Coincidió en el tiempo el relevo en las rectorías de dos de las universidades más importantes de Colombia. En el caso de la Universidad de Antioquia se ha designado al profesor John Jairo Arboleda Céspedes mientas al frente de la Universidad Nacional de Colombia la designada es la profesora Dolly Montoya Castaño.

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Mientras en la Universidad de Antioquia la reelección de los rectores es indefinida, en la Universidad Nacional de Colombia sólo se permite una única reelección. El rector saliente profesor Mauricio Alviar Ramírez prometió hacer un cambio sustancial en el Estatuto Orgánico, en lo que tiene que ver con la elección del Rector y los decanos en la Universidad de Antioquia; al respecto en una entrevista dada hace tres años, en delaurbe, manifestó: “Hay uno [cambio en Estatuto Orgánico] que es importantísimo y va a ser muy rápido: ponerle límite a la reelección de rector y otros directivos, por ejemplo de decanos. El Estatuto no lo contempló por razones que en ese momento eran válidas, pero ya nos hemos dado cuenta de que ese es un asunto que hay que mejorar. La Universidad Nacional tiene un límite: hay un solo periodo de reelección. Y nosotros estamos pensando que la Universidad de Antioquia también debe seguir ese camino.”

¿Pero es buena o mala la reelección de los directivos universitarios? Definitivamente hay razones en ambos sentidos que se deberían sopesar a la hora de fijar límites en el tiempo a las reelecciones. Tuve la oportunidad de participar en el pasado en reuniones de diferentes asociaciones de facultades (Ascofade y Acofacien); como parte de los rituales de la agenda  de estas asociaciones estaba la presentación de los nuevos decanos designados por las universidades y que se incorporaban a las sesiones de las asociaciones; un común denominador en estas presentaciones era el cambio permanente de los decanos de las universidades públicas mientras que lo que caracterizaba a las facultades de ciencias de las universidades privadas era la estabilidad de sus decanos. Los decanos de las universidades privadas hacían la inducción a los nuevos decanos de las universidades públicas.

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En cuanto a los rectores no es lo mismo la influencia nacional e internacional que puede tener un rector que ha logrado “sobrevivir” más de seis años al frente de su institución, que la influencia de un rector que escasamente va por su segundo período. La estabilidad de los directivos universitarios permite proyectar un horizonte amplio de realizaciones que con el tiempo se pueden ver cristalizados. En el caso de la Universidad de Antioquia el avance alcanzado en las dos últimas décadas en temas relacionados con financiación, infraestructura, ampliación de plazas profesorales, ampliación de cobertura y posicionamiento en investigación y proyección social de la Universidad ha sido posible gracias a la estabilidad que han tenido los rectores (con excepción del rector saliente).

Infortunadamente en el contexto colombiano, se considera que no es sano para la Institución que un directivo permanezca en su cargo más allá de dos períodos; tal vez esta es la razón por la que el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Colombia limitó el número de períodos a los que un rector puede aspirar; sin embargo, el caso de la Universidad de Antioquia muestra la otra cara de la moneda.

Le queda al nuevo rector de la UdeA un amplio y largo camino por recorrer; deseo que las decisiones que tome tengan la prudencia y el acierto de interpretar a los diferentes estamentos y que procure cambios, que si bien no tengan el beneplácito de todos, al menos tengan el consenso de la comunidad universitaria; para el bien de la Universidad y de la región, deseo que el profesor John Jairo Arboleda pueda tener la oportunidad de desarrollar el plan de desarrollo 2017-2026.

 (*) Profesor Universidad de Antioquia