176 años de historia médica que merecen respeto

Autor: Lázaro Tobón Vallejo
30 julio de 2020 - 12:05 AM

Son 176 años de historia de formación profesional en las ciencias médicas, que el alcalde Quintero Calle trató de borrar

Bucaramanga.

“Muchachos, le digo a todos los vecinos de las selvas la corneta está sonando...¡tiranos hay en la sierra!” (Epifanio Mejía, estrofa IX del himno antioqueño)

El alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, ya empezó a sacar las uñas con la llamada de médicos cubanos para atender la crisis de la pandemia en la ciudad, que, por cierto, en un momento dado fue ejemplo de manejo tanto en los ámbitos nacionales e internacionales.

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Pedirles auxilio a los cubanos es el primer paso para entrar la brigada del fallido Socialismo del Siglo XXI iniciado por el pájaro que le habla al oído a Maduro e iniciar un movimiento revolucionario sin precedentes en el territorio antioqueño. A su vez, desconocer la tradición médica del territorio es un agravio para el honor antioqueño, sobre la experticia que así se ha convertido en un renglón importante de derrama económica del denominado turismo de salud, valiéndole a la capital de la montaña un posicionamiento relevante por la calidad de sus galenos y servicios hospitalarios.

La escuela francesa de medicina fue influyente en la formación de los médicos en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, centro de formación médica que está cumpliendo 149 años de aporte técnico científico al desarrollo de las ciencias médicas. En el presente los más de 50 grupos de investigación en esa área del Alma Mater tienen reconocimiento por Colciencias, y varias de sus investigaciones han trascendido las fronteras del territorio colombiano.

Pero la historia de la medicina en Antioquia no comienza en la U de A. En 1964, la UPB publica un libro denominado la Historia de la Medicina en Antioquia, una compilación de conferencias realizadas por Gil J. Gil (http://bibliotecadigital.udea.edu.co/bitstream/10495/3743/1/Historia%20de%20la%20Medicina%20en%20Antioquia%20Por%20Gil%20J.%20Gil.%20AV%20-%20105..pdf), allí dicen que el primer médico antioqueño formado en España fue el marinillo Don Isidro Peláez a principios del s. XIX, sin mucha trascendencia en el ejercicio de la profesión. A su vez llega a la ciudad en 1841 el tegua bogotano Don Nicolás de Villa y Tirado, para ejercer la medicina por más de 50 años.

Se menciona allí a Don José María Upegui, cirujano y “árbitro en fracturas”, sin dejar de lado a las comadronas y yerbateras. Personajes empíricos o con alguna formación académica quienes fueron sembrando la semilla de la medicina paisa en el S. XIX. Y como primer formador de médicos antioqueño nombran a Don José Félix Merizalde.

En 1844, dice el relator, el doctor bogotano, radicado en Medellín, José Ignacio Quevedo, practicó la primera cesárea en la capital antioqueña, como también otras primeras prácticas quirúrgicas desarrolladas en el territorio de Antioquia la grande.

El uso del cloroformo como anestésico, se utilizó por primera vez en la ciudad en 1864 por el Dr. Quevedo, es de anotar, qué el empleo de este químico era apoyado por la escuela de París, mientras que el uso del éter lo lideraba la escuela de Lyon. En 1888 el Dr. Juan de Dios Uribe practicó la primera operación con asepsia pura.

En el discurso “Un ideal de renovación universitaria” realizado en la U de A en 1910, Gil J. Gil pronunció esas palabras que cobran valor frente a la intencionalidad del alcalde Quintero: “[…] Antioquia, poblada por un conglomerado de razas que ha dado por resultado un pueblo altivo y fuerte, de grandes cualidades y de grandes resistencias, está llamada a escribir en la historia páginas luminosas y dejar tas sí gloriosos recuerdos.” Y fue esa resistencia la que hizo recular al alcalde en su intencionalidad de irrespetar la historia médica antioqueña, cuando es nuestro departamento el exportador y formador de talento humano de altísima calidad, no solo por el Alma Mater como pionera, sino sus “hermanas” en otras instituciones de la ciudad y del país.

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Son 176 años de historia de formación profesional en las ciencias médicas, que el alcalde Quintero Calle trató de borrar de un tajo en el escritorio con su idea de meter la medicina cubana en la ciudad.

 

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