De la movilidad tóxica a la movilidad sostenible

Autor: Sergio Alzate
16 octubre de 2018 - 09:02 PM

Urge hacer ajustes al urbanismo, dotar de acceso a energía eléctrica vehicular, planear ciudades densas a escala humana orientadas al transporte público

La movilidad sostenible y sustentable es una apuesta por la vida (salud, familia, libertad, tiempo, innovación y desarrollo), se preocupa por la movilidad humana, antes que en cómo mover los 14.137.795 vehículos que tenemos.

Estimar el derecho a la movilidad como bien público es esencial para la competitividad, la productividad, equidad en el acceso al espacio público, al esparcimiento, a la calidad de vida y al libre desarrollo.

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La movilidad toxica crea necesidades artificiales para masificar el carro, una distorsión consumista de falsa prosperidad que beneficia a los productores y deja embotellamientos, siniestros, inseguridad vial, contaminación, costos socioeconómicos, energéticos, ambientales y afectaciones a la salud.

Las muertes por contaminación vehicular se estiman entre 6.000 (EConcept) y 12.000, y calcula las pérdidas anuales asociadas a mortalidad y morbilidad por afecciones respiratorias en 5.7 billones de pesos. (De 1.152 toneladas anuales de material particulado, 7% es producido por motos).

La sociedad del futuro debe enfrentar la huella ambiental ocasionada por los combustibles fósiles. A 2030 el sector transporte emitirá 48,6 millones de toneladas de emisiones contaminantes CO2eq, debemos buscar alternativas para reducir 9.72 millones de toneladas, afirma EConcept AEI.

Sufrimos un abuso del carro como rey de la pirámide de la movilidad, el espacio público está invadido por un parque automotor antiguo y obsoleto con 8’091.442 de motos (57,23%) y 5’898.770 (41,72%) vehículos (particulares, público y carga). (177.852 son taxis y 79.317 son buses, busetas y microbuses).

Somos sextos en el ranking en registrar vehículos nuevos con 5,9 carros nuevos por cada mil habitantes, el promedio de Latinoamérica fue 10,1 y Argentina 14,8. En contraposición a la dominación de los particulares, la disponibilidad del transporte público ha decrecido en 0.9% y su uso 0,2% (DANE).

En 23 ciudades sólo hay 34.148 vehículos de transporte publico afiliados y en servicio (64,9% son transporte tradicional y 35,1% son de los sistemas integrados - SITM), que movilizaron 948.594 pasajeros en el último trimestre. 44% de los pasajeros se movilizaron en transporte tradicional y 56% en los sistemas integrados.

Somos el segundo país más congestionado según Inrix, al estudiar 1.064 ciudades en 38 países, sólo después de Tailandia. En promedio pasamos 48 horas al año luchando contra la congestión. Bogotá es la primera de Suramérica y la quinta ciudad mundial con peor tráfico, donde se gastan 80 horas anuales en los embotellamientos, el 41% del tiempo frente al volante.  Medellín, la ciudad con la sexta peor movilidad de Suramérica y la 30 peor del mundo, con 50,2 horas al año en trancones, el 27% del tiempo frente al volante.

Las restricciones horarias, la ampliación de las vías, señalización, recortar al espacio público y priorizar los vehículos particulares son cosas del pasado.

Una nueva perspectiva debe tomar decisiones disruptivas de fomentar el transporte ferroviario, el transporte público eléctrico, limitar las adquisiciones particulares a no más de uno por persona o en proporción a la malla vial existente, exigir vehículos con energías renovables, restringir el parqueo, fijar peajes urbanos, sobretasas por congestión, altos impuestos al consumo y exclusión de circulación por obsolescencia.

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En el ámbito local urge hacer ajustes al urbanismo, dotar de acceso a energía eléctrica vehicular, planear ciudades densas a escala humana orientadas al transporte público, optimizar la malla vial y el uso mixto de suelos, gestionar el tránsito y el estacionamiento, implementar mejoras en el transporte público, comunicar soluciones, invertir estratégicamente, innovar y adoptar nuevos materiales e infraestructura moderna con materiales inteligentes compatibles con la salud de los seres humanos y los ecosistemas, promover la seguridad vial, la inteligencia vial, horarios flexibles y el teletrabajo.

 

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