De la Trinidad a los tríos y las ternas

Autor: Tomás Castrillón Oberndorfer
26 abril de 2019 - 09:02 PM

A Colombia se la está sometiendo al ataque de otro eje conformado por Rusia, Cuba y Venezuela, que constituyen al comunismo internacional

Medellín

Las reflexiones propias de la pasada Semana Santa, o Mayor, permitieron, por lo menos a quienes profesan la religión cristiana, en primera instancia evocar e invocar a la Santísima Trinidad y a las tres Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad.

Es que el número tres aparece muchas veces yendo el dogma central de las iglesias cristianas, hasta un sinnúmero de ternas, trilogías y tríos.

Una terna es, por ejemplo, “un conjunto de tres personas propuestas para que se designe de entre ellas quien haya de ocupar un cargo”, ¡Clarísimo! Pero menos en Colombia, en donde “las ternas son de uno”, como sucedió, gracias al “guiño presidencial” de Santos con el nombramiento del señor fiscal general.

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Una trilogía es un conjunto de tres obras literarias, mientras que un trío se refiere a “una agrupación musical formada por tres instrumentos o voces”. Viene a la memoria el romanticismo que implicaron los tríos musicales románticos que enamoraron a nuestras abuelas.

Algunas veces se desfigura el concepto como en el caso de los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas, que resultaron ser cuatro. Y está la respuesta del alumno desaplicado que al ser preguntado por los cuatro evangelistas contestó: “Los cuatro evangelistas eran tres: San Pedro y San Pablo”.

En la política internacional, hay que recordar que, en la Segunda Guerra Mundial, se definió que los enemigos conformaban un eje de tres naciones: Alemania, Italia y Japón. Y en la continua Guerra Fría, está claramente establecido que a Colombia se la está sometiendo al ataque de otro eje conformado por Rusia, Cuba y Venezuela, que constituyen al comunismo internacional. Claro que este último eje, tiene algunos apéndices de menor importancia como Bolivia y Nicaragua. De todas formas, en la actualidad es muy evidente el ataque a que se está sometiendo a Colombia, con la colaboración evidente del mamertismo criollo. Esto no es casual dada la importancia estratégica de Colombia y viene desde hace mucho: el nueve de abril de 1948.

También durante el receso espiritual reciente, fue posible meditar sobre algunos de los acontecimientos de actualidad que se presentan en Colombia.

Uno de ellos, es el protagonizado por el político Antanas Mockus. A raíz de la sanción que le fue impuesta, el mamertismo, “todos a una”, encabezados por la cadena radial mamerta de la “gavilla mediática”, ha salido a defenderlo llegando a calificarlo como el “gran pedagogo y faro moral” que constituye el profesor Mockus. Si tan solo se piensa que el gran orientador pedagógico es el “faro” que constituye este personaje, hay que reconocer, considerando sus antecedentes circenses, y su trayectoria académica, que por eso el “barco de la educación encalló”. “El que entendió, entendió”.

La última noticia es que se asoció, para su defensa, con el que “negoció” a Colombia en la Habana. El imaginario popular dice: “Dios los cría y ellos se juntan”. No sería de extrañar que, a la larga, resulte beneficiado el personaje, como está sucediendo con otro, cuya extradición, gracias a la JEP está cada día más lejana. Otra cosa sería, si estos personajes militaran en el Centro Democrático y con ello está dicho todo. La búsqueda de la anhelada PAZ fracasará con la impunidad y la destrucción de las instituciones propiciada por la nefasta JEP.

El caso Mockus lleva necesariamente a analizar la forma como se desarrolla, en el reino de la “mermelada”, la contratación y, en general, los acuerdos (incluyendo, claro, los de la Habana) y los convenios (principalmente los interadministrativos).

Hace años se tenía establecido que los fundamentos de un contrato eran: Objeto, Plazo y Costo. Pues bien: parece que, desde la no definición clara del Objeto, se tiene el origen de innumerables problemas como los incumplimientos de los plazos y los términos, y, además, los desfases en los costos, para no hablar del portillo que se le abre a la corrupción.

Recientemente, se han conocido los alcances de los contratos de innumerables beneficiarios de la “mermelada” como Mockus y un hijo de un expresidente de la nación. En dichos contratos es evidente que no se tienen definiciones claras y precisas, sino que se recurre a un lenguaje “cantinflesco”, recordando al genial cómico mexicano.

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Pasando al nivel local, es claro que: en el interior del Proyecto Hidroituango se armó el zafarrancho y son evidentes los enfrentamientos entre la Gobernación y la Alcaldía. Aparentemente, se tienen también muchas indefiniciones en las funciones y responsabilidades del trío conformado por Diseñadores, Interventores, y Asesores, a los que habría que agregar, claro, a los Constructores, y, a la manera de la canción “Burundanga” que popularizó Celia Cruz, “todos a una” buscan endilgarle la responsabilidad el uno al otro: El asesor dice que no es diseñador, el interventor dice lo mismo y entonces cabe preguntar ¿Quién diseñó? ¿Quién autorizó los cambios? Y así por el estilo.

Es muy necesario defender el proyecto y la estabilidad de las EPM, pero, como dice el imaginario popular, “sin dar papaya”, porque ahí están acechando las “asustadorías”, (otro trío conformado por Fiscalía, Procuraduría y Contraloría) repletas de centralismo “cundiboyacense”, para ver cómo le ponen “palos en la rueda” al desarrollo de Antioquia en general.

 

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