Atravesar el mar con María Cristina Restrepo 

Autor: Diana Sofía Villa Múnera
30 julio de 2017 - 02:00 PM

La escritora medellinense María Cristina Restrepo presentó su más reciente libro titulado Al otro lado del mar. En el texto, de nuevo, plasmó una simbiosis entre literatura e historia.

Medellín

La escritora María Cristina Restrepo presentó su nuevo libro titulado Al otro lado del mar. En él la autora, quien ya es avezada en abordar temas históricos desde la literatura, se separó un poco de la historia colombiana para contar una historia que tiene como protagonistas a dos alemanes y como tema de fondo a la Segunda Guerra Mundial.

La autora se ha hecho un lugar en la literatura histórica con los libros Amores sin tregua (2006), novela que gira en torno a la vida de Tomás Cipriano de Mosquera, Pascual Bravo y Camilo Antonio Echeverri, y Verás huir la calma (2014), biografía novelada de Jorge Isaacs.

Su nueva obra tiene como protagonistas a una pareja de alemanes (Albert y Honorine) quienes tenían una vida tranquila en Cartagena cuando fueron deportados debido a la desconfianza que generaban los alemanes en los años ulteriores a la Segunda Guerra Mundial.

EL MUNDO habló con ella sobre la nueva obra que presentó, su oficio como escritora y la utilidad de la Historia.

¿Cómo describe Al otro lado del mar, el libro que está presentando?

Es una novela que se mueve entre la luz y las sombras, entre la esperanza y el horror, entre el placer y los peores tormentos, pues se trata de la vida de unos personajes de ficción, con asiento en la realidad, quienes deben padecer desde que vivían en Colombia la persecución de tres gobiernos: el colombiano, el norteamericano y el alemán. Es una historia también de personas honorables, valientes, quienes saben amarse y quienes permanecen fieles a sí mismas, a la necesaria búsqueda de la felicidad cuando la vida solo promete tristezas, los peores padecimientos. También exalta la amistad, tan necesaria para los que están en el ojo de la tormenta, como para aquellos que están por fuera de él. Rescata el amor, y valores como la solidaridad, la generosidad, la capacidad de enfrentarse con dignidad al destino cuando éste no es favorable. Y de vivir en la esperanza.

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¿De dónde surgió el interés por el tema que aborda?

Surgió de muchos momentos, encuentros, viajes, de vivencias, sentimientos, personas. El tema de la Segunda Guerra Mundial era algo que me horrorizaba. La novela fue una manera de aprender, de documentarme, finalmente de enfrentar eso que tanta angustia me ocasionaba. Las memorias de Cartagena estaban en mí desde hacía años, cuando tuve la oportunidad de compartir vacaciones en la casa de una familia cartagenera y conocer desde adentro la manera de vivir, la mentalidad, las costumbres de esa región que parecía más lejana de lo que es hoy. La trama nació de una conversación, una tarde, en un salón. Luego viene el proceso de convertir en ficción toda esa amalgama de ideas, imágenes, recuerdos, testimonios, lecturas; de darle una forma, un orden y procurar entregarle al lector un libro coherente aún en medio del caos que el tema impone, una claridad, y ¿por qué no? una esperanza.

¿Cómo fue el proceso de investigación y escritura?

Vacilante, incierto como lo es siempre este proceso, en especial el de la escritura. El de la investigación no tiene tanto misterio, se trata simplemente de asesorarse con personas conocedoras del tema, ellas recomiendan una bibliografía básica que va sugiriendo nuevas lecturas a medida que se avanza y se reconocen lagunas, vacíos. Hoy en día es más fácil. Acceder a los libros de historia no representa mayor dificultad, y además hay una serie de documentales muy interesantes y completos sobre el tema. 
En cuanto a la escritura, encuentro siempre difícil darle vida al libro en el primer intento. Yo trazo un plan inicial que es el que debo seguir y que más adelante no sigo, porque la historia misma me va diciendo por dónde quiere tomar su cauce, así que finalmente permito que ella guíe mi mano. Y bueno, hay en esto de escribir una norma de oro: corregir, corregir, corregir, corregir, hasta que el libro respire, los personajes cobren vida, los diálogos sean reales y se tenga la sensación de haber llegado al límite de las propias fuerzas. 

De nuevo aborda temas históricos para sus novelas, ¿en esta particularmente hay más historia que literatura o más literatura que historia?

Es imposible de responder, porque ambos elementos van unidos en una simbiosis y no son cuantificables. Toda novela, que es ficción, es histórica. Es por ello que los modernos historiadores consideran que la literatura es una de las fuentes más valiosas para su trabajo. Aunque hay un marco histórico real, unos acontecimientos que sucedieron y que conforman la trama, la historia que realmente tiene peso en este libro en la historia privada, la que transcurre en el muelle, las calles y los salones de Cartagena, la que ocurre en un hotel en los Estados Unidos, bajo los techos bombardeados de la Alemania Nazi.

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En tiempos en los que se ha popularizado el término ‘hacer memoria’ o ‘conocer la historia para no repetirla’, ¿cree que la historia cumple la función de blindarnos a eventos futuros o de evitarnos cometer errores como sociedad?

Basta leer el periódico, este periódico hoy, para saber que conocer la historia, no ha servido, no sirve y seguramente no servirá para no repetir los errores del pasado. Al parecer la especie humana no tiene la capacidad para lograr esta hazaña que en el fondo no lo sería, pues a pesar de todo el conocimiento que se tiene del pasado, las guerras son hoy peores que nunca. Piense en Siria. Un pueblo antiguo, sabio, cuna de la civilización, con un pasado que es patrimonio universal, y ver lo que allí ocurre. El estudio de la historia sólo es útil de manera individual. La buena literatura ayuda a que el lector cumpla con un proceso interior, de madurez, de aprendizaje constante, de elaboración, decantación interior. De tal manera que al final de su vida, pueda pensar que es un ser humano más íntegro, más completo, gracias a esos interrogantes que la lectura llamó desde su interior y que él mismo deberá tratar de resolverlos.
De otra parte, la literatura no debe tener un carácter redentor. No se escriben novelas para que la gente sea mejor, ni para que sufra menos, ni para que la humanidad avance hacia el progreso, la luz, la evolución, como quiera llamárselo. Eso pertenece al ámbito de la educación, de la religión, qué sé yo. La literatura solo tiene un compromiso, y ese compromiso es con ella misma. Con su calidad. Con su verdad interior. Lo demás, es irrelevante.

La autora
María Cristina Restrepo ha sido escritora, traductora, directora de la biblioteca de Eafit y profesora universitaria, entre otros oficios. Tradujo textos de R. L. Stevenson, Somerset Maugham, Ambrose Bierce, Washington Irving, H. D. Thoreau, Nathaniel Hawthorne, Oscar Wilde y Mark Twain. Entre sus publicaciones se encuentran El olvido en la obra de Marcel Proust (1986), La vieja casa de la calle Maracaibo (1989), De una vez y para siempre (2000), Amores sin tregua (2006), La mujer de los sueños rotos (2009), El miedo, crónica de un cáncer (2010), Lo que nunca se sabrá (2011) y Verás huir la calma (2014) y Al otro lado del mar (2017).

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