Óscar Jairo González comparte el prólogo del libro Isósceles: invenciones y trayectos, que desde esta semana está en las librerías, en el cual recoge entrevistas y reflexiones publicadas por él en EL MUNDO y La Mecánica Celeste.
De la intencionalidad densa y dramática de la irritación estética provienen estos textos, que hemos construido y transformado con quienes se decidieron, por sí mismos, ante el carácter de nuestra tentativa a hacerlo, porque no teníamos necesidad de condicionarlos o de indicarles que debían mostrarse o exhibirse en lo que eran, habían hecho o harían en el momento mismo en que se instalaron en esta proposición y posición. Y que involucró tanto a egresados como a estudiantes, en este momento, de Comunicación y Lenguajes Audiovisuales de la Facultad de Comunicación, de la Universidad de Medellín, en donde realizamos y proyectamos nuestra tarea académica.
En este medio donde propicio se puede diseminar un proyecto que hace más realidad de lo que cada uno hace de sus intervenciones y desde donde las hace, cómo las estructura y por qué, en el sentido de la invención y la transformación de sus relaciones estéticas.
De toda relación hacíamos combinaciones, que no tenía duración, que buscaba necesariamente la duración, sino sabernos tratando, sobre los temas que nos interesaban y que habían decidido su y nuestra vidas en el mundo del arte. Irrevocable e irreductible decisión. Y entonces ellos intervinieron y mediaron con ellos mismos, con su substancia, su miedo, su tensión tensionada de lo que llamamos: Construcción de Conciencia Crítica y Sensitiva (CCCS), y desde sus metódicas pudieron y tuvieron el poder tentacular entonces lo que son, lo que desean ser en esa inmediación tempestuosa y excitada con el arte de su vida.
Mostrar la tensión de su inquietud, dimensionarla en una estética, hacerla en sí mismos desde el vacío del inconsciente. Vaciados de sí, tras la tarea realizada de la construcción de una realidad indicada de otra manera. Y de la que tenían la manera de probarlo ante sí mismos, pues el arte para ellos es una prueba iniciática, que está en la iniciación de lo que Rimbaud llamaba: “Desorden de los sentidos”.
Y desde esa misma turbulencia de los sentidos, darse una forma en la que se hiciera y realizara su la intencionalidad de su tensión estética, en la misma estructura de la teoría y la realización de la teoría estética. Y sus intuiciones se hicieron otras, sus movimientos se dieron de otra manera, dado que hicieron la torsión de sus hélices y se movieron hacia otras visiones, para poseerlas, para hacerlas de cada uno en su yo. Y cada uno, se trata a sí mismo, incisivamente o no, drásticamente o no, pero se dicen, necesitaron o se llevaron a sí mismo, cómo y por medio de la provocación a decirse.
E hizo que pudieran hacer consideraciones críticas sobre ellos mismos, y otra más, se tuvieran ante sí mismos, así y hubiese sido por un momento, pero esto es lo que quedo de ese momento y aquí están ellos, diciéndose y diciéndonos desde lo que han hecho, diseminando su sentido, en la masa de consideraciones que hacen, pero también mostrando los intersticios que quedan entre lo que dicen, lo que han hecho y lo que harán y les hará. Es ese el carácter de su talento, que como dice el artista Alfred Kübin: “Personalmente, no comprendo en modo alguno que el arte intente procurarse en la actualidad unos ingresos asegurados, vivir al abrigo de sorpresas: el arte consiste y siempre ha consistido en un equilibrio de las incertidumbres y sólo puede desarrollarse teniendo en cuenta la totalidad de las experiencias. Procesos puramente interiores, psíquicos, engendran espontáneamente tal o cual forma, y así es como ocurre a cada instante eso que puede tomarse por suerte o talento (…)”.
Y es eso de lo que se trata, de lo que intenta tratar este libro. Nunca concebí hacerlo, no tenía deseo de hacerlo, pero el libro se hizo en mí, sin mí, como todo lo mío, quizá, es verdad; pero ellos, quienes están este libro, que se instalaron en él por azar, no por decisión racional o interés otro, tendrán sí, que continuar haciendo este libro, donde estén, y donde estemos unos y otros. Y este deseo, que sea el comienzo de otros libros, no más libros, no interesa la cantidad, sino de un libro que vendrá, ante nosotros, otro más que se está haciendo sin nosotros, como lo que es, un: Isósceles, de invenciones y trayectos.