El hombre que no estuvo aquí

Autor: Darío Ruiz Gómez
20 agosto de 2018 - 12:06 AM

El criollo santafereño según Hernando Téllez nunca se llegó a sentir identificado con estas tierras considerándose un aristócrata de la metrópoli.

El hoy expresidente Santos simplemente salió del país olvidando que debía solicitar permiso para ello al Congreso. ¿Olvidando o haciéndolo olímpicamente por parte de quien, como acertadamente recordaba un comentarista, nunca pareció tener en cuenta las leyes y normas que rigen la vida de este país porque nunca se sintió parte de éste? Alguien que una vez instalado en la presidencia se olvidó del ciudadano que le dio el triunfo en las urnas. ¿No fue hace quince días a entregar las obras de mitigación que en Mocoa debían prevenir una nueva tragedia como la presentada hace dos años y que ahora se volvió a presentar? El criollo santafereño según Hernando Téllez nunca se llegó a sentir identificado con estas tierras considerándose un aristócrata de la metrópoli. El síndrome del Conde de Cuchicute y de la Marquesa de Yolombó, la falsificación histórica como premisa política y cultural. ¿No visitó San Andrés para hacer “acto de presencia” después de perder nuestro mar territorial, para no volver jamás a cumplir sus promesas? Todavía hoy después de siete años los habitantes de Gamarra se quejan de los errores de construcción, del mal urbanismo, de los inmensos sobrecostos como consecuencia de la corrupción de políticos y gamonales. Vuelvo a recordar la sorpresa que sentí al ver la foto de un gran empresario como Luis Carlos Sarmiento, aquí en Medellín dando inicio con su firma de ingenieros a lo que pomposamente se llamó las grandes autopistas de la montaña. ¿Las ha visto algún afortunado viajero que todavía debe someterse a la azarosa carretera que va de Medellín a la Pintada plagada de tractomulas? Pero la desaparición del país nacional se hizo patente sobre todo en los distintos medios de comunicación del “país nacional bogotano” y en la actitud centralista de la clase política, en la relajación moral que se apoderó de la justicia tal como se puso de presente en esa pintoresca y falsa élite de magistrados y altos jueces, en esa caricatura social que surgió con la proliferación de corruptos o sea con la mañesería de nuestros nuevos ricos. ¿No se va en el momento en que en el llamado postconflicto se abren más y más heridas y aumenta el número de víctimas a causa de las minas personales que las Farc prometieron eliminar? La clave de esta historia está en la invitación de la reina de Inglaterra a un banquete en su honor, culminación de un sueño infantil –Santos se formó en Inglaterra- que no encontró la resonancia esperada en el ámbito nacional pues los créditos de esa monarquía han caído ostensible y notoriamente y el Bogotá donde los grandes periódicos se ufanaban de sus exclusivísimas “Páginas de alta sociedad” ya no existe y esas páginas se dedican hoy a la vida de farándula.

Lo invitamos a leer: El colombiano feo

Es todo aquello que el viento inevitablemente se llevó: por eso mismo estamos percibiendo que la prosa centenarista de columnistas y áulicos que lo aplaudieron también comenzó a mostrar su vacuidad, a convertirse en la hojarasca que viene después del despilfarro de la prosperidad en manos de los corruptos, melancólica hojarasca que invade los recintos del palacio donde ha quedado el fantasma del Patriarca en su otoño prematuro, la figura alucinada del hombre sin patria que- recordemos el extraordinario cuento de Kipling - quiso un día ser rey. 

Vea además: Aceptar o desobedecer

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Comentarios:

Jaime Bernardino
Jaime Bernardino
2018-08-20 12:14:59
el debía informar que iba a salir del país e informó, no debía pedir permiso

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