y leí todo lo que se dijo similar en torno a este tema con ese motivo, me quedé preguntándome si de pronto el tiempo es circular. Tal vez ahora resulta que le debo decir a mis hijos y a mis alumnos que monten negocios como hizo mi padre, y no que estudien y trabajen en cosas utilísimas para el país, porque ya cambiaron las prioridades nuevamente, o incluso que en el fondo mi progenitor siempre tuvo razón (a pesar de que apoyó y financió todos mis estudios).

Justo el anterior fin de semana tuve estudiantes de maestría y doctorado en la Universidad Santo Tomás de Bogotá, y les pregunté qué opinaban de estos nuevos planteamientos en los que da la impresión de que quienes no hacemos empresa somos como una especie de parásitos de la sociedad. En lugar de debatir teóricamente el asunto, le pedí a cada uno que expusiera al frente como ellos creen que hacen patria con su profesión liberal, el derecho, dedicada al funcionariato público en casi todos los casos. No hubo que concluir nada, pues los relatos hablaron por sí solos: Primero los que han salvado miles de millones del Estado en regiones periféricas pobres con simple constancia jurídica, y luego los que están con dificultad modernizando las instituciones con trabajo cotidiano en regiones donde el Estado no acaba de llegar; y por último, los que en el centro del país hacen lo mismo desde la administración de Justicia, la Policía, la Dian y otros poderes públicos, o incluso con la asesoría privada en temas claves de administración pública.

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Por supuesto consulté con mi hija, que está estudiando trabajo social, y otra carrera más que no es exactamente administración de empresas, antes de escribir esta columna, porque me entraron dudas de que la aconsejé mal, con mi ejemplo, sobre todo. No se sintió estafada, y sencillamente me dio unos links para que revisara las condiciones laborales de los empleados de esas empresas posmodernas que se supone van a sacar de la pobreza a la gente. No los he revisado y ahí les dejo la tarea de buscarlos, pero quiero finalizar citando un trozo del Antiguo Testamento que siempre me gustó en mi vida “parasitaria” de estudioso de cosas “inútiles”: "La sabiduría del escriba se adquiere en los ratos de sosiego, el que se libera de negocios se hará sabio." (Eclesiástico 38,24).

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